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Opinión

El ombligo de Stoessel y el periodismo paraguayo

UNO

Ahora con este evento tenemos que ver cuánto nos cuesta y cuánto ganamos como país, pero cuando se trata de una lavadita de cara nomás, no sirve para un carajo. Benjamín Livieres.

—No se puede discutir el beneficio —inquiere la compañera.

—Yo discuto mil veces eso. ¿Dónde está escrito que no se puede discutir?, ¿quién dice que no puedo discutirlo? —responde amenazante Livieres.

Entonces el otro panelista, llamado Herken, le espeta.

—Esto se aprobó en el gobierno anterior. (Lo firmó su patrón).

Ahí se enojó el pelado. Golpeando la mesa, mandó a la puta al economista. La periodista Mora trató de conciliar lo imposible.

—Te estoy preguntando cuánto invierte el Paraguay, y cuánto gana el Paraguay. Después vos venís con la pelotudez: no querés que la gente gane plata, ese es el discurso de los imbéciles. ¡Andate a la puta, te podés ir a la reputa, anda a cagar, pelotudo!

Habría que indicar que el tal Benjamín es el director periodístico del Grupo Multimedia, cuyo dueño es Horacio Cartes.

La chatura intelectual y el limitado léxico de los hombres de prensa son el retrato perfecto de lo acontecido, en estos programas olvidables y nimios.

Ese es el nivel periodístico del Paraguay. Lamentablemente. Hay una orfandad increíble de ideas. El debate es prácticamente inexistente. Ni hablar de la dialéctica. Personalmente, le recriminaría al personaje.

—¿Qué podés enseñar vos, como director periodístico, a jóvenes que estudian dicha carrera?

Hace una semana se inauguraron los XII Juegos Odesur, todos vieron –en directo, por las redes y plataformas- las celebraciones por los éxitos obtenidos y el indiscutido apoyo del público.

¿Hay alguien que aun discutiría su importancia?

DOS

El periodismo es un ejercicio de la rebeldía, de la insurrección, de independencia de criterio. César Hildebrandt.

Nunca me gustó el estilo periodístico de los Rubín. Vi en contadas ocasiones los programas de los hijos de Humberto, en los años ’90. Esa forma de pedir opiniones, las más variopintas, con respecto a un tema equis y no refutarle (aunque dijera incoherencias) al invitado, me parecía lo más lejos de un periodismo serio. Esa forma de no confrontar al invitado, sino ser dóciles y livianos, echó raíces en el país.

En el bolso -de este periodismo soft- tengo que incluir a muchos. Uno de ellos, es líder de opinión. Sin embargo, me harté de escucharlo, exclamar a los cuatro vientos, luego de emitir un juicio.

—Me puedo equivocar de opinión. No sé, tal vez, quizás.

Ni siquiera podía sentar una posición sin retroceder en sus palabras. Increíble. Y lo peor de todo es que su mujer es la antítesis: Menchi Barriocanal –sí, con nombre y apellido– fue la única que tenía un programa periodístico de investigación –El Ojo– hace más de 30 años, junto a un inolvidable productor, Augusto Barreto. Destaparon muchos fatos y sufrieron amenazas de muerte. En la actualidad, ella es defensora de la ideología de género –como el que suscribe – y del aborto. Por tal motivo, se ganó odios y peleas ajenas.

El caso de Carlos Báez es para enmarcarlo. Dícese que el conductor facturaba millonarias sumas (que superaban los 100 millones de guaraníes) a cambio de entrevistas positivas a políticos y autoridades, además de favorecer al Gobierno. Todo esto a través de los medios de Vierci. Cayó en desgracia por culpa de la SET, donde se percataron de que había declarado con una factura falsa de 550 millones. De no creer. El comunicador le echó la culpa a su contador. Fue despedido del canal de Villamorra. Al poco tiempo, se incorporó a los medios de Harrison. Lo más bizarro de todo esto sucedió tiempo después: había gente que lo extrañaba en el inocuo programa periodístico que dirigía.  En resumen:

Al paraguayo no le entra bala.

TRES

No hay periodismo que valga la pena sin ética social de peso. No hay éxito que merezca vivirse si no hay compromiso con la gente que sufre. Si el periodista es neutro, prescindente del sufrimiento de los demás, es simplemente un talento alquilado, parte de una maquinaria inhumana. Es para decirlo de una vez y con toda la crudeza: un miserable. Cambio de Palabras, César Hildebrantd

El maniqueísmo es doliente e irreal. En política y religión, sirve para la demagogia y satisfacer a los conservadores a ultranza. En periodismo es un facilismo. Los medios del Patrón versus los demás medios, esto es ABC y Telefuturo. Pero las cabezas visibles de estos enconados rivales derrochan, en varios momentos, una procacidad lamentable. Uno, alto, rubio y con gestos ampulosos estuvo a punto de pelearse en TV nacional con un diputado, a quien insultó. Este lo fue a buscar a la puerta del canal; eso sí, con sus respectivos custodios. Al final, todo quedó en amenazas. Queda claro que eso no es periodismo: es show. ¿Todo por el rating? En varias ocasiones, el personaje de marras vocifera, aun a sus propios compañeros. Grita para imponerse. Entonces me pregunto:

¿Es el proceder adecuado cuando la verdad está de tu lado?

Por otra parte, el otro adalid de la verdad –perteneciente a ABC Color– ha explotado en reiteradas ocasiones, en forma lamentable. Pareciera que ambos ignoran que el insulto es el arma del débil y desacreditar, en forma simplista, es cuando no se tienen argumentos.

“¡Tú no has ganado nada!”.

Pocos hombres de prensa se salvan de la quema. Luis Bareiro, quien es crítico, certero y dueño de una pluma interesante. Sin embargo, también tuvo ciertos excesos verbales con un par de personajes, de los cuales se arrepintió. Y está ese paradigma del país llamado Benjamín Fernández Bogado a la cabeza de radio Libre y con una columna destacada en Última Hora. Uno de los pocos. Y que, por lo visto, es incómodo para los actuales medios de comunicación.

CUATRO

También era necesario saber algunas cosas y haber leído las novelas que uno tendría que haber leído antes de morir. De modo que en lo que escribíamos, inevitablemente, había trazos de nuestras lecturas, pelusas de Hemingway, briznas de Cortázar, ventanucos de Dos Passos, cadencias de Vargas Llosa, realismo eslavo de Solzhenitsyn. Y había en nuestra memoria un poco de Truffaut, un toque de De Sica, siempre un ramalazo de Polanski. César Hildebrandt.

En cierta ocasión, un novel periodista denostaba que a los periodistas antiguos les costaba usar la herramienta de procesador de textos. Lo que no sabía el joven es que dicho utilitario es simplemente eso. Jamás te va ayudar a escribir mejor o redactar un artículo o crónica sabrosa u original.

De ahí la importancia intrínseca de involucrarse en el arte y la música. Saber contemplar la belleza que puede emanar de una película, poesía o novela. Y leer por encima de todo. Sin estos aditamentos es imposible ser un buen periodista.

Lo sucedido con Eva Rodríguez, Montse González y Chipi Vera es la secuela lógica de todo lo que involucra al periodismo nativo. Burdo, improvisado y amateur. Quedará en la anécdota de lo mal que esta la profesión; tan poco apreciada y valorada en los tiempos de postpandemia. 

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