Opinión
Entre impertinencias del embajador británico y la boda gay de un paraguayo
Hace unos días el embajador británico en nuestro país, Ramin Navai, abiertamente a través de la cuenta de Somosgay hacía un llamado a participar activamente en la parada del Orgullo Gay 2021, con el apoyo de la embajada británica. Según expresó el embajador “desde el Reino Unido apoyamos la lucha por los derechos humanos, entre ellos la lucha por los derechos LGBT plus”. Y como ninguno de los genuflexos de los altos cargos de nuestra Cancillería dijo nada, José Luís Chilavert tuvo que decir lo elemental dentro del respeto diplomático.
¿Cuál sería la reacción del gobierno de la Reina británica si al embajador paraguayo se le ocurriera apoyar alguna marcha sugiriendo que el Reino Unido viola alguno de los Derechos Humanos? Imaginemos que a los ciudadanos de la India se les ocurre reclamar los expolios del Imperio, con los que gustosamente cobra su sueldo Ramin, y al cuerpo diplomático paraguayo se le ocurre apoyar la marcha por considerarla justa en consonancia con los Derechos Humanos…
Yo soy de la idea de que un adulto libre puede hacer “lo que se le cante”, del mismo modo que un país soberano debe decidir su destino sin interferencias de otro Estado (como lo ratifican varios acuerdos internacionales, del que tanto Paraguay como el Reino Unido son parte). Pero claro, ante autoridades genuflexas los de costumbres imperialistas siempre hacen lo que se les antoja.
Los mismos derechos
La cuestión Gay en el país ha avanzado en la conciencia paraguaya bastante, así como en el resto del mundo. Los gays tienen los mismos derechos que cualquier otro ciudadano y merecen todo el respeto y la seguridad que la ley pueda confiarles, pero las parejas gays aún no tienen ninguna protección legal como tales.
Aquí debemos diferenciar bien las cuestiones. Se habla mucho de familia y de matrimonio. La palabra familia viene del latín “famulus” (sirviente), y esto es porque en la antigüedad se consideraba familia a todo el grupo, y no me refiero sencillamente a como hoy día nos referimos a quienes no son familia, pero igual los llamamos tíos o los tenemos como familia. La Biblia misma cuenta cómo Abraham, no pudiendo dar a luz su mujer, tuvo un hijo con la sirvienta de su esposa.
Así, la evolución de la institución de la “familia” fue cambiando con el tiempo hasta llegar a nuestra visión monogámica. Lo mismo ocurre con el matrimonio, cuya raíz etimológica es la palabra “madre”, pues era la condición de la mujer la que cambiaba y su fin era la de traer hijos. Pero hoy día, en un mundo superpoblado las cosas ya han cambiado bastante. Mucha gente se casa no para traer hijos, sino por compañía amorosa.
El casamiento gay viene a romper varios esquemas. Su principal justificación es que “amor es amor”, lo cual en sí viene siendo muy problemático ya que lo mismo podría alegarse en otros casos consensuales entre adultos como podría darse en relaciones de incesto, poligamia, poliandria, etc.
El otro problema es de orden religioso. Muchas religiones consideran la homosexualidad como un pecado y están en todo su derecho. Uno de los problemas que se ha dado en Estados Unidos con la legalización del casamiento gay era que siendo ley las iglesias se verían obligadas a casarlos, pero la libertad religiosa sigue siendo un derecho constitucional.
Ser gay es algo que se da muchas veces biológicamente o por elección. El reporte de Kinsey (1948 y 1953) vino a ser el primero en exponer la diversidad de orientación sexual. Para sorpresa de muchos, la cuestión no era tan blanco y negro como se creía.
La realidad es que siempre vivimos en un mundo con una diversidad de orientación sexual muy variada. El derecho debe reconocer las realidades y establecer normas que protejan y creen garantías personales y comunitarias. Así, si bien el casamiento religioso no lo permita, la ley civil debe reconocer y otorgar garantías.
La sociedad fue evolucionando
Aunque todavía hay quienes discriminen e insulten a los homosexuales la sociedad fue ya evolucionando de modo a reconocer que nadie merece ser tratado mal debido a su orientación sexual. Cada adulto tiene el derecho de elegir libremente su orientación sexual y de practicar consensualmente con otro adulto su preferencia, siempre y cuando no viole otros principios legales (es importante aclarar esto último porque se escucha cada caso…).
De este modo se dio el caso de Giuliano Turitich, un paraguayo de Lambaré, abogado y escribano egresado de la UNA, que también es bailarín y actor. En una de sus giras como coreógrafo, estando en Tokyo, conoció a Devon Chisholm, un bombero de la ciudad neoyorquina de Yonkers del que quedó enamorado y finalmente decidieron casarse.
El casamiento se realizó en Yonkers, NY este jueves 24 de junio. El intendente de la ciudad, Mike Espano fue quien ofició la ceremonia, en la cual Giuliano llegó del brazo de su madre, Estela Villalba. Según Giuliano tuvo el apoyo de todos sus familiares y solo algunos decidieron guardar silencio por cuestiones religiosas.
Para Giuliano el casamiento es importante porque le otorga garantías como toda pareja debería tener: pueden acordar un régimen de comunidad de bienes; ser herederos como cónyuges; ser reconocidos en el seguro de salud y jubilatorio; protecciones legales en los juicios; y simples cosas como poder visitar en un hospital como familiar cuando uno de ellos enferma.
Por supuesto que la ley también trae consigo una serie de problemas, pero eso mismo se puede decir de la ley que corresponde exclusivamente a heterosexuales.
Ciertamente en Paraguay, como en el mundo, las cosas van cambiando. Ciertamente el “matrimonio”, como tal, es un concepto ajeno a la relación de Giuliano con Devon, pero no así el concepto de “cónyuge”, ya que han decidido compartir el mismo ‘yugo’.
Sin injerencias
De cualquier manera, Paraguay debe decidir su respuesta a estas realidades sociales sin injerencias de potencias externas, y también debe quedar en claro que los niños deben seguir siendo niños sin adoctrinamiento innecesario como pretenden ciertas agendas perversas.
No hay que olvidar que los grandes triunfos civiles en Paraguay han venido de la mano de los republicanos, porque en su tiempo, cuando a principios del siglo pasado, en 1919, el republicano Telémaco Silvera proponía la igualdad del legal del hombre y la mujer, no dejaba de ser más hombre. De hecho, se requería de verdadera hombría para ir en contra de la corriente de los liberales que se mofaban de él e incluso dentro de su mismo partido.
El pueblo paraguayo debe decidir su propio destino. Dar garantías civiles, pero al mismo tiempo proteger las garantías ya preestablecidas que protegen a los que piensan diferente e incluso religiosamente, de los ataques de los intolerantes.
OBS: Las ideas y puntos de vista expresados en el espacio de la sección Opinión son de exclusiva responsabilidad del autor. Por lo tanto, dichos juicios no deben ser atribuidos a El Nacional.
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Rafael
28 de junio de 2021 at 17:17
Como siempre, muy buen análisis.