Connect with us

Opinión

Universidad Nacional: urge capacitar a los docentes

POR Por Martín Ramírez Machuca*
Dr. en Lingüística, Lenguas, Filosofía, Educación y Didáctica. Universidad de Kiel, Alemania.

En décadas pasadas, los colegios nacionales y la Universidad Nacional de Asunción eran las instituciones formadoras de la población paraguaya por excelencia. Se han destacado varios colegios como el Nacional de la Capital, Nacional de Niñas, entre otros. También algunos colegios privados emergían y aportaban su grano de arena en la formación de los jóvenes paraguayos. Por su parte, la Universidad Nacional tenía como única competencia a la Universidad Católica de Asunción.

En la época de apertura democrática, por medio de una ley de universidades, la muy mentada “Ley Marcos” (Ley Nº 2529/06) se hablitaba  la creación de universidades e institutos superiores. Según datos, el 75 % de las carreras fueron creadas bajo esa ley.

En mis años de docencia, siempre en los encuentros docentes con las autoridades del MEC, insistía en que el ciclo secundario estaba desfasado del espectro universitario. No existía un eslabón directo para conectarse con la estructura curricular de la universidad; es decir, no bastaban 12 años de instrucción sistemática formal para ingresar directamente a la universidad, muy común en algunos países un poco más desarrollados. La respuesta que siempre daban los responsables del MEC era que el mundo universitario es un estamento independiente y autónomo. De ahí se desprendía la nula vinculación con el ciclo sencundario. Por lo menos en este aspecto, hoy en día, se puede ver que los estudiantes secundarios realizan ferias para conocer las ofertas de las universidades nacionales y privadas.

La Universidad Nacional de Asunción (UNA), según los últimos reportes de lals calificadoras internacionales, está en los últimos niveles, es decir, no existe para la comunidad universitaria internacional; claro, de acuerdo a los niveles otorgados por estas calificadores. ¿Por qué la UNA nunca ha progresado, mejorado o tratado de optimizar su estructura académica? Recuerdo en mi época de estudiante: aterricé en la Facultad de Química (luego me dediqué al magisterio), me gustaba la rigurosidad de mi profesor de laboratorio: tan riguroso era que no permitía errores. Hasta conseguir los resultados esperados insistía en los experimentos. Lo malo de a parte positiva de esta anécdota, es que los profesores titulares nunca aparecían, solo en algunas sesiones magistrales para abordar alguna teoría, y luego desaparecían. La carga de la enseñanza se la dejaban a los ayudantes de cátedra, que, por cierto, eran los que hacían el trabajo duro. Aún la tengo en la memoria a una ayudante que tenía que lidiar con una cantidad impresionante de estudiantes que necesitaban imperiosamente aprender física, química y otras asignaturas.

El título de profesor titular de una cátedra es más que un título honorífico, noble y de respeto, pero no se condice con la práctica en las aulas, pues muy pocas veces están presentes. En mi recorrido por varias universidades importantes de distintos países, existe el profesor titular también, pero estos desarrollan sus clases acabada y cabalmente, luego aparecen el ayudante de cátedra, tutores, voluntarios, estudiantes de niveles altos y otros mecanismos que ayudan al estudiante a deglutir, comprender y socializar lo que el profesor titular ha presentado.

Otro tema que se debe visibilizar en la constelación universitaria del país es la falta de formación pedagógica sistemática del docente universitario; esto no ocurre en otros países de nuestra zona regional y mucho menos a nivel internacional. En otros países, los estudiantes de cualquier carrera universitaria que arropan la vocación de la docencia obtienen la preparación pedagógica durante el transcurso de la carrera, es decir, son univeristarios que egresan con el perfil de docente universitario. En nuestro ámbito, no hay una carrera que forme docentes universitarios.

Hoy en día, cualquier profesional puede entrar en la universidad y enseñar lo que se le cante, y con sus técnicas que, quizás, ha aprendido de sus profesores. Lo que sí existe, es una capacitación en didáctica universitaria que dura aproximadamente 1 año a 1 año y medio, a distancia o presencial. Loable el esfuerzo, pero no es suficiente para poder impartir clases de alto nivel en las universidades. La docencia es una vocación, por lo tanto, ahí radica uno de los tantos problemas de nuestra educación universitaria: la formación pedagógica de los profesores universitarios. A veces, el cargo de profesor titular es solamente para ocupar el puesto y vincularse con los popes del gobierno de turno.

Retomo uno de los problemas que, bajo mi mirada, es uno de los más cruciales que se debe debatir en el ámbito universitario: la conexión de la formación secundaria con la estructura de la universidad. Si ambas entidades no consensúan, no se comunican, no se ayudan, la Universidad Nacional siempre seguirá en un estado latente y desperdiciando mentes brillantes.

No puedo afirmar si la actual corrupción que copó el país en las últimas decadas tendría algún vínculo con la precaria formación universitaria, pero sí se podría inferir que la falta de integridad, de ética y vocación hacia la docencia universitaria están en peligroso declive.

Correo electrónico: [email protected]

Click para comentar

Dejá tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Los más leídos

error: Content is protected !!