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Opinión

Volodimir Zelenski: “Nos quedamos  solos”

POR Martín Ramírez Machuca (*)
Dr. en Lingüística, Lenguas, Filosofía, Educación y Didáctica. Universidad de Kiel, Alemania.

La situación actual entre Rusia y Ucrania desnudó muchas y complejas aristas que ponen en jaque a la convivencia armónica de los países europeos. La vasta información que a diario la población mundial consume sobre este hecho hace que, por lo menos, la gran mayoría entienda algo de la problemática del ataque a Ucrania. Uno de los argumentos que más se repite es el interés expansionista de la OTAN, que impulsa y promueve el ingreso de Ucrania a esa organización internacional de seguridad. Esta decisión no cayó bien en el seno ruso. En contrapartida, Putin cumplió con sus amenazas y hoy en día el mundo está al borde del estallido de la III Guerra Mundial.

Las uniones de naciones como la ONU, Comunidad Europea, OECD, Mercosur, Unasur, TLCAN, ALCA, Urupabol, G8 (Grupo de los ocho), etc., se crearon justamente para fortalecer diferentes aspectos por y para el desarrollo de los países miembros. En este contexto bélico, originado con la invasión de Rusia a Ucrania, se desnudaron fallas operativas, estructurales y de liderazgo de la OTAN para resguardar  y mantener el orden en Europa. El presidente ucraniano, Volodimir Selenski, hizo un agónico llamado de ayuda a los países “amigos” con el  fin de mitigar y reducir los embates del furioso Putin. “Nos quedamos solos”, fue la triste y lamentable frase que el presidente ucraniano expresó y fue viralizado en todo el mundo. Los países se demoraron en reaccionar, quizás por miedo, quizás por dependencia de ciertos productos que Rusia les provee, como por ejemplo, el gas. En ese orden, Alemania depende del gas ruso en un 49 %, al igual que otros países, más o menos con igual porcentaje. Alemania decidió cerrar el proyecto Nord Stream 2, pues con esta situación insegura no se podría llevar adelante.

Tras violentos ataques de Rusia a objetivos militares ucranianos, la comunidad mundial despertó e inició una ayuda internacional de todo tipo, desde la conformación de una legión extranjera hasta la provisión logística en armamentos  y otros elementos de cooperación, como el caso de Alemania, que decidió proveer armamentos y apoyo logístico por valor  100 mill millones de euros. Varios países se solidarizaron con Ucrania, como el ejemplo Paraguay, y hay otros que aún están en la disyuntiva si van por Rusia o por Ucrania, un partido de fútbol complicado porque solo la humanidad misma saldrá perdedora si a Rusia se le antoja presionar el botón rojo, como lo había amenazado vehementemente el presidente Putin.

Lo que no se entiende es para qué sirven estas organizaciones si no están para cumplir con los objetivos por los cuales fueron fundados. En este caso, y bajo mi mirada, la OTAN dudó y sigue dudando en articular los mecanismos para devolver la paz en esa zona. Por otro lado, ¿qué hizo o qué hace la ONU? Según se puede leer en las noticias, solo los países, en forma independiente, iniciaron sus conversaciones políticas estratégicas para bloquear con amenazas y sanciones económicas los avances de Putin. Actualmente, se habla del bloqueo de los pagos por el código Sociedad para las Comunicaciones Interbancarias y Financieras Mundiales (por sus sigla en inglés, SWIFT), con esta decisión, no solo Rusia estará bloqueada, sino también varios países exportadores que operan con ese código.

Es irónico y lamentable que los países unidos en organizaciones no puedan solucionar los problemas que surgen en su seno, ¿para qué sirven entonces? En este caso, no sirven  para nada, aunque suene poco reflexiva esta respuesta, no se aleja de la verdad. En el contexto sudamericano, el Mercosur hasta hoy en día no funciona a cabalidad, a pesar de tener ya varios años de su creación. ¿Qué hizo la ONU para lograr que los venezolanos pudieran regresar a la democracia y recuperar sus vidas? Maduro, ex chofer de ómnibus, sigue con sus bravuconadas, dejando al rico país petrolero en ruinas.

La estabilidad mundial no depende solamente de las creación de acuerdos u organizaciones, sino del respeto a la soberanía y determinación propia de los pueblos, sean estos pequeños o grandes. Los países no son corderitos que deben obedecer ciegamente los caprichos de los conglomerados. Ya no son simples “ladrillos en la pared” (Pink Floyd). Lastimosamente, siempre desde mi óptica, esto estaría pasando con Ucrania, un corderito que diligentemente obedeció al líder de la manada, pero que lo dejó en las fauces de un lobo feroz.

(*) Correo electrónico: [email protected]

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