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Opinión

Tiempos inciertos y renovación política

POR Julien Demelenne
Doctorando en Estudios Políticos por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, París.

Después de una semana de terremoto político, las duplas presidenciales comienzan a definirse. El reciente anuncio de la chapa conformada por Efraín Alegre y Soledad Núñez, así como la improvisada llegada de Arnoldo Wiens a la carrera electoral, abren la disputa a la dupla de Honor Colorado, consolidada desde hace tiempo. La declaración de Horacio Cartes como “significativamente corrupto” por parte de la embajada de Estados Unidos fue un duro golpe al movimiento del expresidente, pero sin mayores consecuencias políticas. A Cartes, lo único que podría frenarlo es una eventual extradición y/o un embargo de sus bienes. El líder de Honor Colorado se juega su libertad, por lo cual estará dispuesto a dilapidar su fortuna con tal de que su proyecto político triunfe. De igual forma, las actividades “económicas” y políticas de Cartes lo llevaron a crearse muchos enemigos. Empezando por el gobierno de Estados Unidos y pasando por el de Mario Abdo, los partidos de oposición y los principales conglomerados económicos y de medios de comunicación. Difícilmente alguien puede ganar una guerra geopolítica, económica y mediática a la vez. Si el expresidente sale victorioso, nos encontramos ante una concentración de poder inigualable desde los tiempos del stronismo.

Lo cierto es que la declaración de Hugo Velázquez como “significativamente corrupto” alteró más el panorama político que la nominación de su antecesor. Velázquez, a diferencia de Cartes, aceptó instantáneamente la advertencia norteamericana y renunció a su futuro político. El embajador estadounidense, en lugar de festejar, debería preocuparse porque con su declaración terminó activando el núcleo fundamentalista del movimiento oficialista. Un expastor evangélico acompañado de un candidato a vicepresidente que afirma que los hombres son quienes deben llevar los pantalones, dice mucho del conservadurismo impulsado por el sector. El cartismo también debe preocuparse con este cambio de planes. Hay que reconocer que, con toda la maquinaria estatal, la candidatura de Hugo Velázquez estaba condenada al fracaso. La popularidad de Wiens es superior a la del vicepresidente: además de ser el ministro con mayores resultados en el gobierno de Marito, sus años como periodista, sumados al apoyo del núcleo religioso y del sector de la construcción, no son datos menores. No hay duda de que recortará la brecha que lo separa de Santiago Peña, aumentando así la tensión en la interna colorada. Al exministro de obras públicas le debe preocupar que se multipliquen los escándalos similares a los de la pasarela de ñandutí. No faltará rival que se dedique a buscar otros deslices administrativos.

En Paraguay acostumbramos glorificar fácilmente a la mujer paraguaya. Rara vez eso se tradujo en otorgarle mayor espacio político y, entre las pocas mujeres políticas existentes, algunas afirman con orgullo ser las “perritas” del líder de su movimiento. Una vez más, estas elecciones presidenciales se están convirtiendo en un asunto de hombres. En el campo colorado, no existe figura femenina en las chapas presidenciales. Efraín Alegre, de su lado, promete un gobierno paritario, pero lo cierto es que las mujeres que estaban consiguiendo elevar el debate político son las que han dado el paso al costado. El anuncio de las candidaturas al Senado de Kattya González y Esperanza Martínez, al igual que el anuncio de Soledad Núñez de su candidatura a la vicepresidencia, es una prueba de madurez política por parte de estas mujeres. En este momento, ser patriota no es ser candidato presidencial sino saber renunciar a las aspiraciones personales en nombre de un proyecto común de nación. Lamentablemente, una vez más este patriotismo recae sobre ellas, demostrando la importancia que otorgamos como sociedad a la figura femenina. En una oposición donde, históricamente, el principal obstáculo para la construcción de un proyecto común alternativo fue el Ego de sus líderes, la renuncia de estas mujeres es digna de ser resaltada. Rara vez vimos un hecho parecido en la oposición, de ahí la victoria constante del “abrazo republicano”.

La concertación opositora se fue definiendo, de forma más pragmática que idealista. Las candidaturas de Burt, Villarejo y Fleitas parecen ser más testimoniales que reales. Efraín como presidente y Soledad como vicepresidenta, alimentan las posibilidades de una alternancia, pero sin representar la dupla soñada. Al presidente del Partido Liberal hay que reconocerle el mérito de haberse sentado con los diferentes líderes de la oposición para construir un relativo y frágil consenso político (lo que no consiguió dentro de su propio partido). El mayor defecto de Efraín es su ego y su falta de carisma. En el imaginario de la gente, Efraín sigue perteneciendo a la vieja clase política, no es el rostro de la renovación que anhela la sociedad paraguaya (hasta el mismo Santiago Peña representa falsamente esa renovación, en términos de figura política). Soledad, a su vez, tendrá que seguir trabajando su imagen de ruptura con el cartismo, que sigue creando ronchas. Al mismo tiempo, paradójicamente, la imagen cartista de Núñez le posibilita una confrontación directa con Santiago Peña, provocando una potencial fuga de votos de Honor Colorado. Ambos ingresaron con el mismo perfil tecnocrático en el gobierno anterior, pero sus caminos se fueron bifurcando.

La renuncia de Esperanza Martínez buscó encontrar un equilibrio dentro de las posiciones dispares del Frente Guasu. Existe una división entre el sector liderado por la senadora, favorable a la Concertación, y el de Sixto Pereira, contrario a la misma. Con su renuncia buscó, por un lado, marcar una distancia ideológica con relación al conservadurismo que representa la chapa Alegre-Núñez y, por otro, no ser responsable de la continuidad del Partido Colorado en el poder. El inesperado accidente cerebrovascular de Fernando Lugo, días antes de la definición de la chapa opositora, dejó huérfano al Frente Guasu. Lugo es, sin lugar a dudas, un elemento importante de cohesión interna y de peso a la hora de las negociaciones políticas. A pocos días de su internación, ya vemos las diferencias internas que anteriormente estaban solapadas por el liderazgo del ex-obispo. A su vez, no podemos negar que desde hace años Esperanza Martínez se enfrenta a un machismo sutil, que con su violencia se niega a aceptar un liderazgo femenino dentro del Frente Guasu. Si Fernando Lugo no se presenta y se produce una división interna, existen fuertes probabilidades de que el conglomerado de partidos de izquierda pierda su statu de tercera fuerza en las próximas elecciones.

Lo que podría generar otro terremoto político es una candidatura de oposición externa a la Concertación. Tanto la división interna del Frente Guasu  como la candidatura de Euclides Acevedo (actor carismático y de juego ambiguo) pueden contribuir a restarle los puntos que necesita la oposición para ganarle a la ANR. Históricamente, las divisiones han contribuido a beneficiar al statu quo, lejos de construir “un cambio real”. La polarización de la oposición, sin un canal de deliberación (elecciones internas, sondeos, etc.), entre una chapa Efraín-Soledad y una chapa Euclides-Frente Guasú, solo contribuirá a la continuidad del Partido Colorado.

Quizás la primera renovación de la clase política paraguaya no pase necesariamente por el momento electoral, sino por el retiro de dos dinosaurios políticos. Las jubilaciones de Juan Carlos Galaverna y Blas Llano dicen mucho de los nuevos vientos políticos que soplan. Actores de larga carrera y con buen olfato político, quizás sintieron que la renovación se aproxima y que ya no tienen lugar en un nuevo escenario. Lo triste es que esta renovación se dé por retiro voluntario y no por el mandato popular. Quizás, también, este nuevo momento político se da gracias a las decisiones de las mujeres. Estas elecciones vuelven a estar encabezadas por los hombres, pero el protagonismo lo tienen las mujeres. Son ellas quienes entendieron que el debate no debe centrarse únicamente en la renovación del Ejecutivo. Existe un trabajo importante para renovar el Senado (donde existen muchas esperanzas depositadas), pero la Cámara de Diputados, debido a su descentralización, sigue representando un inmenso desafío. La renovación debe ser total para poder materializar una reforma del Poder Judicial y así enfrentar la corrupción endémica que nos destruye. El tiempo de los terremotos políticos no se acabó, todavía pueden existir nuevas sorpresas. La incertidumbre electoral forma parte de la consolidación democrática. Una democracia es real cuando no se sabe de antemano quien saldrá victorioso. Quizás, la única certeza en estos momentos es que ningún candidato siente que su victoria se encuentra asegurada. Una democracia consolidada es, entre otras cosas, una donde existe alternancia de partidos políticos.

1 Comment

1 Comentario

  1. Ysanne Gayet

    22 de agosto de 2022 at 15:02

    Tus últimas 3 líneas sums up the situation! Good article!

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