Judas y Barrabás: dos personajes reencarnados en nuestra política criolla

“¿Acaso soy yo, Señor, el que te entrega?”, fueron las palabras de Judas Iscariote a Jesús. Una frase que encierra un sinnúmero de evocaciones y simbolismos. Hoy, en tiempos modernos, la traición de Judas a Jesucristo se puede interpretar de muchas maneras, siempre de acuerdo al contexto, al tiempo y a la coyuntura político-social en la cual uno está sumergido. Jesús representa al amor divino, al incondicional, a la compasión por los desamparados y a toda clase de desencantos humanos que se puedan identificar. Judas, por el contrario, representa: la envidia, la codicia, el engaño, ambición, la muerte, en fin, una lista larga de simbolismos que se podrían vincular con este personaje oscuro de la historia cristiana.

De todas maneras, es importante resaltar y revitalizar la figura de Judas como una entidad retrógrada, negativa y que arrastra a la involución de los valores dignos humanos. Judas está en cada rincón de nuestras vidas actualmente, haciéndonos tropezar con los desaciertos de nuestros gobernantes, de la inmisericorde corrupción generalizada, que no es más que la reencarnación de Judas en algún individuo o individuos que se han propuesto a dejar al paraguayo de bien, arrodillado, arrastrado y mendigando por salud, educación y seguridad. Los Judas de hoy en día están disfrazados de políticos, con traje fino, corbata de seda y zapatos caros. Estos han dado la espalda al pueblo hace varias décadas, se revitalizan y se reinventan cada cinco años, vuelven con todo: con sus mentiras, con sus frases grandilocuentes, con dinero para comprar votos. Estos reencarnados de Judas no dimensionan el daño que hacen a la nación con sus ambiciones personales, con los robos descarados y obscenos que dejan desprotegidos a muchos paraguayos.

Jesús y Judas: dos personajes simbólicos que se revitalizan cada Semana Santa, un santo y un traidor que se visibilizan en una sociedad que busca su identidad. Lo dramático y desalentador de esta analogía es el sentimiento de frustración que empuja a nuestra sociedad actual. La desconfianza ha ganado el espectro social, la inseguridad que te puede costar la vida por un simple teléfono celular o, en los últimos días, uno vive pendiente del pronóstico del tiempo, pues no se sabe si uno va a regresar vivo a casa, o ser tragado por raudales que copan las calles de Asunción como si fueran cauces naturales de arroyos cristalinos.

En este Miércoles Santo, es necesario tener en la mira este personaje oscuro que ha entregado a Jesús por unas pocas monedas a un sacrificio y crucifixión innecesarios. Debemos cambiar la historia, que los inescrupulosos, inmorales y corruptos políticos vayan a la cárcel.

Otro personaje asociado con la oscura acción de Judas es Barrabás. En la biblia encontramos esta célebre frase:

“¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, ¿llamado el Cristo?” (Mateo 27:17)

La historia nos hace recordar que el pueblo ha elegido en ese tiempo a Barrabás, un delincuente de poca monta, no ha elegido a Jesús, cuyo único pecado era la de dar amor, paz y conciliación con los pueblos.

Hoy en día, en la tranca política en la que el país está sumido, aparecen radiantes Judas y Barrabás para dar bofetadas al sufrido pueblo, estos dos personajes oscuros que manejan los hilos de la corrupción solo podrán ser vencidos con la verdad, con la resiliencia combativa de un pueblo que clama justicia y desarrollo para su nación.

Que este Miércoles Santo, que marca el fin de la cuaresma y da inicio a la pascua, se inicie la peregrinación hacia la verdad, hacia el rescate de los valores genuinos del Paraguay honesto.

Formemos juntos un tribunal patriótico para condenar a Judas y Barrabás a las mazmorras del infierno.

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