Opinión
Mundial Qatar 2022: Gracias, Argentina; gracias, Francia
UNO
Las lágrimas recorrían sus mejillas. Él estaba en su sillón preferido, y yo parado, a su lado, viendo cómo la emoción lo invadía a mi viejo. Eran las 15:30 horas aproximadamente de un 25 de junio de 1978. Era la primera vez que lo veía llorar de emoción. Compartíamos el fanatismo por el fútbol. Mi padre, desde los años cincuenta, era un cinéfilo irredento. En aquellos años, antes de las pelis, proyectaban los noticieros y ahí vio, por primera vez, al Real Madrid de Di Stefano. Y, lógicamente, se hizo fan de la Saeta Rubia. Igualmente, se deslumbró con el famoso equipo de los Carasucias del 57, que ganó el Sudamericano de Lima y que muy pocos vieron. Insólito. En esos tiempos pretéritos, la radio era la dueña y señora de las transmisiones deportivas. Ergo, siempre hinchó por la albiceleste. En contrapartida, yo estaba del lado de los brasileños. Había visto al team de Brandao -año 76- que ganó la Copa Bicentenario, en forma impecable. Sin embargo, luego lo echaron, sin miramientos, al prestigioso técnico, en plenas Eliminatorias.
El reemplazante, Claudio Coutinho, al dar la lista definitiva, brindó una muestra de su sapiencia futbolística.
-Eligió a un mediocampista rústico como Chicao y dejó de lado al exquisito volante del Inter, llamado Paulo Roberto Falcao.
En pleno Mundial, el juego de los brasucas no convencía a nadie y menos al que suscribe. En tanto, Argentina jugó de menos a más. Que coincidencia, ¿no? Por lógica, comencé a hinchar por ellos, aparte estaban dos ídolos de aquellos tiempos.
-El Beto Alonso y Mario Kempes.
Ese domingo de junio también vimos un partidazo. Y ganó el mejor. Esto es, Argentina.
Pasaron 44 años de aquella tarde –grisácea- en Lima.
DOS
Lionel Scaloni no parece argentino: declara bien, no es arrogante, no es ofensivo, es un técnico joven, muy inteligente y a partir de que lo confirmaron en el puesto, ha hecho cosas muy buenas. La verdad que se merece lo mejor. Claudio Borghi Campeón del Mundo en 1986.
A Scaloni lo discutían todos. Hasta sus amigos más cercanos estaban incrédulos. Era lógico, carecía de experiencia. Chiqui Tapia -que de tonto no tiene nada- lo rodeó de exjugadores que lo podían ayudar. Incluido al extécnico César Luis Menotti. Y así comenzó.
-Peor que a Sampaoli y Bauza no le iba a ir. Siempre y cuando sepa escuchar.
Y esa es una de las cualidades del joven técnico. Escuchar, capacitarse, poner énfasis en la táctica y la preparación física. Pero más que nada es un técnico moderno. Jamás le diría a un jugador:
-Muchacho, salga y haga lo que usted sabe.
Tampoco se quedaría en La Raya, toda la madrugada hablando de fútbol, mientras le bajan las bebidas espirituosas.
-Por eso, muchos odian a Bielsa. Increíble, pero cierto. Tampoco se presta para la cojudez, esto es el franeleo. Ídem, Scaloni.
TRES
En la jerga argentina, panqueque hace referencia a la persona que se desdice o cambia de bando.
El periodismo deportivo es uno de los más demagogos que existen. Sea el país que sea. En España, la Madre Patria, hay un programa que -más que nada- es un show.
El Chiringuito.
Eso no es periodismo. Jamás. Tampoco lo son ciertos impresentables que criticaban con insania a los actuales campeones. Una cosa es criticar y otra muy distinta denostar. No son sinónimos.
¿Por qué lo hacen entonces?
Simple, por el rating. Es mucho más fácil llamar la atención siendo rimbombante y procaz, que comedido.
Liberman se graduó en el Instituto de Niembro. Quien está en el rincón de los olvidos, como debe ser.
Impresentables hay por todos lados.
CUATRO
Lo que vimos el día de hoy fue una obra de arte, con artistas de la bola. Fue el mejor partido que vi en mi vida. El mejor partido en una final de la Copa del Mundo. Donde las cosas fueron cambiando de un lado a otro. Walter Casagrande comentarista de la Red Globo.
La táctica argentina acentuó las falencias de Dembelé, quien fue incapaz de ayudar a su marcador, en bloquear los arranques de Di María. Para más inri, cometió un penal tonto. El Fideo los hizo mierda a ambos. Sí, un joven entrenador -inexperto en Mundiales- le dio una lección táctica al defensivo y poco creativo técnico francés.
Argentina jugó el mejor partido del Mundial. Me hizo recordar la goleada histórica a Italia en junio pasado. Cada partido, después de la derrota inesperada, fue una final. Se adaptó a los rivales. Fue pragmático. Messi no puede hacer pressing a los 35 años. Imposible. Todos los demás corrieron por él. Lo mejor de todo, es que encontró a jugadores como Enzo Fernández, Mac Allister y Julián Álvarez, que eran oro puro. Le ganaron el medio campo al Campeón vigente. Minimizando a Griezmann, quien, al ir a tapar la salida argentina, regalaba el control del partido a los rivales. Entre tanto, Francia tenía volantes netamente defensivos y los volantes creativos albicelestes tocaban, tocaban y tocaban. Trataban el balón de la mejor manera posible.
Si eso no es arte, ¿entonces como carajo lo llamamos?
El segundo gol es un homenaje a la historia del viejo y querido futbol argentino. Donde el toque, el desmarque y la velocidad siguen siendo los paradigmas del fútbol siglo XXI.
La dinámica y el despliegue de los albicelestes fue tremendo. La secuela lógica vino al minuto 80 y se llama cansancio.
Recién allí aparece Francia, al ingresar Coman y Camavinga, dos portentosos atletas.
Si bien Scaloni hace ingresar a Paredes, nunca hace la línea de tres para contener la ofensiva gala.
Y apareció el crack francés.
El suplementario casi infartó a los hinchas rivales; en tanto, que los neutrales no queríamos que termine más. Y Messi -siempre él- aparece en una jugada exquisita y define como los dioses.
Y volvió a aparecer Donatello.
En los penales, Dibu fue determinante. No es el mejor arquero del mundo, pero intimida. Es un rasgo de su personalidad. En los penales se siente ganador y lo transmite a sus compañeros. En la última jugada, que evita el gol francés, se nota la influencia de Neuer y Ter Stegen. Quienes atajan con todo su cuerpo, extendiendo sus extremidades al máximo. Eso también es fútbol moderno.
Los penales consagraron al que mejor jugó.
Y la Copa se engrandece al ser levantada por uno de los mejores jugadores del mundo, si no el mejor de la Historia.
Y sí, así como mi viejo 44 años atrás, se me nubló la vista.
Gracias, Argentina; gracias, Francia.
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