Opinión
“Tuicha la diferencia” entre Alemania y Paraguay
Me bastaron 10 días para readaptarme a mi país adoptivo, Alemania. A las 48 horas ya estaba registrándome para la vacunación respectiva debido a la prioridad de mi área laboral: docencia. No me ha sorprendido mucho ver los puestos de vacunación por todos lados en la ciudad, cerca de los comercios, shoppings, supermercados, instituciones gubernamentales y privadas, como así también pululan los centros de test gratuitos con un servicio hasta altas horas de la noche, en cualquier rincón de la ciudad, Lübeck, donde desarrollaré mis actividades profesionales.
En este país, de acuerdo a las noticias e informaciones nacionales, y lo que se percibe en la sociedad, no hay tal paranoia por la vacunación, ni preocupación, ni propaganda de miedo como se he instalado en Paraguay desde el inicio de la pandemia. Lo que sí se puede notar es el estricto control en los lugares cerrados tales como restaurantes, tiendas, supermercados e instituciones. No hay miedo ni propaganda, pero sí un convencimiento racional y disciplinado de la ciudadanía para evitar el contagio masivo de la población. Me dirán que no hay punto de comparación, porque es un país desarrollado con siglos de civilización a cuestas, pero la fórmula es tan sencilla, pues la ciudadanía confía en sus gobernantes a quienes depositaron sus votos para que brinden protección y calidad de vida a sus ciudadanos.
¿Cómo estamos en Paraguay? Desde el inicio de la pandemia solo se ha escuchado una propaganda de miedo, con publicaciones morbosas de “hornos para incinerar” en caso que hubiera una cantidad importante de fallecidos. Se ha instalado la figura de un experto en “picos” -que nunca se ha acertado y quizás nunca ha llegado, se ha invitado a contagiarse, nos han encerrado en contra de nuestra voluntad y contra la Constitución Nacional, carta magna de una República. Mientras tanto, en varias partes del globo se ensayaban con éxito varias estrategias de contención para evitar el contagio masivo del virus Covid-19.
El virus se instaló en Paraguay y parecía que no se quería ir, no por una mutación interna del virus, como decían muchos infectólogos, que, a propósito, saltaron a la fama con la ayuda del “encoronado” virus, sino, quizás por la conveniencia de los responsables que no tenían ninguna estrategia de contención. La danza de los fallecidos se inició con los conteos parafernálicos por la prensa entre los positivos, negativos y fallecidos. La única herramienta y estrategia nacional, creo, hasta ayer, fue la instalación del miedo y el encierro.
El gobierno no pudo, no tuvo y no tiene ninguna estrategia nacional para enfrentar este tipo de situaciones. El exministro Mazzoleni, al principio héroe nacional, incluso, un fanático se hizo tatuar en parte de su cuerpo el nombre del “héroe” de primera hora. Este personaje pasó a ser el villano, después de que se detectaran serios manejos poco claros de la administración de los recursos destinados para la contención de la pandemia. Este ministro, convertido en villano se vio obligado a renunciar, pues el dueño de la lapicera no tuvo el coraje de sacarlo a patadas por inoperante.
Hoy, con un nuevo ministro, que mal o bien está tratando de recuperar el tiempo perdido, logró avanzar con el plan de vacunación masiva. El otrora Aratiri, que nos dio muchas satisfacciones en las locas corridas clasificatorias para el rally del Chaco, se convirtió en un escenario de salvataje para los ciudadanos que clamaban las vacunas, desde que se aprobaron a nivel mundial los diversos tipos para su uso.
Es lamentable que un país rico, con tres hidroeléctricas, uno de los mayores productores de soja y huerta del mundo, tenga que mendigar a los “globalistas” para que pueda vacunar a su población.
Desde afuera, la película es clara y angustiante, un país cooptado por la corrupción, por grupos que solo buscan beneficios propios a costa del trabajador común, noble y patriota, pues el paraguayo es noble por naturaleza, tiene esperanza en el cambio, y que algún día pueda caminar libre en una Nueva República.
Paraguay no es Alemania, ni Cuba. Paraguay es único, y con el estoicismo que le caracteriza, podrá, en corto tiempo, despertarse y sacar patadas a los que “fungen” de gobernantes.
* Doctor en Lingüística, Lenguas, Filosofía, Educación y Didáctica.
Universidad de Kiel, Alemania.
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