Opinión
El uso y abuso de la palabra en el lenguaje político
El milagro de la palabra es uno de los grandes atributos del ser humano. La historia del lenguaje humano nos acerca a los esfuerzos de los diversos grupos sobre la construcción, aceptación y uso de la palabra en el proceso de la evolución humana. En las culturas de los pueblos indígenas, particularmente del pueblo Mbya Guaraní, en el Paraguay, la palabra es sagrada, con una connotación altamente espiritual y símbolo de sabiduría. Así mismo, el nombre de las personas siempre ha tenido una dimensión sagrada en todas las culturas ancestrales, a tal punto de que en muchas culturas, se mantiene hasta hoy, como el secreto mejor guardado, el nombre autóctono de sus integrantes.
Sin embargo, aquí en nuestro mundo de la paraguayidad, la palabra se maneja muchas veces con ligereza, con contenido confuso y poco claro, casi desfigurada en forma implícita, como si para todos pudiera tener el mismo significado. Y se la usa en forma repetitiva, como si todos estuviéramos hablando de la misma cosa, pero sin ninguna aclaración de qué es lo que decimos, o de qué estamos hablando, tan es así que con frecuencia nos encontramos trepando en la torre de Babel, donde nadie entiende a nadie. Y curiosamente en la jerga política, se manejan reiterativamente ciertas palabras genéricas que nada significan concretamente, pero que tienen el efecto de despertar una ilusión en las almas desprevenidas. Al respecto, me referiré en esta opinión a algunas de estas palabras tan pronunciadas por las consignas de los políticos, y repetidas por la gente incansablemente como si trataran de convencerse unos a otros que como el “ábrete sésamo” se abrirán las puertas del paraíso.
1.Haremos el cambio
Seguro han escuchado insistentemente en los discursos de las campañas políticas, la palabra “cambio”. ¿Qué quiere decir esa palabra? No hay un solo candidato o candidata de cualquier cargo electivo que fuera que no nos prometa el cambio. Y pronuncian con firmeza cuando hablan, y escriben en sus carteles con letras brillantes la palabra cambio, como si se tratara de algo mágico, la panacea del buen vivir en Paraguay. Como si el cambio significara todo lo bueno, todo lo fantástico, como si esa palabra transformaría mi vida, donde todo estará perfecto, donde nada me faltará. Parece que nuestros queridos compatriotas aspirantes a los cargos no han aprendido que ya tuvimos muchos cambios, y que varios de ellos no han significado nada. Nada de nada de lo que la gente esperaba, porque la palabra cambio en forma solitaria sin los sustantivos del qué es lo que se va a cambiar, nada significa.
2.Vamos a vivir mejor
La otra palabra que ha llamado mi atención es la palabra “mejor”. Mejor en qué. ¿Qué quiere decir mejor? ¿Un poquito más, mucho más, grandiosamente más? O cómo estará la calidad de mi vida, tendré todos los servicios públicos que necesito, tendré el pan de cada día, tendré la justicia que busco, tendré la vivienda que necesito, tendré el trabajo que me de tranquilidad. ¿Que significará para mis propias aspiraciones esa palabra mejor? Hasta forma parte de consignas de unos cuantos eso de “vivir mejor”. Que en realidad no dice nada. Nada de nada. Nada de todo lo mencionado se expresa con la palabra mejor, pero la gente interpreta y cree. Y ojalá sea como la gente cree que será con aquello de “mejor”.
3. Oportunidad para todos
Otra palabra repetida infinitas veces es la palabra oportunidad. ¿Oportunidad para qué? No lo sabemos, esperamos que no sea para apañar la corrupción reinante. Vamos a dar oportunidad a todos, una frase bastante reiterativa en los discursos de los postulantes, “vamos a hacer que todos los ciudadanos tengan oportunidad”. El problema es que no explican para qué es la oportunidad, tampoco hablan de igualdad de oportunidades o de oportunidades para la igualdad. Nunca hablan de igualdad de ninguna clase, que es lo que más necesitamos en una sociedad tan desigual. Con excepción de una candidata a senadora, nadie ha hablado de los derechos humanos como la gran oportunidad, tanto para el cambio como para vivir mejor. Y al final, ¿qué es lo que van a cambiar y qué es lo que van a mejorar? Esa es la pregunta.
Me he referido solamente a tres palabras, pero hay muchas más. Palabras sin contenido, que son solamente “paroles” la elocuente expresión de la lengua francesa que refleja lo que aquí llamamos palabrería, o sea, una sarta de palabras que al fin y al cabo no dicen nada. Francamente me han cansado esas paroles de los candidatos a presidente, gobernadores, diputados, senadores, concejales departamentales, creo que ya es hora que nos hablen con expresiones explícitas, con contenido. Los señores y señoras a quienes le vamos a elegir deben explicarnos qué es lo que van a cambiar, qué es lo que van a mejorar, y cómo es que todos vamos a tener oportunidad, y para qué. Hablen
claro. Así les entenderemos, y podremos tener la posibilidad de hacer nuestra elección con voto consciente, dentro de las limitaciones propias de nuestro sistema electoral que nos constriñe a las candidaturas previamente acordadas en el seno de los partidos y movimientos. Eso es lo que tenemos y hagamos lo mejor de nuestra parte.
Epílogo
Cuando estaba cerrando este comentario, recibí un link de uno de los presidenciables con un cartel que decía: ¡El cambio ya llega! Qué es lo que va a cambiar, sabremos cuando llegue. Luego prendí la televisión y vi a otro de los candidatos ante una gran multitud afirmando: “Vamos a cambiar el país, quiero un Paraguay sin pobreza”. No dijo “quiero un Paraguay sin gente en situación de pobreza”, aunque finalmente manifestó que “no es justo ser pobre en un país tan rico”. Ok, algo es algo. Y vamos por el cambio.
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