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Opinión

La amistad, alquimia humana

POR Esther Prieto
Jurista, especialista en Derechos Humanos por la Universidad de Estrasburgo, Francia.

La amistad es un vínculo, un enlace especial con una persona elegida, a quien la circunstancia nos ha acercado, generando un sentimiento muy difícil de describir, tan difícil como el amor. Al principio no fue de mi agrado la celebración del día de la amistad, pero viendo que ha sido legitimada por la gente, decidí ensayar algo sobre este tema que en realidad no necesita de elucubraciones ni explicaciones. Creo que la amistad y el amor son dos hermanos gemelos que se confunden y caminan de la mano, ya que hay amores que se convierten en amigos y hay amistades que se convierten en amores. Amor y amistad son como imanes inexplicables de distinta dimensión que surgen como atracción inevitable, en aleación alquimista.

En realidad, pienso que no ha de haber persona que pueda decir “esta es la amistad, o la amistad es así”. La amistad no necesita mayores explicaciones, es fuente de alegrías y refugio para las penas, surge, se desarrolla y se manifiesta con profundas emociones de complicidad. En realidad, a veces me pregunto qué significo yo para mis amigos, o si he podido llenar las expectativas de esas personas amadas que han despertado esa relación tan particular y tan saludable en el andar de mi vida. A veces se confunde la amistad con una relación afectiva en el trabajo, y a veces surge la amistad desde esa relación.

La distancia no separa a los amigos. Tengo amigos y amigas que aun en la distancia, viven en mí con intensidad, amigos muy queridos a quienes no veo incluso por mucho tiempo, pero cuando les encuentro, hacen brotar en mí esa sensación de eternidad, y vivir en ese instante exactamente el mismo lazo tan especial, con quienes no terminan los abrazos y las largas conversaciones. Esa comunicación es maravillosa, y me llena el alma de ternura. Hay otros amigos a quienes amo y no lo saben, porque ha habido desentendimientos que nos han alejado. Siento que los voy a querer por siempre.

La amistad nace y se desarrolla en distintos espacios en las etapas de la vida. Algunas personas se aferran a sus amigas y amigos históricos y hacen casi una negación a las personas nuevas que aparecen en su vida, perdiendo la oportunidad de agregar innovaciones que enriquecen las relaciones afectivas e intelectuales. Infelizmente, sólo conservo algunas de las amistades antiguas que vienen desde la niñez, porque esos vínculos se cultivan generalmente en la escuela de la primera infancia. En ese tiempo, mi familia vivía en el interior, en San Pedro del Paraná, y mis amiguitas y amiguitos de mi niñez quedaron allí cuando nos mudamos a Asunción. Les recuerdo, como figuras distantes. Son mis amigos eternos que permanecen en zonas borrosas de mi corazón. Sólo recuerdo con nitidez a una niñita que vivía cerca de mi casa y con quien establecí lazos inocentes de hermandad inolvidable. Nunca más la vi. La recuerdo siempre en nuestras reuniones con mis hermanas.

Se tiene también los amigos de vecindad, una relación encantadora, ya que la cercanía crea un puente que propicia el estar juntos en lo cotidiano. En mi juventud, mis amigos por vecindad fueron poco estables, ya que cuando nos mudamos a Asunción, vivíamos en casas alquiladas, así que con cada mudanza sentía yo un desprendimiento de mis afectos, y me dolía tanto que en mi nueva residencia me negaba a brindarme nuevas amistades. Hoy conservo en mi corazón esas amigas compinches que tenía en las casas que había dejado, como aquella del barrio Ciudad Nueva. Solo en los últimos años permanecí por largo tiempo en un barrio hermoso que me proveyó de excelentes amigos y amigas.

Con los años, llegan el colegio y la universidad, centros de amistades permanentes, espacio propicio para el crecimiento de la amistad. Tengo tres compañeros y compañeras de la Facultad de Derecho, con quienes conservo una amistad constante y perdurable, cómplices genuinos, en quienes deposito toda mi confianza, mis risas y mis lágrimas. Al término de la facultad, cada uno toma su camino y yo comencé mi peregrinar por el mundo, emprendí viajes de estudio en el exterior, alejándome de mi querida Asunción; y cuando volví, solo recuperé a algunos amigos, ya que no contábamos con los mensajes y correos, por lo que disminuyó la comunicación. Como exfuncionaria internacional, construí vínculos afectivos solidarios muy fuertes con amigos y amigas esparcidos por el mundo. Con todos ellos mantengo comunicaciones constantes, hoy facilitadas con las redes y los viajes frecuentes.

En todo este trayecto polifacético, tengo muchos amigos exalumnos míos de la facultad, y hoy colegas. Hay amistades sumadas a las históricas, que nacieron en el mundo del pensamiento, o en el intercambio de la acción y los compromisos que se construyen en la fraternidad, ese sentimiento sólido basado en el principio de la lealtad, la integridad y la coherencia cristalizada en encuentros espirituales profundos. Esas amigas y amigos de ideales de aquí, y de otros países que nacieron en la lucha por las transformaciones sociales, acompañan mi vida, con esa fortaleza que lleva consigo el compromiso con los “otros”, a los que se sumaron nuevos compañeros y compañeras de
este tiempo, seres queridos del tiempo de la madurez, amigos y amigas de una nueva generación, a quienes uno mis sueños otoñales, y que presiento estarán conmigo por siempre.

Tal vez pueda concluir con mi opinión de que las amistades van naciendo en cada espacio y en cada etapa de la vida, como joyas, ensambladas en eslabones, y a veces permanecen en cada anillo en compartimentos separados, pero siempre formando un precioso abanico de alquimia en el andar de la vida, amigos de la vida, amigos por siempre. ¡¡¡Feliz Día de la Amistad.!!!

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