Opinión
La jueza demagoga y la sociedad mojigata
UNO
Domingo a las 23 horas, la jueza Fariña dictó la orden que aplacó a los padres. Entre gallos y medianoche. Esto es, encarcelar a las maestras del SEK. Tengo entendido que nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario. El caso se mediatizó, gracias a las redes sociales. De ahí, la decisión demagoga. Únicamente para complacer a la opinión pública, un sinsentido. En primer lugar, los chicos que cometieron el abuso son inimputables. Entonces, ¿quién es el culpable? Por lo visto, los profesores. Uno no manda a su hijo para que lo perjudiquen. Es lógica la ira de los padres. Encima el SEK es uno de los colegios más prestigiosos de Asunción. Ergo, su cuota es altísima. Que hubo errores de parte de la institución educativa, por supuesto, eso es evidente. Las autoridades educativas deben cobijar a los niños, a partir de que trasponen el portón del colegio.
Pero de ahí a dictaminar que las profesoras sean llevadas a prisión hay una distancia sideral. ¿Bajo qué premisa piensa, la jueza, que las imputadas van a huir? ¿No sabe acaso lo que gana una maestra de primaria o inicial? No tiene sustento.
¿Y los padres de los menores implicados? ¿Se la van a llevar fácil? ¿Esa es la Justicia paraguaya? Se corta por el lado más débil. Insólito. Si no, recordemos el caso de Dalia López. ¿Aún sigue la policía sin saber su paradero? ¿Cuantos años pasaron? ¿O es que su poder político es enorme? ¿La fiscala general de la Nación piensa que somos boludos?
El Paraguay es una nación netamente conservadora. De ahí que elijan, casi siempre, el mismo derrotero como gobierno y nos jactemos de ser un país católico. Rechazaron, en forma grandilocuente, la enseñanza de la Educación Sexual en los colegios y estas son las secuelas.
¿Piensan ustedes que este es un caso atípico?
DOS
Mi adolescencia atisbó en los años ochenta. Recuerdo que, ante el advenimiento de la democracia en Perú, aparecieron revistas como Playboy y Penthouse. Si bien las películas pornográficas ya tenían lugar en los cines de la ciudad, se masificaron en los ochenta. Sin embargo, yo tenia solo quince años. Esas pelis eran para mayores de 18 años. Igualmente, las revistas eran carísimas, por lo que nunca pude comprarlas (no tenía ni un peso partido a la mitad). De ahí, la dificultad para los menores de edad, de aquellos tiempos, de acceder a un material pornográfico.
A mediados de los setenta, mientras era niño, nadie me habló acerca del sexo, en absoluto. Veía mi cuerpo cambiar y no sabía el porqué. Recuerdo, a los 11 años, vi una foto de Marisol –actriz española- desnuda. Fue como una descarga que electrizó todo mi cuerpo. Comenzaba el despertar hormonal.
Muchas veces, siendo adolescente, amanecía mojado. Había tenido un sueño extrañamente erótico –para mi jolgorio- y no entendía el porqué de tal sueño ni de su lógica secuela. Al tiempo, comprendí que era algo natural. Es lo que se llama polución nocturna.
En esos momentos, los que te aconsejaban, sin duda alguna, eran los compañeros de colegio. Y la secundaria ardía de afiebrados expertos, en lo que al sexo opuesto concernía. O si no acuden a la pornografía como respuesta.
En estos tiempos, los niños y adolescentes con sus smartphones -en la mano– tienen un acceso ilimitado a pornografía y al sexo casual. Setenta veces más de lo que accedían sus padres cuando tenían la misma edad. Antes no había Twitter u Only Fans. O sea, nuevas formas de obtener sexo. ¿Cómo controlarlo? De ahí, la importancia de cuando se les debe comprar un celular. Vivimos en un mundo hipersexualizado.
Necesitan información acerca de lo que sucede con su cuerpo, su entorno, del por qué su curiosidad acerca del sexo; la cual no es mala, sino natural. No estamos en los años cincuenta o sesenta, para seguir diciendo que la masturbación es mala. Cualquier estudiante de psicología del primer año te dirá que es todo lo contrario. Incluso, lo siguen practicando los casados, ya sea hombres o mujeres, en distintos momentos.
Las adolescentes embarazadas son todo un problema de Estado. Dícese que más de 20 mil jóvenes –entre 10 y 17 años– ya son madres. Las estadísticas mencionan que la pandemia aumentó la violencia sexual y doméstica. Incluso, niñas menores de 10 años fueron forzadas a ser madres.
En la actualidad, la homosexualidad ya no es considerada como una aberración o una enfermedad. Los jóvenes de ahora son más tolerantes con los miembros de la comunidad LGBT, ¿por qué? Pues porque estos se muestran tales como son, ya no se esconden. Y está bien, es su forma de vida y hay que respetarla. Eso también, es vivir en democracia, ¿no?
Una de las características intrínsecas de las familias actuales, es que predominan las no tradicionales; esto es: la madre es la cabeza de familia, o la tía, o el tío, o la abuela, o solo tiene un padre y ausente el otro. Cuando se le citaba a uno de los responsables, pues no podía venir: estaba laburando. Sé de esto. Fui docente secundario un tiempo. También comprobé que los chicos, en la secundaria, están deseosos de saber de sexo.
Entonces, ¿qué haremos? ¿Como ilustra la viñeta, vamos a explicarles a los niños que la cigüeña los trajo de París?
A propósito, ¿no somos la ciudad con la mayor cantidad de moteles en Sudamérica?
Encima de mojigatos, ¿somos hipócritas?
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