Opinión
Adiós “Ochimo”
Alfredo Guachiré, periodista de investigación. Foto: Gentileza
“Ochimo” era la palabra que adoptó don Nito Soler del idioma portugués, lo españolizó y utilizó para decir que todo estaba bien, todo estaba excelente y lo decía a pesar de los pesares. Su último mensaje que recibí en mi WhatsApp fue el domingo en la mañana y me escribió: “hoy asado, favor confirmar con tiempo para la cantidad de carne”, obviamente sin preámbulo le confirmé y fui hasta su casa al medio día para compartir su tradicional almuerzo a la parrilla, sin saber que sería su último asado, nuestro último asado juntos y que esa misma noche le estaríamos velando.
La vida de Nito Soler fue vivida al máximo y supo disfrutar de las cosas simples, encontrar belleza en la cotidianidad; logró vivir una vida austera, como el principal secreto de su felicidad. Nito no se complicaba buscando la felicidad, la encontraba en los detalles más elementales. Una de sus sobrinas describió exactamente el episodio de su muerte tal como fue su vida: “tío murió sin complicaciones, se acostó y durmió”
Nito Soler era mi amigo, mi maestro y el abuelo de mi hijo Raulito de 7 años. Amaba profundamente a su único nieto con quien jugaba como si fuera un niño. Mi hijo lo calificó como muy buen abuelo, pero sin embargo le hizo una crítica, diciendo que su abuelito no quería lavar sus cubiertos sucios después de la comida.
La jovialidad de Nito era su principal característica, y la demostraba en todo lo que hacía y todo lo que decía; sus aficiones eran simples: amar a su próximo, cuidar a su jardín y a su leal perrita. Nito también alimentaba a centenares de aves que llegaban hasta su patio, y frente a su casa, hoy estos animales también cantaron una plegaria despidiendo a su humano.
Su muerte pasó en un abrir y cerrar de ojos, comió su último asado, hizo la siesta y luego se levantó a completar su rutina de la tarde del domingo, se acostó en su patio y sin explicación ni vueltas decidió no despertarse más.
La vida es para vivirla, don Nito lo entendió y la vivió siempre. Hoy nos deja una pequeña enseñanza; aprender a ser felices sin complicaciones.
Hasta siempre “ochimo”.
*La palabra correcta en portugués es “óptimo”.
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