Opinión
La hora es la hora
Lamentable la reprimenda que le dio el actual presidente de la ANR al candidato oficialista Santiago Peña: “La hora es la hora”. Una llamada de atención sin parangón en la historia politica de nuestro país, que yo sepa; por ahí habría algún historiador que nos ilustre si hubo alguna vez alguna anécdota similar a lo ocurrido hace unos días. Al presidente de la ANR solo le faltó rematar con “café o leche”, haciendo alusión a la leyenda que vincula al exdictador de nuestro país.
En alguna parte de la historia de la Alemania nazi, se cuenta que Franco no pudo llegar a tiempo a una cita con Hitler. Este se puso muy molesto por la llegada tardía de su homólogo español; como teutón disciplinado al horario, no podía entender cómo un gobernante puede atrasarse en una cita importante. Según cuenta la historia, en esa reunión privada que Hitler mantuvo con su par español, Hitler le dejó un claro mensaje a Franco: “Yo soy el dueño de Europa y como tengo a mi disposición doscientas divisiones no hay más que obedecer”.
El rey de España, Juan Carlos I, le había hecho callar al expresidente venezolano, Hugo Chávez, por sus bravuconadas y mala educación en público. Esta acción se viralizó por todo el mundo y se ha debatido hasta el cansancio hasta qué punto un rey tiene atribuciones ante otros gobernantes para tomar tamaña decisión de hacerlos callar o censurarlos.
Entiendo que todo se soluciona, se olvida, se pasa por alto, se ignoran estas demostraciones de poder ante el público, pues el triste espectáculo que ha dado el presidente de la ANR y expresidente del país, que no se acostumbró a soltar las riendas de los ejes del poder y, especialmente, seguir sometiendo a su antojo a conciudadanos que están alrededor de su persona, quizás están con él por intereses personales, dinero u otra razón inexplicable.
Quizás escudriñando algunas teorías psicológicas podríamos develar el misterio de por qué individuos formados y con un nivel intelectual un poco más desarrollado que muchos compatriotas -que apenas terminaron el bachillerato en el consabido desgastado modelo educativo del país-, como el caso de Peña, pueden obedecer ciegamente a ciertas personas con pasado torcido.
¿Qué les une a Peña y a Cartes, y por qué Cartes debe denigrar en público al candidato oficial de un partido hegemónico? ¿Es su empleado, su secretario, le debe plata, le debe favores como muchos acólitos que como moscas vuelan alrededor del expresidente? Nunca lo sabremos, aunque por esas cosas raras de la vida podrían filtrarse informaciones para descifrar esa unión casi siamésica entre estos dos personajes de la actual política paraguaya.
Lo cierto es que el propio presidente de la ANR, con esta atrevida, denigrante y no muy feliz reacción, solo ha dado la evidencia que la sociedad estaba buscando para cerrar la lógica de que Santiago Peña no gobernará ni hará nada de lo que supuestamente haría en caso de llegar al poder.
Peña da pena, realmente, como una vez un periodista de renombre le había bautizado en una oportunidad. Justamente por estas situaciones como lo ocurrido en el predio de la ANR, lo ponen a Peña como evidencia del manoseo por una persona que se escuda en fueros para zafar de eventuales imputaciones.
¿Qué le deparará al Paraguay en los próximos cinco años con un presidente que no tiene ni el mínimo amor propio ni respeto a su persona? ¿Para quién gobernará? ¿Para su jefe y acólitos que lo siguen solo por intereses personales? Porque no gobernará para todo el pueblo paraguayo que necesita despertarse para salir adelante, que necesita imperiosamente un nuevo sistema de transporte, que el ferrocarril cruce campos y valles transportando a compatriotas a lo largo y ancho del país, una salud integral y de calidad para que ningún paraguayo cruce las fronteras para hacerse tratar por una simple dolencia, en fin, hay miles de prioridades que se tienen que atacar desde el primer día de gobierno del futuro presidente, sea este de la ANR, PLRA o de cualquier otra organización política que llegase al poder.
Definitivamente, la actitud prepotente del actual presidente de la ANR y, además, alejado de los verdaderos grupos de colorados honestos, degrada y restringe las capacidades innatas del individuo de pensar por sí solo, de ser reflexivo y crítico.
Ojalá que el pueblo se despierte y deje de creer en los Reyes Magos o en los mesías trasnochados que con su acciones “filántrópicas” hacen creer a este ninguneado pueblo que ellos son los únicos salvadores de esta nación.
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