Opinión
Cambio de ministro en el MEC: una vez más, la educación postergada, olvidada y manoseada
Es indiscutible que, por medio de una educación bien planificada a corto, mediano y largo plazo, las naciones pueden mejorar la calidad de vida de sus habitantes. En la historia mundial hay ejemplos de éxito en algunos países que hoy en día gozan de un nivel de vida envidiable. Pero llegar a un nivel óptimo de desarrollo, especialmente en el nivel cognitivo de sus ciudadanos, no ha sido nada fácil. A modo de ejemplo, tomo el caso de Japón, país pequeño, milenario y con reducida superficie para tanta población que ostenta. Actualmente, Japón tiene una población cerca 126.529.100 habitantes, con una superficie de 378 mil kilómetros cuadrados.
Japón es un país disciplinado, organizado, empático y resiliente. Lo que se ve hoy en día no es lo que era antes, pues su economía se basaba principalmente en la agricultura. El salto a la industrialización a finales del XIX, revolucionó al país en todos los órdenes. El antes y después de Japón es un modelo de éxito mundial actualmente. Me cupo realizar un posgrado en la Universidad de Hiroshima, y puedo testificar el salto de un sistema feudal a uno industrializado que ha potenciado el capital humano de la población, pues uno de los ejes fundamentales para el renacimiento de esa nación fue la educación y el desarrollo de recursos humanos. La formación educativa de los japoneses es envidiable, una educación altamente competitiva y el resultado se traduce, finalmente, en la obtención de puestos laborales acorde a la formación alcanzada de los miles de japoneses bien formados.
Este ejemplo aquí ilustrado valida la tesis que la educación es la base esencial para que los pueblos puedan desarrollarse y, por ende, proveer de una mejor calidad de vida al individuo, pues al final de cuentas, ese el objetivo final del ser humano en esta tierra, alcanzar sus máximas capacidades para la creación de un mundo más humano digno y equitativo.
Regresemos a nuestro pequeño país, incrustado en medio de Latinoamérica, sin salida directa al mar y dependiendo de dos países con mayores recursos y con un poco más de estabilidad sociopolítica. Desde la apertura democrática en Paraguay, el caballito de batalla siempre ha sido la educación, las reformas educativas, las innovaciones educativas, y, ahora, la: Transformación Educativa, que poco o nada la sociedad sabe de los avances de este programa, excepto de renuncias de algunos de sus miembros, algunos foros y esporádicas informaciones en la prensa, quizás los responsables de este programa tengan un plan estratégico para socializar los avances del proyecto, pero hasta ahora, solo palabras bonitas.
Lastimosamente, desde mi perspectiva, fueron 32 años perdidos en la búsqueda de un sistema educativo acorde al desarrollo vertiginoso del mundo. Hoy en día, los niños nacen con un dispositivo celular y, al poco tiempo, ya están manejando una serie de aplicaciones, desde calculadoras hasta edición de videos. Todo esto sin siquiera tener una estructura sólida desde el estamento rector de la educación paraguaya, nada planificada ni mucho menos orientada hacia la adquisición de competencias elementales para el individuo.
El Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) siempre fue un botín en el carrusel en los procesos electorales del país, que, dicho sea de paso, vivimos en un eterno proselitismo.
Seguimos en el ensayo y error, en cada periodo presidencial se les visibiliza a los docentes, pero solo en época electoral, luego nuevamente son enviados a sus escuelas derruidas y olvidadas, hasta nuevo aviso. El MEC: un ministerio manoseado por cada presidente que no gobierna para el pueblo, sino para y por sus propios intereses.
Hace unos días, el flamante ministro de Educación, Juan Manuel Brunetti, anunció que entrará a la arena política por la chapa presidencial del vicepresidente de la República. No es el único que lo ha hecho, sino varios de los nombrados en la lista hicieron lo mismo. Es una rutina gastada, permitida por los gobernantes de turno. La educación es el último eslabón de prioridades de estos gobernantes antipatriotas y, especialmente de estos últimos gobiernos, acorralados y acogotados por el cáncer de la corrupción.
¿Por qué no emulamos los casos de éxitos, como el de Japón? ¿Qué hace falta para que el MEC no sea solo una seccional recolectora de votos? Una bofetada más de este ministro sin experiencia y sin ética, deja nuevamente el sistema educativo a la deriva, en caos y en una completa desorganización. Es evidente que el espíritu de este ministro no está en el desarrollo de las mentes de miles de estudiantes, sino en sus propios intereses, azuzado por la ambición y obsesión de poder. Puedo estar equivocado, pero miremos la tabla y tendremos respuestas concretas.
La sociedad pensante ya se ha manifestado y han pedido que este ministro se aparte inmediatamente de la cartera de Educación.
(*) Correo electrónico: [email protected]
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Atilio Celano
9 de marzo de 2022 at 13:55
Cuanta verdad de este Sr. Lástima que no viene con una posible solución, para que sea completa su análisis referente a la educación de nuestro querido país!