Opinión
Derechos humanos en las consignas electorales
Es sorprendente que solo excepcionalmente algunos postulantes a los cargos electivos se ocupan de invocar los principios y los compromisos de los derechos humanos en sus consignas políticas. Más aún, me sorprende que a esta altura creo haber mirado mas de 50 entrevistas en este tiempo, y solo excepcionalmente surge alguna pregunta sobre los derechos humanos y aparece en los diálogos con los candidatos y candidatas en forma tímida, como si hablar de derechos humanos no fuera importante para incidir en el número de votantes. Me refiero a las contiendas electorales de todas las esferas. Hablan de transformación y de políticas públicas, pero no pronuncian ese vocablo compuesto tan emblemático: derechos humanos. De eso no se habla.
Es curioso que en nuestro país, que ha sufrido durante décadas enteras una dictadura con gravísimas violaciones de los derechos humanos, y que justamente se ha puesto fin a esa represión con la movilización de grupos defensores de los derechos humanos, los dirigentes políticos no hayan aprendido que si no se cumplen estos principios en toda su dimensión tanto en lo que concierne a los derechos civiles, como a los políticos, sociales y culturales, nunca hará a su pueblo feliz. Más aún, si se cumple con los derechos humanos no habrá impunidad, y sin impunidad no florece la corrupción, y sin corrupción no habrán “significativamente corruptos”.
Me llama la atención que no hayamos podido incorporar en la mente de los líderes los valores sustantivos de los derechos humanos, así como la necesidad de fortalecer la dignidad nacional con el compromiso y cumplimiento de los mismos. He escrito ya con anterioridad en esta opinión, sobre la inmensa cantidad de tratados internacionales de derechos humanos a los que nuestro país ha otorgado la ratificación, pero que no se cumplen, ya sea por falta de seriedad, por no tomar al país en serio, exponiendo la imagen del país al desprestigio ante la comunidad internacional, etc. Estos derechos universales se vienen proclamando desde el año 1948 con la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Sin embargo, aquí se los ignora, los ignoran los que van a gobernar la nación, hablan de todo, por ejemplo, hablan insistentemente sobre la renegociación de la Hidroeléctrica Itaipú, pero me pregunto yo: ¿de que serviría a la gente la mejor negociación respecto a la cuestión planteada en el Tratado de Itaipú, si no se cumple con los derechos humanos? ¿A qué se destinaría el resultado de este justo reclamo? Itaipú fue construida durante la dictadura, y acaso ha incidido en mejorar la condición de vida de la gente? Y no hablemos del costo de las tarifas del consumo de energía eléctrica que hace imposible que las familias con escasos recursos la utilicen regularmente. Beneficio hay,
pero solo para unos pocos privilegiados, que formaron una nueva estirpe económica.
Y en el periodo de tres décadas de esta democracia formal, nos preguntamos ¿de que sirvieron las regalías entregadas a los municipios, los que dilapidaron estos fondos sin que este beneficio llegue a los ciudadanos.? Creo yo que al mismo tiempo que hacen estas reivindicaciones sobre la negociación del tratado, tan necesaria, justa y urgente, se deberían ya plantear las propuestas para el destino de estos fondos, y que los mismos no sean utilizados y aplicados para el aumento de los honorarios de ciertos “elegidos premiados por sus lealtades” , sino para asegurar un nivel de vida adecuado para la gente, para las familias paraguayas, en cumplimiento de los compromisos contraídos en el marco de la ratificación del Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales. No, de eso no se habla.
Me atrevo a creer que el silencio respecto a los derechos humanos no se trata de un olvido, sino que más bien se trata de una negación, de un no querer hablar ni comprometerse con el tema, ya que el mismo implica compromisos mayores que concierne a la vida digna de cada uno de los habitantes. Y eso implicaría, involucrarse en la correlación de fuerza de los intereses económicos dominantes. Por eso no hablan de derechos humanos, porque temen perder el apoyo de los que manejan los hilos del poder económico-político, principalmente.
Muchos estamos esperando con ansiedad, que algunos o algunas tengan la iniciativa de ofrecer al país este compromiso. En mi observación, una candidata a senadora de la Nación, mi colega Soledad Villagra, y disculpen si la nombro, ha mostrado públicamente su compromiso, invocando en varias ocasiones, e incluso con programas de información, sobre el alto significado de los derechos humanos como instrumento poderoso para combatir la pobreza, las desigualdades, la impunidad y la corrupción. Esta consigna de los derechos humanos, como eslogan, suele promover en su campaña, la mayoría de los candidatos a la presidencia de otros países. ¿Por qué no lo hacen los nuestros?
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