Opinión
Poderes fácticos locales siguen utilizando a nuestra democracia para apoderarse de ella
En lo que va del año y sin solución de continuidad se sucedieron hechos locales y externos que ayudan a entender las razones estructurales por las que tras décadas de apertura política (1989-2021), en lugar de haberse fortalecido una verdadera República constitucional y democrática, con Estado de derecho pleno, el proceso se empantanó en una democracia de muy baja calidad. En ella, la republicana política-servicio sucumbió a su perversión anticonstitucional y corrupta, en primer lugar la de la politiquería de la oficialista ANR, que desde palacio guarda las apariencias democráticas, cuando que casi por completo está sometida a los poderes fácticos locales, que la nutren de recursos sin control, originados tanto en la corrupción pública y privada como en el narcotráfico y el lavado de dinero. Por cierto: la nefasta politiquería no es patrimonio exclusivo de los colorados.
“Durante décadas, desde el derrocamiento en 1989 del dictador fascista de Paraguay, Alfredo Stroessner, las viejas élites del país han abrazado apenas epidérmicamente la democracia, mientras, eso sí, siguen beneficiándose del legado de Stroessner: una estructura de poder en gran parte corrupta, fuertemente comprometida por una economía sumergida en el contrabando y el tráfico ilícito”, escribió Emanuele Ottolenghi, un politólogo italiano residente en Estados Unidos que en los últimos años investiga el crimen organizado y la amenaza regional que representan los terroristas de Hizbulá asentados en la Triple Frontera. El investigador también advirtió que el “sistema financiero de Asunción está en situación de riesgo: el financiamiento del terrorismo, el contrabando de cigarrillos, el comercio de productos falsificados, y el contrabando y la evasión de impuestos, alimentan el fraude y atraen al crimen organizado como un imán”(*).
En los últimos tres lustros, y tras haber financiado las campañas de politiqueros y partidocrátas de todos los colores, Horacio Cartes (HC) y su grupo empezaron a edificar la propia legitimidad politiquera de los “cartistas”, el más importante entre los poderes fácticos locales. Eso fue paralelo al proceso de apoderamiento por ellos de parte considerable de las precarias legalidad e institucionalidad de nuestro aparato de Estado (en los tres poderes y otros órganos constitucionales), logrado principalmente por el control casi total que el Grupo Cartes (GC) ejerce sobre la tradicional Asociación Nacional Republicana (ANR). Gracias a su notoria riqueza, entre 2013-2018 Cartes encabezó su propio desgobierno colorado. Este desembocó en la presidencia formal de un correligionario y conocido suyo, que enfrentó al cartismo en 2018 Mario Abdo Benítez (2018-2023), para después caer en sus garras, en una presidencia también de notoria ingobernabilidad, esta acrecentada por la casi absoluta incapacidad del Ejecutivo en la crisis de la pandemia mundial.
En tal contexto, que exacerban las sospechas ciudadanas acerca de la política e instituciones democráticas, se constataron avances significativos del crimen organizado local sobre liderazgos e instituciones políticas nacionales. Aludió directamente a ello el Secretario de Estado de los EE.UU. Antony J. Blinken, cuando informó y explicó brevemente la sanción con la que por ahora su gobierno castiga al diputado oficialista Ulises Quintana, quien hasta hoy es apoyado por Abdo Benítez y Cartes en sus pretensiones para la intendencia de Ciudad del Este. Dijo de Quintana el jefe de la diplomacia norteamericana: “Durante su tiempo como diputado,… participó en actos que facilitaron la delincuencia organizada transnacional, socavaron el estado de derecho y obstruyeron la fe del público en los procesos públicos de Paraguay” (**).
Después, en InSight Crime, una publicación hemisférica especializada en el crimen organizado y violencia que se expanden en nuestros países, una analista al ocuparse del caso Quintana a raíz de la decisión de la Casa Blanca, escribió: “La mayoría de las veces se pasa por alto a Paraguay, pero se ha convertido en un importante centro de narcotráfico… Los grupos criminales… mueven cantidades de cocaína mayores que nunca y es posible que se estén diversificando (incluso) con la producción de cocaína”, y no debe olvidarse (que) las redes de narcotráfico operantes en el país dependen del apoyo de funcionarios corruptos para ayudar a proteger e incluso a asegurar los cargamentos ilícitos” (***).
Entonces, y más allá de intrínsecas limitaciones de los partidos opositores con representación parlamentaria (empezando por las de la otra tradicional nucleación política en el país, el Partido Liberal Radical Auténtico, PLRA, también con una importante infiltración cartista), no es de extrañar que hayan sido incapaces de construir una real alternativa democrática, uniéndose con sectores democráticos, incluyendo los del coloradismo, para iniciar en serio la implantación paralela de una auténtica democracia republicana y del correspondiente Estado de derecho constitucional. El 2023 está muy cerca. Sin distinción entre oficialistas y opositores, lo que hoy predomina en la sociedad son las generalizadas y públicas dudas y rechazos que generan el sistema y las prácticas políticas criollas. Esto ocurre cuando la ciudadanía en gestación se moviliza por medio de protestas varias, de manera espontánea en las calles y cada vez con mayor frecuencia y número. Es el contexto por antonomasia para la emergencia de liderazgos fundamentalistas, mesiánicos y antidemocráticos…
Lo que pasa en la política-politiquería es un ejemplo de lo que están haciendo en la sociedad los poderes de las tinieblas locales que, encabezadas por HC, también pretenden dominar en la dimensión social de la realidad. Él y su grupo, en las últimas décadas avanzaron sin pausa en la captación y expansión de sus propias bases sociales de apoyo. Por tanto, los intereses cartistas politiqueros, derivados del iceberg cordillerano de los negocios internacionales de HC, que en magnitud aproximada en divisas recién empezamos a vislumbrar, gracias a un excelente estudio académico reciente del cual pronto nos ocuparemos en estas páginas, también tienen desde algún tiempo atrás una presencia numérica propia en redes y en medios, esto último bajo la forma de una especie de armada mediática de última generación tecnológica, en prensa digital e impresa, y en emisoras de radio y canales de TV con sus correspondientes repetidoras en el interior. El GC además, y gracias a la monumental pauta publicitaria de sus empresas legalmente constituidas, influye con capacidad de veto en medios que no compró todavía y que no quiere se conozca su poder sobre ellos.
Todo suma para fortalecer la politiquería de las divisas del cartismo que debilita a nuestros partidos, empezando por el coloradismo, vaciándolos de su genuino contenido político e ideológico para transfrormarlos apenas en correa de transmisión de las ambiciones de poder fáctico del “único líder”, HC. Como candidato o por medio de alguna candidatura que no sea abiertamente la suya, a partir del 2023 espera consolidar su hegemonía, la del autoritarismo del lavado de dinero que lidera aquí, acaso para establecer entre nosotros el cartismo siglo XXI, populista y antidemocrático como el bolivarianismo, solo que de signo ideológico contrario, aunque apenas en apariencia, porque el régimen de Caracas también está unido de manera estructural a los poderes fácticos del crimen organizado internacional y a los peores regímenes de poder en la actual coyuntura mundial.
El artículo de Ottolenghi, por lo demás, vale la pena aclararlo, no propone una intervención militar o encubierta de Washington en nuestro país. Esta página y los compatriotas que deseamos el bien de la patria, y de todas las naciones del planeta, tampoco deseamos intervenciones armadas para solucionar aquí problemas internos. Lo que necesitamos es que las potencias democráticas del mundo, empezando por los EUA, por medios institucionales y respetando leyes, instituciones y valores democráticos, de manera sistemática y urgente sean capaces de reducir al mínimo los espacios de acumulación de riqueza criminal en que proliferan los poderes fácticos de las tinieblas que aquí casi ya se han apoderado por completo del futuro de la República del Paraguay.
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(*) Las citas fueron tomadas de la versión en español del último artículo de Ottolenghi sobre Paraguay, publicado el 23 de abril en este medio:
(**) La cita se encuentra en:
(***) La referencia completa en:
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