Opinión
La recurrente e internalizada mentira de los políticos
Si hacemos un recuento de los presidentes “democráticos” que han pasado desde la asunción de Rodríguez (1989-1993) después del golpe de Estado contra Stroessner, nos damos cuenta de que el camino hacia una mejor calidad de vida para el pueblo ha sido lento, sinuoso y plagado de problemas, tanto políticos como socioeconómicos.
La consolidación de la ansiada democracia, que recién se iniciaba en los albores del mandato de Rodríguez, sigue siendo un tema de debate, ya que los presidentes posteriores a Stroessner no han logrado conectarse eficazmente con la población. Un pueblo hambriento de verdad, justicia y denuncia de las injusticias que han perdurado durante décadas en la oscuridad, pero para algunos, “vivía feliz” sin saberlo, aún no logra la ansiada paz. Un eslogan que aún puede verse en alguna calcomanía o en alguna camiseta desgastada con la imagen del exdictador.
Para entender esta reflexión sobre por qué los expresidentes no han logrado la cohesión social en la República, no se necesita mucho análisis para comprender el desorden, la ignorancia y la falta de evolución cognitiva del paraguayo actual. Lo señalo con un ejemplo palpable y lamentable: la situación en la cárcel de Tacumbú, que según los informes de los medios de comunicación, está tomada y controlada por el clan Rotela.
El Ministro de Justicia no puede hacer absolutamente nada para aliviar la situación y solucionar el grave problema que afecta a la penitenciaría. Para empeorar la situación, en estos días, según informes periodísticos, una niña de 15 años habría sido asesinada por un supuesto miembro del clan Rotela. Al parecer, la niña no era el objetivo, sino su novio. Esto ilustra que los presidentes desde la era de Rodríguez no han hecho absolutamente nada para mejorar la educación, la calidad de vida, la seguridad, la infraestructura, la salud y otros aspectos que el pueblo ha estado reclamando legítimamente.
Entiendo que una de las causas de los errores recurrentes en los gobiernos es el propio pueblo, que todavía siente miedo de enfrentarse al monstruo que dejó la dictadura de 35 años en el país. El paraguayo, según mi perspectiva, es resiliente y estoico, quizás heredando esas cualidades de los antiguos guaraníes, que han mantenido la esperanza de una mejoraría en el futuro. Sin embargo, hasta el día de hoy, no han encontrado la “tierra sin mal” que buscaban, y lo que se ve hoy en día son nuestros hermanos de los pueblos originarios en las calles, mendigando limosnas o niñas violadas al mejor postor.
Este pueblo sumiso se deja manipular, se le miente y se le ofrece brillantes ilusiones con programas populistas que son impulsados por costosas campañas políticas. Cada campaña política no costaría menos de 3 millones de dólares, según algunos analistas. Además de las contribuciones de los candidatos a diferentes cargos electivos.
Ya es una leyenda que un curul costaría 200 mil dólares. Lo que quiero enfatizar es la vulnerabilidad del pueblo paraguayo, que quizás conserva su ingenuidad y que cualquier político de poca monta puede aprovechar. A modo de ejemplo, menciono a tres expresidentes que en su momento sacudieron a la nación paraguaya, pero, insisto, desde Rodríguez estamos en un constante vaivén político:
- Juan Carlos Wasmosy (1993-1998): “Avanzar 50 años en 5 años” A pesar de enfrentar una crisis financiera, apenas unos años de iniciado su mandato, logró algunos avances positivos para el país. Sin embargo, su promesa de hacer avanzar a “Paraguay 50 años en cinco años” sigue sin cumplirse, o no lo cumplió, mejor dicho.
- Fernando Lugo (2008-2012): “Lugo tiene un corazón”. Aprovechó su imagen e influencia en el pueblo como sacerdote católico para llegar al poder, pero en poco tiempo su mandato se vio marcado por escándalos personales y por el sonado caso de Curuguaty, lo que resultó en su destitución. Hoy en día, solo una representante del grupo que fuera la tercera fuerza política del país sigue en pie.
- Santiago Peña (2023-2028): “Vamos a estar mejor”. A pesar de no haber cumplido ni siquiera los primeros 100 días de su mandato, ya se evidencian fisuras en su gobierno. Muchos analistas coinciden en que su administración presentaría una dualidad de poder y estaría bajo la vigilancia del Tío Sam, lo que no permite al actual presidente gobernar con tranquilidad y, de paso, le daría dolores de cabeza al presidente de la ANR.
La misma ciudadanía ya está empezando a notar la ironía del eslogan “Vamos a estar mejor”. En poco tiempo, los únicos que parecen estar mejor son aquellos que sobrevuelan como cuervos en el círculo cercano al movimiento Honor Colorado. Ante el desorden con el que este “joven y competente” presidente está gestionando el país, se consolida una vez más la idea de que el pueblo paraguayo es resiliente y optimista, o quizás masoquista, después de tantos expresidentes que han continuamente defraudado al pueblo.
La principal bandera del actual presidente era la derogación del convenio con la UE, argumentando que atentaba contra la autonomía de los niños y la patria potestad de los padres, entre otros puntos. Sin embargo, en estos días, la derogación de dicho convenio ha sido rechazada, demostrando que las promesas electorales son puras mentiras que afectan la dignidad del pueblo.
Ante esto, ¿por qué siguen confiando en los políticos? Según un artículo del 17 de julio de 2020 publicado en el portal digital El Comercio, los electores suelen “preferir promesas agradables en lugar de la dura verdad”. Si un candidato dijera la verdad durante su campaña, probablemente no recibiría ni un solo voto. Esta realidad se aleja de la buena política aristotélica, que busca el bien común de la sociedad. Groucho Marx [1] alguna vez habría dicho: “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. Esto contrasta con la política que debería servir a la dignidad del pueblo. En otro contexto satírico, Woody Allen [2], mi preferido en su época de “Banana Split”, sentenciaba: “La vida es estúpida… estúpida y trágica”.
Es importante abordar estas cuestiones para comprender por qué los ciudadanos siguen confiando en los políticos a pesar de las decepciones pasadas.
Correo electrónico: [email protected]
Fuentes consultadas
[1] https://www.elcomercio.com/opinion/columnista-elcomercio-opinion-mienten-politicos.html
[2] https://elpais.com/cultura/2022-09-17/woody-allen-la-vida-es-estupida-estupida-y-tragica.html
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