Opinión
Réplica a una temeridad histórica
Con relación a un artículo publicado en este medio por el Dr. Alan Redick titulado COMO SE GANÓ LA GUERRA DEL CHACO Y LAS MENTIRAS QUE SE CUENTAN se deben hacer observaciones, pues el artículo es de exclusivo consumo popular, carece de rigor histórico, adolece de falta de tratamiento científico como hoy se exige a un material de esta naturaleza y pretende una evidente descalificación política.
El Dr. Redick se equivoca en su mismo título; el Paraguay no ganó la Guerra del Chaco. No existe acta de rendición del Ejército Boliviano, la guerra terminó con un armisticio y una nueva ronda de negociaciones producto de su indefinición por las armas. Sólo se necesita leer el Protocolo de Paz del 12 de Junio de 1935, de cuatro hojas.
Tocante a su acusación de impreparación paraguaya, nuestro país inició gestiones para esta guerra en 1924, más temprano aún que Bolivia, cuando asume la presidencia el Dr. Eligio Ayala que solicita a los tres principales jefes militares, Generales Rojas, Escobar y Schenoni, sendos planes de rearme del agotado ejercito paraguayo después de la revolución de 1922. En 1925, se aprobó el “Plan Schenoni” para armar a 23.000 hombres y comprar 21.453 fusiles y carabinas, 800 automáticas y más de cien cañones.
El plan suponía la inversión de 320 millones de pesos (7.3 millones de U$S) para un presupuesto anual de guerra de sólo 22 millones de pesos (U$$ 500 mil). Ayala autorizó la compra del 25% del plan (Riart). Había, pues, un plan aprobado y una intención definida, lo que no había era dinero. Las primeras armas llegaron en 1928 y para el primer contingente de 12.000 paraguayos que arribó a Boquerón en Septiembre de 1932 existían en los parques más de 20.000 fusiles (González).
Otra imprecisión del artículo se refiere a “un ejército mucho más numeroso, el ejército boliviano tenía también una amplia superioridad tecnológica, contaban con más armas y más modernas”. El presidente boliviano Daniel Salamanca no llamó a movilización general en 1932 y se remitió solo a movilizar tropas “a cuenta gotas” que se podrían alimentar a la distancia y no es hasta enero de 1935, finales de la guerra y con el Presidente Tejada, que se decreta la movilización general triplicándose el número de efectivos sobre los paraguayos, ya fue tarde.
Relativo al pretendido armamento boliviano superior en tecnología no existió tal cosa toda vez que los fusiles del modelo “máuser” eran usados en ambos bandos con el mismo calibre pero de distinta procedencia, eran máuser checos los VZ-24 bolivianos de 1924 y belgas (1929), españoles (1927) y alemanes (1930) los máuser paraguayos; las automáticas tenían las mismas características, inglesas (Vicker y Brno) las bolivianas, y danesas y americanas (Madsen y Colt) las paraguayas.
Los cañones no diferían sino en la marca, Vicker ingleses los bolivianos y Schneider franceses mod. 1928 los paraguayos, hasta los calibres eran iguales al punto que las granadas bolivianas capturadas se usaban en los cañones paraguayos. ¿De qué tecnología superior habla el articulista?. En cuanto a los aviones bolivianos, fueron solo superiores con sus cazas Curtiss a los bombarderos Potez paraguayos (mod. 1927) a partir de la mitad de la guerra y nunca hicieron valer esa diferencia en los cielos ya que el conteo de derribos en su favor arroja un magro empate con los paraguayos que no justificó nunca aquella tardía superioridad. Cinco aviones bolivianos fueron derribados por fuego de fusilería paraguaya.
El más acérrimo fiscal acusador de la impreparación paraguaya y protagonista de la guerra, Tte. Cnel. Antonio E. González, terminó reconociendo: “No nos toca a nosotros, ciertamente, enjuiciar a los conductores bolivianos porque en el momento oportuno no aparecieran en el campo de batalla los 80-100 mil combatientes provistos del vasto arsenal que nosotros creíamos de buena fé que existía en los depósitos de Bolivia” (González, 44). Lapidario.
Relativo al machete, esto no deja de ser una leyenda popular. Este instrumento de trabajo nunca fue parte del armamento individual del soldado paraguayo y se constituyó en una herramienta de zapa para la elaboración de picadas. En los inventarios de las grandes unidades la proporción de machetes no sobrepasa el 25% de los fusiles (Fernández). Sólo en Nanawa de Enero de 1933 se verificó su uso para rematar a bolivianos del “Colorados” que fueron emboscados con armas automáticas en la mañana del día 25. No existe otra referencia de uso masivo del machete en otras batallas de importancia.
Uso de cañoneras
En cuanto a la construcción y uso de las cañoneras “Paraguay” y “Humaitá” es evidente que el articulista ignora la historia de éstas. La decisión de mandar construirlas se basa en varias consideraciones. La primera y más importante es la desastrosa experiencia paraguaya de la Batalla del Riachuelo de la Guerra de la Triple Alianza donde el Paraguay –por falta de monitores acorazados- perdió el control del río Paraguay y lo dejó en manos del enemigo aliado.
No se podía repetir el mismo error y fracaso y a la vista de la noticia que Bolivia estaría gestionando la compra de la flotilla brasileña del Mato Groso y toda vez que la tesis de guerra con Bolivia formulada por el Estado mayor, en 1927, era la de esperar a su ejército atrincherados en el litoral del río Paraguay bajo alcance de los cañones de 120 mm de estas naves, se procedió a ordenar su construcción y fueron recibidas y sus tripulaciones adiestradas un año antes del inicio de la guerra –en 1931- lo que habla de suficiente previsión en el asunto y nada tiene que ver con la infundada suposición del articulista que el gobierno liberal las adquirió para su propia estabilidad de cara a futuras revoluciones desde su mismo interior, un absurdo cuando que ya habían transcurrido más de tres mandatos presidenciales liberales sin novedades por 10 años (Riart-Ayala y Guggiari).
Tampoco se sostiene el mal uso de las cañoneras que pudieron ser sustituidas por más aviones o más artillería pesada o por barcazas como reclama el Dr. Redick. Existían buques argentinos de uso mixto carga-pasajero y chatas ganaderas paraguayas que jamás podrían reemplazar en eficiencia, velocidad y capacidad a las cañoneras. En 1933, la C 1 “Paraguay” transportó 1.100 hombres en un solo viaje y logró que estuvieran en el frente en solo 3 días cuando los bolivianos tardaban 30 días para lo mismo.
Se registran el transporte de más de 160.000 hombres en tres años de guerra, lo que sería imposible hacerlo con una flota de buques pequeños. Aunque el Dr. Redick niega irónicamente la existencia de una batalla naval, existió un combate aéreo-naval el 22 de Diciembre de 1932 en Bahía Negra donde una escuadrilla de aviones bolivianos Vicker Vespa atacó al “Humaitá” con disparos de calibre 7,65 mm y la reacción de la poderosa artillería antiaérea de la cañonera (cañones de 75 mm) rechazó con tal violencia ese ataque que el dominio de río nunca más fue discutido por los aviones bolivianos.
Se falta a la verdad con el asunto del nazi Ernest Rhöm como aliado de Bolivia y peleando por ella. El alemán, si bien estuvo en Bolivia por asuntos de instrucción militar, la abandonó en Octubre de 1930, 28 meses antes de iniciarse la guerra, luego de enemistarse con su jefe el Gral. Kundt. Al empezar la guerra, Rhöm ya era jefe de las SA de Hitler en Alemania.
El articulista pretende una suerte de ninguneo político del partido de gobierno de entonces llevando la atención del lector hacia una supuesta colaboración del partido colorado para que dicho gobierno liberal apoye al Gral. José F. Estigarribia, aportando para ello estabilidad política. En contrapartida, se debe decir que el Partido Colorado fue invitado –a fines de 1928- por el presidente Guggiari a participar de las deliberaciones del Consejo de Defensa Nacional formado a raíz del incidente de Vanguardia y que estudiaba las necesidades de una probable guerra que se venía y ese partido envió a su representante el Dr. Eduardo López Moreira quien si bien se mostró incondicional al principio en su apoyo, al poco rato se negó a seguir participando una vez que tomó conocimiento de que el gobierno realmente estaba preparándose para la guerra desde hacía tiempo y esa información no se compadecía con la interesada prédica colorada de que el país estaba indefenso.
La prueba palpable de la nula compañía o solidaridad del partido colorado para con el gobierno liberal ante una guerra se dio en 1931 cuando llegaron las cañoneras a Asunción y su órgano oficial PATRIA no se adhirió al júbilo de la población asuncena omitiendo publicar alguna crónica al respecto (Artaza, 36).
Por otro lado, y por los hechos del 23 de Octubre de 1931 en los jardines del Palacio, el Partido Colorado abandonó el Congreso Nacional lo cual llevó a esa nucleación política a la cómoda situación que supone no hacer nada por la Patria cuando estaba amenazada desde el exterior. En tiempos de López esto era motivo de fusilamiento.
Ninguna inferioridad financiera tenía el Paraguay respecto de Bolivia. Ambos países usaron el mismo y principal mecanismo, la expropiación de divisas, y aquel gobierno castigó menos a los exportadores paraguayos (50%) que Bolivia a los suyos (100%) (Seiferheld). También se diseñó una ingeniera financiera –vía Europa- tal que ni los mismos proveedores argentinos de harina y combustibles supieron que se les pagaba con dinero de su propio Gobierno (Rivarola). Al final de la contienda el saldo de la deuda externa paraguaya por gastos de la guerra no llegó a ser más del 32% del total (Banks, 70).
Para terminar una frase del propio Dr. Redick: “Escribir en contra de la corriente oficial se ha vuelto más que un riesgo, pero, aunque sea impopular, hay que hacerlo” (sic). El Dr. Redick hizo exactamente lo contrario, repitió una vieja versión oficial de más de 80 años de existencia, hoy totalmente anacrónica.
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Hernan
8 de junio de 2021 at 08:40
Muchas Gracias por la aclaracion Sr.Martinez Pelaez….Es un placer contar con las impresiones de un verdadero “conocedor” de nuestra historia y no con “ignotos” devenidos en seudos historiadores…
arianna
8 de junio de 2021 at 20:38
Sr. Pelaez. Gracias por el tiempo dedicado. Me gustaria informarle que su nombre no aparece. Solamente se ve su autoria cuando uno desea dejar un comentario.