Opinión
¿Sigue Paraguay bajo el yugo brasileño?
Causaron revuelo las declaraciones del ministro de Economía brasileño, Pablo Guedes, con una frase poco feliz, o quizás mal interpretada, “Paraguay, el Estado más rico del Brasil”. Este país aún no puede cortar el hilo umbilical que unió al Paraguay después de la Guerra Grande, como cuenta nuestra historia. Paraguay estuvo bajo ocupación brasileña por varios años. En ese tiempo, Asunción sufrió una serie de saqueos, no solo de bienes materiales, sino de la dignidad de todos los paraguayos, sometiendo al Paraguay al yugo brasileño. Esa fase de la historia paraguaya debe ser revitalizada, pues marcó una nueva etapa después de la guerra en el colectivo paraguayo. Desde esa época, bajo mi perspectiva, el fantasma de esa ocupación persigue al Paraguay. Después de la guerra grande, conflictos de gran envergadura Paraguay no ha tenido con Brasil, excepto en tiempos modernos con la construcción de la represa de Itaipú.
El poder que aún tiene Brasil sobre el Paraguay es muy notorio en la conducción de la represa, pues hasta hoy en día no se aclaran los pormenores del Tratado, aunque la respuesta parece muy simple: el 50 % de la energía le corresponde a ambos países equitativamente.
El área en que se puede visibilizar la constante presencia de Brasil en el territorio paraguayo implica a las colonias brasileñas asentadas en territorito paraguayo: los denominados “brasiguayos”, quienes trabajan y viven en sus colonias cuasi cerradas. Hace unos meses, hubo un conflicto con una empresaria brasileña, quien había prohibido que su personal hablase guaraní en su establecimiento; por supuesto, la reacción de los paraguayos no se hizo esperar, exigiendo una razón a la empresaria del porqué de tal prohibición. La prohibición de hablar el idioma guaraní fue una afrenta discriminatoria hacia una de las lenguas del paraguayo.
Como ilustración de la influencia que aún tiene el vecino país sobre el nuestro, van los ejemplos arriba mencionados, pero lo que personalmente me preocupa es el avance territorial y cultural que los brasileños realizan actualmente en el Paraguay; esto implica la lengua, el capital económico que generan sus emprendimientos en territorio nacional. ¿Se queda el capital en el país? Desconozco la estadística vinculada al sector económico, pero se infiere que hay una zona gris en ese aspecto. En cuanto a la soberanía, es delicada, algunos reportes señalan que en algunas escuelas de las zonas fronterizas hablan portugués o portuñol, idiomas que se alejan de nuestras lenguas oficiales. También se denuncia que la bandera brasileña flamea en algunos estamentos oficiales paraguayos. Este avance socioeconómico y cultural es peligroso, justamente ahora en la coyuntura internacional con el caso Rusia y Ucrania, en el cual el aspecto territorial, cultural y de soberanía tienen mucho que ver. ¿Qué pasaría, si de la noche a la mañana, las colonias brasileñas se levantaran y reclamasen como suyos los territorios en los cuales están asentados? Parecería casi imposible, pero no está lejos de que pudiera realizarse. ¿El Estado paraguayo está listo para confrontar este eventual problema? Que yo sepa, no se aborda esta problemática con debates nacionales o regionales; el foco se concentra siempre en los productores de soja y ganaderos brasileños, con la excusa de que dan trabajo, inversión y capital al Paraguay.
Con la no muy acertada declaración del ministro Pablo Guedes, renace la herida latente en el paraguayo, que se generó tras la culminación de la Guerra Grande (historia aún fresca en la memoria colectiva), claro, sin mencionar otras fases de nuestra historia que involucran al vecino país. La historia nos ilustra que el Brasil siempre ha tenido un poder extra sobre Paraguay, pues la posición geográfica de nuestro país, que no tiene acceso al mar, hace que dependa del humor de dos países “amigos”: Brasil y Argentina.
El mal llamado MERCOSUR tampoco funciona como elemento integrador del Paraguay a la región. “El papel todo aguanta”, reza un leyenda urbana. Muy poco o nada ha hecho Paraguay por la integración y el respeto a su soberanía cuando le cupo ser presidente pro témpore de este bloque económico. Temas vitales para el desarrollo del país no se discuten, pero sí temas banales que no promueven ni el desarrollo ni la integración de los países que lo integran. A Paraguay le ponen trabas, incluso para la comercialización de tomates con sus vecinos. La movilidad regional de los ciudadanos se convierte en un vía crucis a la hora de nombrar MERCOSUR.
Es válido el reclamo del Paraguay ante este tipo de declaraciones despectivas hacia el país; por lo menos geopolíticamente Paraguay es un país soberano, nuestros gobernantes deben trabajar para poner al país en un sitial de respeto y preponderancia ante sus vecinos.
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