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Opinión

Resistencia a la vacuna y el interés general

Con el alivio de la pandemia, que sigue teniéndonos en jaque, parece que va, parece que queda, parece que disminuye y parece que aumenta, los países del planeta están tratando de encontrar los mecanismos para la eliminación o la mitigación del enemigo silencioso, el corona virus 19, y concentrando sus  esfuerzos para  fortalecer la lenta recuperación de la economía . En este vaivén, cifras comprobadas demuestran que las personas que han aceptado la inoculación de la vacuna están más protegidas tanto en no contraer la enfermedad, como en un menor riesgo de llegar a los costosos cuidados intensivos, si se llegan a infectar. Y las cifras de fallecidos muestran, lamentablemente, que son aquellos que no están vacunados los que pierden la vida.

En este escenario aparecen los llamados anti-vacunas, aquellas personas que por algún motivo, ético, religioso, ignorancia, miedo, mitos, han tomado la decisión de no vacunarse.  Es cierto, que tienen el derecho a negarse, ya que en lo que concierne al manejo del cuerpo, se debe respetar la libertad de las personas, razón por la que no se ha podido producir en ningún país, una ley que crea obligatoriedad para la aplicación de la referida vacuna.

Es cierto, también en derecho, que el interés particular nunca puede prevalecer sobre el interés general, y de hecho las personas no vacunadas por su propia opción, representan un riesgo para la persistencia de la enfermedad y la seguridad de la salud de  la sociedad en general. Nuestra Constitución Nacional establece explícitamente que “en ningún caso el interés de los particulares primará sobre el interés general” (art. 128)

Estamos en estos momentos viendo en las noticias cómo los diversos países se ingenian para prevenir la persistencia del Covid poniendo el foco precisamente en  limitaciones a  los no vacunados  con la adopción de  medidas para  proteger a los mismos,  y para proteger a las demás personas que se han vacunado, y que representan cierto respiro ante los gastos que exigen los cuidados en el tratamiento de la enfermedad.

Francia, e Italia fueron los primeros países que ensayaron fórmulas para poner límites a la circulación de los no vacunados al menos en los lugares de concurrencia pública. En Austria el gobierno ha decidido que las personas no vacunadas guarden una cuarentena especial, que afectara solamente a estas personas, volviendo a la fase cero, teniendo que justificar sus salidas de la casa, y limitando las mismas sólo para las compras de alimentación y farmacias. No se trata de discriminación ni exclusión, se trata de una autoexclusión por opción.  En Singapur, el gobierno utilizó un castigo de orden financiero, al adoptar la medida de que los no vacunados no gozarán de atención gratuita, y deberán pagar de “sus bolsillos” todos los gastos del tratamiento. Las medidas de protección internacional son numerosas, la exigencia del pasaporte sanitario de doble dosis, más las pruebas de PCR, ya se alzan como regla universal.

Las vacunas son caras, y cuestan millones a todos los países, Paraguay, como país no productor, ha invertido una enorme suma del Presupuesto General de la Nación, para la adquisición en compra de dichas vacunas, y los ruegos que está haciendo el Ministerio de Salud para despertar la conciencia de la gente tienen tan alto precio como las vacunas, ya que la campaña para convencer a las personas que aun resisten tendría un costo de sumas millonarias, cuya fuente se halla en la recaudación de los impuestos de la gente, poniendo en riesgo otras inversiones sociales; un costo tremendo para el Estado, cuya Constitución Nacional afirma que los intereses particulares no deben primar sobre el interés general.

En la última semana, surgió un tímido proyecto que propone separar en los restaurantes a los vacunados de los no vacunados a través de la prueba de la entrega del informe de la doble dosis. Según publicaciones recientes, un diputado manifestó que el proyecto es para proteger a los no vacunados, ya que los vacunados, los inmunizados, no toman las medidas de precaución y pueden perjudicar a los demás que no están inmunizados. Ocurre, que según su manifestación los que se “comportan mal” son los vacunados.

Con la campaña publicitaria de alto costo, pro-inmunización  para todos,  seguiremos esperando que las autoridades se inspiren en propuestas pragmáticas y realizables a fin de asegurar que aquellos que han decidido no protegerse a si mismos,  y lo digo con todo el  respeto a su decisión, no sigan poniendo en riesgo a los que hemos cumplido con todas las reglas de cumplimiento para la protección de nuestra vida y con ello, el derecho a la vida para todos y todas.

 

*Jurista especializada en derechos humanos, por la Univ. De Estrasburgo, Francia.

Asunción, Noviembre de 2021

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