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Opinión

El Rey Lear contemporáneo: 50 años de “El Padrino”

Uno

—Michael, senadores y presidentes no mandan a matar —indica su novia.

Mike la mira y replica: “¿Quién es naif ahora?”

Pongamos las cosas en contexto. Era 1971, los grandes cineastas se habían retirado o brindaban sus últimos fotogramas, en pantalla: Ford, Hawks, Wilder, Lean, Welles, Hitchcock, etc. En los ’60, la Academia había premiado pelis, totalmente desconectadas con la realidad: “Sound of Music”, “Oliver!”, “My Fair Lady”, etc. Ignorando obras maestras como “Bonnie&Clyde”, “Rosemary Baby”, “2001 ASpace Odyssey”, “Easy Ryder”. Hubo una excepción: en 1970, fue premiada “Midnight Cowboy”. Sin embargo, al año siguiente, “A Clockwork Orange” fue totalmente ninguneada.

Las películas de gánsteres era de clase B. No estaban bien hechas. El cine noir, de los años ’45, habían entrado en un largo hiato. Por ende, no eran una opción interesante, solo económica. Y podía dar ciertos réditos. Eso pensó, el ególatra, Robert Evans, ejecutivo de Paramount, quien, desde 1966, era el vicepresidente encargado de la producción. El estudio se estaba yendo a la quiebra. Los tiempos habían cambiado, en aquellos años, sumaron uno tras otro fracaso. Necesitaban recaudar. De ahí que, para una de gánsteres italoamericanos, pensaron en un novel Francis Ford Coppola. Descendiente de italianos y, lo más importante, era barato.

Dos

Fines de diciembre, el Don salió con su abrigo y sombrero.

—Espera, Fredo. Voy a comprar fruta.

Se dirige, parsimoniosamente, donde el vendedor ambulante, que está enfrente. Lo saluda y le indica las frutas que desea. La bolsa de papel se llena cuidadosamente y se la entrega. En ese instante, el Don los ve. Su instinto no lo engaña. Corre al auto y los matones, sorprendidos ante su reacción, disparan, una y otra vez.

El torpe Fredo sale del auto y los nervios provocan que se le resbale la pistola. Ante su presencia, los matones huyen raudamente. Pasmado, mira a su padre caer lentamente. Se sienta en la vereda y llora inconsolable. En tanto, la gente comienza a arremolinarse.

“¡Corten!”, exclama un incólume y sonriente Coppola. Entonces, Brando se levantaba y la gente, los extras y demás curiosos, comienzan a aplaudir. El Mito hacia reverencias. Marlon Brando había vuelto.

Era el Mejor Actor del Mundo, desde 1952, cuando actuó en “Un tranvía llamado deseo”. Instauró una nueva forma de actuación. Debió ganar el Oscar ese año. El siguiente año, con Viva Zapata” también lo mereció. Recién lo ganó en 1954 con “Nido de ratas”. Hollywood no lo soportaba.

Un año antes, en “Julio César” hizo una actuación legendaria, superando en brillo a dos de los mejores actores ingleses y shakesperianos: James Mason y Sir John Gielgud.

En la década siguiente, unas malas decisiones y actuaciones bajas lo tuvieron a mal traer. Aun así, destacan “Rostro impenetrable” y “La jauría humana”. En “Rebelión a bordo” ratifica su fama de actor difícil e intratable.

En 1971, estaba en pleno declive. Entonces, un bisoño director lo llamó.

Tres

“Mantén a tus amigos cerca, y a tus enemigos más cerca”. Vito Corleone

La figura casi paternal que brinda Don Corleone es la que conecta con el espectador. Francis humaniza la Mafia.

El genial actor John Turturro indicó una vez: “En las películas de gánsteres que veíamos en los ’50 y ’60, no nos sentíamos identificados en absoluto. No había rastros de italoamericanos allí”. Coppola se encarga en la fiesta de casamiento, que tanto la música, los bailes, la comida y bebida, sean fieles al estilo de sus fiestas familiares. Incluso, en una escena, Clemenza enseña cómo hacer pastas con albóndigas, salchichas y su respectiva salsa.

Caravaggio fue fuente de inspiración para Gordon Willis, encargado de la iluminación y fotografía. El tenebrismo o la casi total oscuridad de las escenas, que mantiene Don Vito, en su oficina, marca –como el cine noir- la dudosa moralidad de las personas. En antonimia perfecta, la luz del día, en su máxima expresión, ilumina la fiesta del casamiento de Connie Corleone. Como si se tratara del bien y del mal.

A Corleone le basta un cuarto de hora para enseñarle a todos cómo hacer negocios. Reprender, sin alzar la voz siquiera. O hacer que una persona cambie de parecer luego de una explicación razonable. Aplicaba la lógica, en cada una de sus decisiones. Incluso, saber tratar con un personaje, netamente combustible, como Luca Brasi.

El texto introductorio es una premisa, para cualquier CEO. Mantener a tus enemigos más cerca, significa conocerlos más. Esto es, saber de sus debilidades y fortalezas.

Muestra también lo útil que es tener a tu servicio a políticos, jueces y abogados. Tal como ahora, ¿no?

Cuatro

“Le haré una oferta que no podrá rechazar”. Vito Corleone.

¿Cómo hacerle cambiar de opinión a un dueño de un estudio de Hollywood, multimillonario, pedófilo y de cuya vida dependen miles de personas? Simple: saber si ese alguien es capaz de todo; o sea, si es “siciliano”. Este es, otro axioma que subsiste en los círculos empresariales y políticos.

Con la música in crescendo, y distintas tomas del Palacio de Woltz, hasta llegar a su habitación. Quien se despierta y descubre, horrorizado, la cabeza de su caballo Karthoum, entre sus sábanas. Esa escena sola vale toda una película. Era recién el minuto 34.

El productor hollywoodense entiende que, a pesar de su gran poder, un oscuro importador de aceite de oliva puede matarlo cuando quiera y donde sea.

Las escenas en Sicilia son impagables. El tono pastoril, la música de Nino Rota (una de las mejores de la historia), las costumbres, fiestas y la inocencia de Apollonia parecen sacadas de otra película. Dan un giro distinto a la acción. Todo termina violentamente. Ahí se produce la mutación radical de Michael Corleone.

Otra escena para el recuerdo es cuando van llevando el cuerpo de Santino a la funeraria: “¡Mira como masacraron a mi hijo!”. El llanto contenido y los gestos de Don Vito al hablar con Bonasera son una muestra impagable de actuación.

Francis, inspirado por los realizadores europeos, hilvana varias historias al mismo tiempo. Como la del bautismo del hijo de Connie.

—Michael Francis Rizzi, ¿renuncias a Satanás? —pregunta el cura.

—Renuncio a él —contesta el nuevo Don.

En tanto, los siguientes fotogramas muestran cómo elimina a sus enemigos.

Como el Rey Lear, debió elegir un sucesor Don Vito Corleone. Su hijo Michael, que antes no quería involucrarse en los negocios de La Familia, trocaría en una persona, que más tarde, destruiría a todo lo que se opondría, incluso su propia familia. Ese es El Poder. De ahí, que “El Padrino” continúe tan vigente, aun medio siglo después, tan actual.

Se gastaron 6 millones de dólares (de la época) en su realización. Recaudó más de 230 millones de dólares.

La Paramount se salvó.

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