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Opinión

Wittgenstein y la realidad paraguaya

POR Martín Ramírez Machuca
Dr. en Lingüística, Lenguas, Filosofía, Educación y Didáctica. Universidad de Kiel, Alemania.

El vocabulario del paraguayo tiene una riqueza de valor incalculable, pues en cada  palabra integrada en la constelación lingüística del hablante se evidencian rasgos antropológicos de la vivencia del individuo con su entorno. A modo de ejemplo y para ilustrar la idea, aquí van algunas frases que nos tocan profundamente como paraguayos, no sabría ponderar si estas frases son positivas o negativas, pues amerita un estudio más científico para determinar el  grado de significancia entre las palabras y el comportamiento del paraguayo:

  1. Vai vai.
  2. Upéichante.
  3. A lo Chaco.
  4. A lo Luque.
  5. Así nomás loo es.
  6. Qué se va a hacer.
  7. Dejá nomás / dejaite nomás.
  8. Chapucero.
  9. Cachafaz / Kachafa.
  10. Al voleo / A las apuradas / Al santo botón / Al pedo.

Además de esta lista, existen otras palabras que se vinculan con varios ámbitos del conocimiento y en los que el paraguayo es la estrella principal. Pero con esta lista ya podemos conectarla con los últimos acontecimientos que ocurrieron en  nuestro país.

El famoso vai vai se visibilizó  en el viaducto Semidei,  que de la noche a la mañana empezó a perder piedra triturada a  través de un hueco que  apareció entre las uniones de la estructura del viaducto. Según las autoridades, esto se debió a que un camión de gran porte colisionó contra la obra.

Lo central de este tema es el vai vai como se hacen las obras en el país, no solamente este sangrado de piedra triturada en este viaducto, sino en otras obras recientemente inauguradas, como por ejemplo: el megaviaducto, que en época de lluvia se inunda.

Hace unos días el vai vai nuevamente apareció en un derrumbre de una estructura en la ciudad de Luque, que fácilmente se lo podría asociar con  “a lo Luque”, pues al parecer los trabajadores no tenían los equipos adecuados para el trabajo, según los reportes de las autoridades intervinientes.

El resistido proyecto de la bicisenda no se escapa de estas palabras: vai vai, al voleo, al santo botón y a lo Chaco, pues se pudo constatar que  la forma como se ha llevado a cabo, especialmente el marcado de las líneas, no se rige por especificaciones técnicas estandarizadas que deben cumplir este tipo de proyectos.

Hoy en día, se debate si en la emblemática calle Palma continuaría la bicisenda.  Si pasara esto, sería una obra al “santo botón”, es decir “al pedo”.

En el ámbito político, la sociedad  está muy atenta a las conferencias de prensa de la embajada de los EE. UU.; en este punto, nadie puede hacer nada porque no se tiene la altura ni la reputación necesaria para contrarrestar las declaraciones de un gobierno extranjero. Aplicaría aquí “así nomás loo es” o la resignación fatalista “qué se va a hacer”, dejando en manos de otros las decisiones que nuestros gobernantes deberían tomarlas.

En la contienda proselitista actual aparece y se revitaliza la palabra “cachafaz” o kachafa (guaranizado). En cada concentración política aparecen los “cachafaces” que intentan convencer al electorado con populismo barato, con mentiras a mansalva  y otros que quieren regular la lactancia de los bebés y partos naturales. ¿Hasta qué punto se puede tolerar a estos “cachafaces” de la política criolla? ¿Y qué hacemos para contrarrestar estos disparates que vociferan cada segundo? Nada, por qué, porque “así nomás loo es”, o “dejá nomás”.

La historia hasta aquí ilustrada tiene su raíz en las teorías del gran filósofo Ludwig Wittgenstein (austriaco, 1889–1951), quien ha desarrollado una teoría sobre el impacto del lenguaje en la vida cotidiana. La frase que inmortalizó su teoría reza como sigue: “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”.  Su planteamiento implica la relación que existe entre un individuo y su realidad.

La tarea de Wittgenstein era la de captar o describir esa realidad en la cual el individuo está inmerso a través del lenguaje en todas sus dimensiones, sean éstas semánticas, estructurales y culturales.

A nivel local, y si analizáramos detenidamente a nuestros actores políticos, podríamos sacar resultados muy sorprendentes, pero no precisamente positivos que pudieran poner en un pedestal a estos “eruditos” que diariamiente están sacando sus “realidades” inexistentes a los electores.

Por otro lado, la realidad que muestran estos políticos es decadente, degradante, populista y atiborrada de mentiras.

Ante esta sistemática alienación proselitista a la que el pueblo está sometido, este “vapuleado” pueblo debe mostrar su verdadera realidad. Una realidad que es muy distinta a la descrita por estos héroes del populismo.

Lo triste y lamentable es que el pueblo debe manifestarse para lograr  avances, desde un sistema de transporte digno hasta una cama de terapia intensiva en un hospital público.

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