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Opinión

La pérdida de credibilidad en la Fiscalía General del Estado

La traumática situación en la que el pueblo está viviendo actualmente debido a la larga pandemia que ha encerrado y confundido a la población, con el agravante de que muchos emprendedores han perdido hasta el alma por el cierre de sus negocios, es, por donde se la mire, indignante. Ahora, la maquinaria de la desorientación, proselitismo extemporáneo de dos personajes que quieren llegar a toda costa y a todo trapo al poder  para  mantener, quizás, sus influencias, o vaya a saber qué acciones maquiavélicas se les estarían antojando: ¿endeudar más al país?, ¿construcciones fantasmas?, ¿salud pública deteriorada?, ¿educación por el suelo y otras miserias cotidianas?, que no solamente en esta coyuntura pandémica la población lo siente, sino en todo este trajinar hacia la verdadera democracia, en la cual el pueblo es víctima. ¿Paraguay, país soberano? ¿Lo es?

El soberano nuevamente es llamado a interceder en el acalorado, sensible y delicado tema del pedido de JUICIO POLÍTICO a la Fiscala General del Estado. Cobró fuerza este pedido con la acusación  directa del ministro del Interior, Arnaldo Giuzzio, contra el líder de Honor Colorado, Horacio Cartes. A raíz de ello, un alto exponente de la Embajada de EE.UU. le tocó la oreja al Gobierno actual, con el fin de poner mano dura contra la corrupción, lavado de dinero y narcotráfico. A propósito de la embajada norteamericana, este país de las hamburguesas y del steak (barbacoa, asado), siempre ha metido las narices en nuestro sistema político interno, no porque ellos quisieran, sino por la pasividad, falta de carácter y patriotismo de los  gobiernos que el país ha tenido hasta estos últimos días.

¿Por qué un Estado extranjero tiene que orientar, para no decir, ordenar al Gobierno a accionar correctamente y aplicar las leyes? Al parecer no hemos madurado como sociedad democrática; no se ha formado a la población en cultura y educación cívica. En 32 años de apertura democrática, el sistema educativo no ha acertado en generar un nuevo país con pensamiento crítico, analítico y democrático. Se observa un continuum de prácticas erróneas, deshonestas y corruptas. La democracia bañada de sangre de soldados y oficiales se debe reivindicar con acciones positivas dignas y éticas. Estamos tan lejos de vivir en un país con mejor calidad de vida, de proyección hacia el desarrollo y el cultivo de mentes brillantes.

La responsabilidad de solucionar problemas políticos graves recae siempre en la población, debido a la inoperancia de los estamentos del Estado, es inconcebible tener que vivir constantemente en zozobra y poniendo en  peligro la vida misma de cientos de manifestantes que salen a la calle a clamar justicia, equidad e igualdad. No hemos aprendido del Marzo Paraguayo, de la Primavera de la UNA y de las constantes manifestaciones que se organizan para reordenar las erróneas e irracionales decisiones de los congresistas. El pueblo los ha votado para representarlos y ser portavoces de sus necesidades colectivas. Si ese congreso no representa al voto popular, el pueblo tiene todo el derecho de articular las herramientas jurídicas constitucionales para protestar contra los manejos turbios y apañamiento de hechos antijurídicos perniciosos que hunden al país. Este carrusel de corruptas maniobras de personajes clavados en sus curules por décadas coloca al país entre los más corruptos de la región.

En esta coyuntura, bajo mi mirada, la Fiscala General del Estado, Sandra Quiñónez, debe dar un giro radical para articular las leyes que, en todo Estado de derecho deben ser cumplidas; caso contrario, debería dar un paso al costado para dejar a personas  idóneas y honestas que puedan encarar una limpieza de la camada de corruptos y delincuentes, quienes diariamente se mofan del pueblo. Estos antipatriotas han cooptado al Estado y han dejado al pueblo desamparado y a su suerte.

Definitivamente, la población ha perdido la confianza en el estamento más importante del país: La Fiscalía General del Estado. ¿Se salva del juicio político?

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