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Opinión

Ambición a costa del pueblo tiene fecha de caducidad

Sin lugar a dudas, el virus del Covid-19 y sus múltiples variantes han generado un cambio sustancial en la conducta del individuo, sin importar color de piel y nacionalidad. También han golpeado a la economía mundial, a la educación y a varios sectores importantes del quehacer de una nación. El mecanismo de defensa natural que, tanto los individuos y los estamentos que gobiernan las naciones, tienen se han despertado casi instantáneamente, el problema —en otras líneas—, es el fondo y la forma de cómo estos mecanismos de defensa se han articulado en las naciones del globo. Veamos el caso de Alemania, un país muy golpeado por los primeros embates del virus, pero el Estado ha tomado las riendas del caso con mucha cautela y mesura, a pesar de obligar a un fatídico encierro a su población. No obstante, esa población ha salido airosa del encierro y ha podido convivir con el virus y con las medidas que el Estado ha impuesto para vencer el miedo y llegar a una convivencia armónica en pandemia.

En cada región se han instalado varios Covid Testzentrum (Centro de testeo) con el fin de proveer a la población de test gratuitos para certificar la presencia o ausencia del virus. Los positivos deben pasar por un test un poco más riguroso (PCR) para descartar la presencia del virus. Los resultados van al departamento de salud de la región y esa entidad inicia el monitoreo del infectado, por supuesto, el infectado debe guardar una cuarentena hasta que dé un resultado negativo nuevamente. Todo esto bajo el control del departamento de salud de la región respectiva.

Con el fin de reducir la afluencia en los centros de testeo, los laboratorios y farmacéuticas han lanzado los autotest o test rápido de detección del virus. Son pequeños adminículos que se adquieren en cualquier farmacia, supermercados y tiendas de cosméticos, etc. A un costo muy reducido, al principio de la pandemia costaba menos de 2 euros, hoy en día, cuestan 5 euros. Con este test, una persona puede cerciorarse de no estar infectada. De acuerdo a una experiencia personal, estos test no difieren en absoluto de los test ofrecidos por el departamento de salud del estado, claro, para certificar la validez solo los estamentos de salud oficiales las pueden realizar.

En el sector educativo fue al principio de la pandemia un caos total, como en todo el mundo, pues no se tenían las herramientas ni el conocimiento médico como para enfrentar al temible enemigo invisible, excepto, una obligada cuarentena. Hoy, el panorama es distinto, ya casi todas las naciones tienen las herramientas básicas, incluso una variedad de vacunas, para enfrentar con más seguridad a este virus y sus variantes. En las escuelas y colegios, dependiendo de cada estado, el personal docente y los estudiantes son sometidos al test, de dos a tres veces por semana, tanto el personal directivo, administrativo, docente y el alumnado en general han aprendido a realizarse el autotest. Se ha convertido en una rutina al llegar al centro educativo, los maestros solo se encargan de distribuir los test, y los alumnos hacen el resto.

Todo lo anterior lo he descrito porque me he enterado que en Paraguay han llegado los test, autotest o test rápidos. Me ha llamado mucho la atención, en primer lugar, el exorbitante precio con el cual se estaría comercializando. Hay una variedad de precios muy altos, y comparando con los precios aquí en Alemania, sería casi el doble o triple. En segundo lugar, por accidente, escuché una entrevista en una radio digital de Paraguay a una doctora en medicina, quien estaba explicando algunos puntos sobre el mencionado test rápido. Según lo que logré captar del por qué esos test no pueden ser, pienso por el momento, comercializados: que el testeo debe ser hecho ante la mirada o ayuda de un profesional médico. Como bien he detallado en los párrafos anteriores, aquí, en Alemania, los alumnos, niños algunos, son los que directamente se realizan el autotest.

No entiendo aun cómo se maneja o quién maneja los hilos del poder en Paraguay. En plena pandemia, muchos “héroes” han robado plata destinada a paliar los embates del virus, se han mofado de la población, han atemorizado al pueblo con anuncios apocalípticos, y por sobre todo, muchos laboratorios han tocado el escuálido bolsillo del pueblo, con pruebas de hisopado con un altísimo costo.

Los que “fungen” de gobernantes deben hacer un mea culpa y, de una buena vez por todas, empezar a trabajar por y para el pueblo. La ambición por acumular riqueza a costa de un sacrificado pueblo tiene fecha de caducidad.

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