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Opinión

Chile: plurinacionalidad y proyecto constitucional

POR Esther Prieto
Jurista, especialista en derechos humanos por la Universidad de Estrasburgo, Francia.

Chile sometió el pasado domingo el proyecto para una nueva Constitución de la República, al veredicto del pueblo. A través de un plebiscito que contenía solo dos opciones: el “Apruebo” o el “Rechazo”, el pueblo chileno se pronunció con una mayoría de 62 % por el rechazo de la propuesta que había sido trabajada por una Convención Nacional Constituyente por más de un año. Esta nueva carta política sustituiría a la adoptada durante la dictadura de Pinochet, conocida como la Constitución de Pinochet, que está aún vigente, y que obviamente responde a un modelo de Estado y a la política dictatorial de ese duro tiempo que vivieron los chilenos desde el asesinato del presidente
Allende. Durante la dictadura de Pinochet, reinó en Chile la tortura y se registraron miles de personas desaparecidas. Fueron tiempos de terror.

El tema de la propuesta constitucional en Chile ha sido objeto de debate y de pronunciamientos de solidaridad en el mundo entero. Académicos, estudiantes y exalumnos de la Universidad de Chicago en los Estados Unidos, cuarenta intelectuales de prestigio de Europa, varios congresistas de los Estados Unidos, gobiernos progresistas de las Américas, personalidades individuales y organizaciones indígenas se solidarizaron con pronunciamientos para esta nueva carta política de la “nueva era chilena”, que respondía a las demandas sociales a resolver en este tiempo como la instalación de un gobierno paritario de hombres y mujeres, la cuestión ecológica, la definición identitaria de nación plurinacional basada en la diversidad cultural de los pueblos indígenas, la situación de los trabajadores, la atención universal a la salud y la educación gratuita para todos.

El proyecto constitucional invoca en sus disposiciones generales que “Chile es un Estado social y democrático de derecho. Es plurinacional, intercultural, regional y ecológico”. Y aunque en el art. 5 se afirma que “Chile reconoce la coexistencia de diversos pueblos y naciones en el marco de la unidad del Estado “, la cuestión de la plurinacionalidad se ha colocado en uno de los centros neurálgicos de la resistencia al “Apruebo”, ligado a las otras disposiciones con profundo compromiso con los derechos humanos, particularmente sobre los derechos económicos y sociales, los que movieron la defensa de intereses económicos y privilegios históricos que se alzaron como móviles para el “Rechazo”. En alguna entrevista a personas destacadas de la política chilena se pudo escuchar que se trataba de un proyecto “bien intencionado, pero ingenuo”. Sí, probablemente al joven presidente le faltó esa sabiduría, la que solo el paso de los años da.

A los que trabajamos por los derechos de los pueblos indígenas, naturalmente nos ha impactado el tema relativo a la identificación de Chile como país plurinacional, con una población de 11 % de la población indígena, perteneciente a 11 naciones reconocidas en el proyecto constitucional, citadas explícitamente en el texto constitucional. Bolivia y Ecuador son los únicos países de la región que se han proclamado en sus constituciones como Estados plurinacionales, con la debida aclaración de que dicha identificación no hace decaer la unidad nacional del Estado soberano. El proyecto constitucional de Chile también presenta esta afirmación en varios artículos, pero es probable que se haya necesitado una mayor explicación e intercambio con la gente antes de llamar al plebiscito. Una amiga con profundo conocimiento y experiencia sobre cuestiones de esta naturaleza, me compartió esta opinión: “El proyecto es bastante maximalista y generó temor a quienes asustan los demonios”. Comentarios como este se han podido leer en varias opiniones de políticos chilenos y algunos comentarios de las noticias internacionales y en las redes. El tema de la plurinacionalidad requiere un análisis profundo, ya que no se trata de meras palabras, y puede, como se ha visto, generar controversias políticas y filosóficas desde el abordaje de la teoría general del Estado. Creo yo, que el dilema respecto a la cuestión de la plurinacionalidad radica en el hecho real e histórico de que los territorios de los pueblos indígenas son en mayoría transfronterizos, abarcando dos o tres territorios estatales; y sumado a esta problemática, la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas reconoce que “Los pueblos indígenas, en ejercicio de su derecho a la libre determinación, tienen derecho a la autonomía o autogobierno en las cuestiones relacionadas con sus asuntos internos y locales y así como a disponer de medios para  financiar sus funciones autónomas”. Este reconocimiento tiene un peso enorme, ya que se ha discutido durante casi 20 años en el seno de las Naciones Unidas y cuenta con la aprobación de representantes de todos los pueblos indígenas del mundo que integran el sistema de la ONU.

Realizando el ejercicio de una alquimia sobre el concepto de plurinacionalidad junto con el derecho a la libre determinación, se puede comprender el temor que despierta un avance de esta magnitud en el texto constitucional de Chile, país acostumbrado a la buena práctica de derechos ciudadanos en el marco de las formas de la democracia clásica, y que vaciló ante la propuesta de la instalación de una democracia sustantiva que conlleva desafíos de profundos y radicales cambios de fondo. La experiencia de la prevalencia del rechazo invita al mundo a reflexionar sobre aspectos significativos que caminan de la mano en la defensa de los derechos de los pueblos indígenas, con
reivindicaciones que son justas, pero que requieren necesariamente un acomodo de negociación de tal manera que no interfiera en la certeza de la unidad soberana de los Estados Nacionales.

Y ahora, en Chile, volver a empezar, a buscar nuevos acuerdos, y la construcción de una versión tranquilizante, consensuada, para la continuidad del modelo que no pudo convencer al pueblo chileno, el icónico proyecto que en su preámbulo expresa con firmeza el compromiso con la paridad de género y la plurinacionalidad, con estas palabras: “Nosotras y nosotros, el pueblo de Chile, conformado por diversas naciones, nos otorgamos libremente esta Constitución, acordada en un proceso participativo, paritario y democrático”.

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