Opinión
Celeste Amarilla: “Perra cartista”
Las redes sociales sirven de vías de escape, socialización, marketing y otras posibilidades para el emprendedor o al que se anime a incursionar en las plataformas sociales actuales. Un grupo bastante interesante que hace uso de las redes es el de los políticos y congresistas, que se meten allí para, quizás, congraciarse con sus fanáticos o potenciales electores, especialmente en este país, en el que que lo único que al parecer importa son las campañas proselitistas.
La plataforma Twitter es una de las que contiene mayor toxicidad en cuanto al nivel del discurso que los usuarios utilizan en los innumerables temas que se discuten diariamente. Los políticos, una vez metidos en este atolladero, tratan de interactuar con los usuarios, pero no pueden seguir el algoritmo tóxico que implican ciertos temas, pues cualquier opinión en contra de sus intereses o labor parlamentaria, estos saltan como ranas y se escudan en sus fueros, por creerse de una casta privilegiada.
En estos días de reactivación económica, la parlamentaria muy conocida por sus arrebatos poco felices, arremetió con todo contra una usuaria de Twitter. Se entiende que un parlamentario se debe al pueblo, que está para legislar y parlamentar dentro del recinto legislativo que le compete. Escudarse en el mal interpretado fuero parlamentario para atacar, denigrar, amedrentar a los ciudadanos de a pie, no tiene ningún sentido y no colabora con el espíritu conciliatorio que en estos momentos la nación necesita.
En la captura de pantalla atribuida a la cuenta de la diputada Celeste Amarilla, se puede analizar el calibre con que esta diputada nacional se dirigió a la usuaria. El nivel chabacano y poco ético de una representante del pueblo es el producto de una educación estancada en el olvido, de tantos intentos de transformar el modo de pensar del paraguayo, de tratar de avanzar hacia adelante y diseñar planes de desarrollo para el país. No sé qué valores los padres les trasmitieron a esta parlamentaria, pero por la calidad del mensaje se puede inferir, lastimosamente, poco o nada.
Es inadmisible que los parlamentarios, políticos o personas con cierto poder tengan que denigrar al ciudadano común y corriente, que no hace más que trabajar de sol a sol para ofrecer a sus hijos un poco de pan, mejor calidad de vida y una mejor educación para el futuro.
Lo de esta parlamentaria es, desde todo punto de vista, una falta de respeto hacia sus electores, quienes creyeron en ella, creyendo que podría reorientar este país sin brújula. No es la primera vez que esta señora está envuelta en temas polémicos, y creo que no será la última, mientras dure este periodo legislativo. Se verá, si después de sus denigrantes expresiones y actuaciones en el parlamento, logra continuar en ese palacio que le sirve como pasarela para mostrar sus coloridos atuendos.
La filosa lengua de esta parlamentaria ha ido lejos esta vez, ha caído muy bajo, y por sobre todo, ha denigrado a una congénere suya. ¿Qué hace una parlamentaria en estas redes sociales? ¿Es una extensión del Legislativo? ¿Puede usar sus fueros para denigrar a cuanta gente se le cruza en el camino? Se tendría que rever en el próximo periodo legislativo para restringir el uso de los fueros, es decir, que se delimite a su uso solo en el recinto parlamentario y en funciones directas (tal cual como lo expresa la ley).
Lo común y corriente en nuestro país, en cuanto a fueros de los parlamentarios se refiere, es el uso como escudo para ganar inmunidad e impunidad. Calumniar a las personas es un delito y está penado por ley: “perra cartista”, un insulto de mucho calibre para cualquier individuo, y mucho peor si proviene de una persona que tiene el deber de legislar para el desarrollo del país en todo sentido.
Si los políticos y parlamentarios se animan y se meten en las redes sociales, pues deben guiarse por los códigos sui generis que se generan por la sinergia misma de los usuarios. En Twitter, por ejemplo, nadie es más que nadie, todos estamos en la misma línea, pues todos entramos con el objetivo de interactuar, informar, conocer nuevos mundos, nuevas personas, conciliar, consensuar y disentir en cuestiones políticas y otros temas de interés general.
Recomiendo a esta parlamentaria que lea o repase la filosofía del buen ciudadano, de Aristóteles, que se aleje un buen tiempo de las redes sociales y que se dedique a trabajar más por el país. “Va con onda”, como dicen los tuiteros.
*Correo electrónico: [email protected]
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