Opinión
Jesús, pastor responsable
Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado. Él, entonces, les dice: “Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario para descansar un poco”. Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer. Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario. Pero les vieron marcharse y muchos cayeron en la cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos. Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.
[Evangelio según san Marcos (Mc 6,30-34); 16º Domingo del Tiempo Ordinario]
Con el retorno de “los Doce” junto a Jesús, la misión de los enviados llega a su conclusión. Ellos rinden cuenta de cuanto han hecho (Mc 6,30), informan sobre el resultado de la misión. Se trata de “los Doce”, investidos de poder (cf. Mc 3,14ss y 6,7). Ellos debían continuar la actividad de Jesús. “Han enseñado” exhortando a la conversión en nombre de Jesús (Mc 6,12).Los apóstoles experimentan que ellos, como Jesús (cf. Mc 3,20), ni siquiera encuentran tiempo para comer. Por eso, Jesús les invita a buscar reposo en un lugar solitario; algo que él mismo practicó (cf. Mc 1,35). La palabra “descansar” anticipa ya la tarea del pastor (cf. v. 34) que, según el profeta Ezequiel (Ez 34,15) y el salmista (Sal 23,2), hará reposar al pueblo en buenas praderas.
Con su invitación, Jesús reconoce la fatiga y el esfuerzo de “los Doce”. Después de su primera gran acción (Mc 1,21-34), Jesús mismo se había apartado en un lugar solitario para orar (Mc 1,35). Por eso, desea conducir también a “los Doce”, después de su primer gran trabajo misionero, en un lugar solitario. Con todo, se podrá notar que no encuentran algún lugar solitario para reposar. La intención de Jesús de procurar para “los Doce” un tiempo de paz tiene su significado específico.
“Los doce” acogen la invitación de Jesús y van hasta la barca, buscando el “lugar solitario” (Mc 6,32). El uso de la barca puede indicar que, cuando los Doce retornan a Jesús, él se encontraba en las cercanías del lago. La “barca” fue mencionada por primera vez en Mc 3,9 y había unido a Jesús y a sus más cercanos discípulos en Mc 4,1—5,21. Los reunirá en Mc 6,32-53, y también una vez más en Mc 8,10-22. La barca es un lugar de comunión particularmente íntimo y exclusivo, y es el lugar de la particular revelación de Jesús a sus discípulos (Mc 4,35-41).
Este texto del retorno de “los Doce” tiene varios significados. Después que ellos se reúnen de nuevo con Jesús, el evangelista prosigue su relato sobre las obras realizadas por Jesús. El retorno de “los Doce” subraya que ellos son “enviados”, que –por tanto- dependen de Jesús, pero que él les hace partícipes de su misma obra. Contemporáneamente demuestra cómo Jesús se preocupa y se ocupa de ellos, reconociendo –de este modo- su fatiga y su esfuerzo, y queriendo procurarles un poco de reposo.
Ellos se fueron en la barca, aparte, en un lugar solitario. Resulta interesante observar que el evangelista Marcos los denomina “apóstoles” (“enviados”) recién después de haber cumplido la misión. La travesía en la barca no pasa desapercibida. Se comprende, por el contexto, que avanzan con lentitud, ya que una gran cantidad de gente se les adelanta al lugar del desembarco (cf. Mc 3,7s; 5,21). El viaje es ya un momento de descanso.
Al llegar, Jesús descubre la gran cantidad de gente que lo espera (cf. Mc 6,33; cf. 5,21). La gente llega primero que Jesús y “los Doce”. El evangelista observa que Jesús “vio” (griego: eiden). Antes, su mirada se dirigía al Espíritu Santo y a los hombres que había llamado para seguirlo. Era el primer paso para una actuación decisiva. Aquí, su mirada se dirige a la gran multitud, y este “ver” lo lleva a sentir compasión y a enseñar. Así, el texto describe los sentimientos de Jesús, pues se da cuenta de la condición de muchos hombres que con prontitud habían acudido a esperarlo. Ve en ellos a “ovejas que no tienen pastor”, ovejas que ninguno guía, pues nadie se encarga de ellos, ovejas que corren el peligro de extraviarse, de oponerse uno contra el otro. Esta condición miserable del pueblo mueve la compasión de Jesús y lo induce a comportarse como pastor. Aquí se percibe con particular claridad que Jesús es el pastor de todo el pueblo. Él lo instruye y le provee del alimento necesario.
San Marcos no refiere el contenido de la enseñanza de Jesús (cf. Mc 1,21-22; 2,13; 6,2.6). Con todo, el signo distintivo de su enseñanza es que se realiza con autoridad y muestra la voluntad de Dios (Mc 3,35) y la vía de Dios (Mc 12,14). Jesús, en cuanto Hijo predilecto del Padre, conoce la voluntad del Padre y la comunica; por eso, es necesario escucharlo (Mc 9,7).
En fin: Criterios claros, valores y metas comunes son esenciales para un pueblo de tal manera que pueda orientarse y no sucumbir en medio de la crisis de la multiplicidad de interpretaciones y de opiniones.
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