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Opinión

Los procesos jurídicos contra Jesús de Nazaret

El título, en plural, “los procesos jurídicos contra Jesús de Nazaret”, se debe a los datos de las Sagradas Escrituras que presentan dos litigios, de naturaleza jurídica, a los que Jesús fue sometido: La comparecencia ante el Sanedrín, estamento jurisdiccional judío, y el proceso romano, llevado a cabo en el Pretorio, ante el procurador romano Poncio Pilato. La historicidad de estos hechos, de modos diversos y conforme con su origen, está testimoniada por fuentes no cristianas y fuentes cristianas. Entre las fuentes no cristianas mencionamos “las Actas de Pilato” (mencionadas por Tertuliano, escritor cristiano del siglo II); el testimonio de Flavio Josefo (nombre original: Yosef ben Matityahu), historiador judío, en su obra “Antigüedades judías”; los “Anales”, capítulo XV, de Publio Cornelius Tácito, escritor latino, senador, cónsul y gobernador romano; la carta del filósofo estoico sirio Mará bar Serapión y una “Nota baraita (“censurada”) de un Talmud”, atribuida a los judíos. Entre las fuentes cristianas mencionamos los cuatro evangelios canónicos: Marcos, Mateo, Lucas y Juan; Los Hechos de los Apóstoles y los escritos de Pablo de Tarso: los homologumenos y los antilegómenos. Entre todos, Juan transmite tradiciones inéditas, como la comparecencia nocturna en Casa del Sumo sacerdote (jubilado) Hanán o Anás, suegro de Caifás.

1-El arresto

El proceso (o los procesos) contra Jesús se inicia con el arresto. La escena se sitúa en una “propiedad, cuyo nombre es Getsemaní” (Mc 14,32) a la que se había retirado Jesús con sus discípulos, un huerto, al “otro lado del torrente Cedrón” (Jn 18,1), hacia el Monte de los Olivos (Mc 14,26). Durante el día, Jesús enseñaba en el Templo y durante la noche se retiraba a este monte, sin duda para orar allí. ¿Por quién y en nombre de quién fue arrestado Jesús? Según san Marcos, el comando encargado de apresar a Jesús como “una banda con espadas y palos”, por tanto una tropa (o tropel) en armas, con linternas y antorchas, fueron esbirros de los sumos sacerdotes, los escribas y ancianos (Mc 14,33), es decir, el Sanedrín. Esto implica el carácter plenamente oficial de parte de los judíos teniendo presente el operativo policial.Como son enviados de los sumos sacerdotes, hay que preguntarse si eran levitas, responsables del orden y la seguridad del Templo. Pero no se conoce un operativo semejante llevado a cabo por los levitas fuera del santuario. Juan habla de “siervos” (hypēretai) de los sumos sacerdotes y de los fariseos (Jn 18,3). San Juan también menciona la “cohorte” con el tribuno que la mandaba; una parte de la “guarnición romana que estaba acantonada en la Fortaleza Antonia de Jerusalén” (Jn 18,2).

1.1. El papel de Judas

Los cuatro evangelios concuerdan entre sí en el papel de Judas como guía de los que arrestaron a Jesús. Ya antes se ve a Judas proponer sus servicios a los sumos sacerdotes a fin de entregarles a Jesús y a estos prometerles dinero: “treinta ciclos de plata”. De hecho, la codicia de Judas está bien atestiguada por el evangelio según san Juan (12,4-6). Se comprende que Jesús, sintiéndose amenazado, se retirara aparte, fuera de la ciudad, y que solo alguien que le fuera familiar hubiera sabido dónde encontrarle. Y también era preciso identificarle. Marcos y Mateo hablan de una señal convenida entre Judas y la tropa: “aquel a quien yo dé un beso, ese es”. Esta señal de respeto y veneración, normal por parte de un discípulo en circunstancias ordinarias, lo es menos en el caso de un arresto por la policía, a la que le bastaba con un gesto de la mano para identificar a Jesús en la semioscuridad. Así, el cercano colaborador de Jesús entrega a su Maestro con un beso.

1.2. Pelea en Getsemaní y huida de los discípulos

“Uno de los presentes, escribe Marcos, sacando la espada, hirió al siervo del Sumo sacerdote, y le cortó la oreja” (Mc 14,47). ¿Quién era el agresor? Mateo y Lucas dicen que es un discípulo; Juan 18,10 lo identifica con Pedro que usó la espada. La víctima sería un tal Malco. Marcos no deja lugar a dudas sobre la identidad de los que huyen: a excepción de los guardias, no queda más que el entorno de Jesús para escapar. Esa desbandada sucede normalmente al arresto. Marcos (14,51-52) es el único que informa sobre la aparición súbita de un joven a medio vestir por la prisa y que, agarrado por uno de los policías, se libera y toma la huida abandonando el lienzo con que se cubría. Para completar el cuadro del desastre, este joven desconocido “seguía” a Jesús con los otros discípulos y, como ellos, “huye”, dejando a Jesús irrevocablemente en manos de sus enemigos.

1.3. La notitia criminis (causales del arresto)

 Marcos subraya con énfasis el carácter oficial de la operación, y atribuye la responsabilidad de la misma a los tres grupos que componen el Sanedrín; pero pone de relieve el papel general y predominante de los “sumos sacerdotes”.El texto griego reconoce a los sumos sacerdotes como arjiereus, personajes que pertenecen a los grados superiores del sacerdocio judío. Es una sociedad compuesta por el Sumo sacerdote en ejercicio, por los Sumo sacerdotes depuestos y por miembros de la aristocracia sacerdotal, en cuyo seno era elegido el Sumo sacerdote. Formaban un colegio que ejercía la autoridad sobre el culto y el orden exterior del Templo. Se habla de los “benēkohanimgedolîm”, “los hijos de los sumos sacerdotes” que ejercen funciones jurídicas y conforman tribunales que toman decisiones en materia de derecho civil con respecto a sacerdotes.

El sanedrín, sin embargo, no estaba integrado únicamente por las familias pontificias. También formaba parte de este Colegiado los “escribas” (los grammateis), juristas profesionales, fariseos en su mayoría, y nobles laicos (las ancianos, los zequenim o presbyteroi). Si bien es preciso reconocer que la influencia farisea, que era grande sobre la población, tenía posibilidades de repercutir en el sanedrín, sigue siendo cierto que el elemento sacerdotal era el que llevaba las riendas  del poder en la línea de la hierocracia postexílica. De hecho, en las listas del Nuevo Testamento en que reconocemos al Sanedrín, los sumos sacerdotes figuran siempre a la cabeza, un orden confirmado por Josefo. Ahora bien, su poder no se ejercía sólo en el marco del consejo supremo de la nación. El Sumo sacerdote y los jerarcas que le rodeaban podían emprender, sin hacer intervenir la asamblea del sanedrín, operaciones de policía. En concreto, estas dependían del “comandante del Templo”, primer dignatario después del Sumo sacerdote (segan ha kohanim; o strategostouhierou). Por orden de este último fue prendido Jesús. Esto confirma el rol determinante de los sumos sacerdotes e implica que lo que se reprochaba a Jesús tenía todas las posibilidades de desagradar especialmente a los maestros del Templo y a los jefes principales de la nación.

En concreto, ¿qué palabras o acciones de Jesús pudieron desencadenar la intervención de las autoridades religiosas?. En realidad son varios episodios:

En primer lugar, la entrada “mesiánica” de los “ramos” en Jerusalén, con los honores propios de un rey que la muchedumbre le ofrendó. La entrada de Jesús a Jerusalén o “entrada de los ramos” fue una verdadera manifestación mesiánica en la que una multitud en delirio escolta a Jesús y celebra en él tan esperada restauración del reino davídico (Mc 11,9-10). Este hecho habría llamado la atención y provocado el temor del Sumo sacerdote y de su entorno, cuyo espíritu netamente “colaborador” (colaboracionista) queda registrado en las Escrituras. El impacto político antirromano de la ovación brindada a Jesús en esta ocasión era extremadamente visible. ¿Temían a un nombramiento real por aclamación popular? Osaná, Osaná, el hijo de David, dice la multitud; y le rinden la pleitesía, el protocolo y el honor debido a un soberano. La palabra aramea “osaná” significa “sálvanos” – “sálvanos ya”; pero también puede significar “libéranos ya” (es una rogativa)…que el pueblo, aplicando el salmo 118, podría darle el sentido de: “libéranos ya del poder romano”. Entonces se trataría de un asunto político y podría entenderse como un acto subversivo, como una sedición.

Sin embargo, la estrategia sumo sacerdotal no consistía en intervenir de manera directa y aparatosa como se podría esperar de la acción de los militares romanos; el sanedrín es más sutil; prefieren intervenir no en presencia del pueblo sino recurrir  a una estratagema como refieren los evangelios (Mc 14,1-2): Faltaban dos días para la pascua y los Ázimos y los sumos sacerdotes buscaban cómo apresarle con engaño y matarle, pues decían: “Durante la fiesta no, no sea que haya alboroto del pueblo”.

En segundo lugar, tenemos el incidente del Templo. En realidad Jesús, aquí, no se lanza contra el templo sino contra el mercado instalado en la explanada del templo. Los cuatro evangelios narran esta escena, pero san Juan, a diferencia de los tres sinópticos, lo sitúa al inicio de su ministerio (Jn 2,13-22).El mercado del Templo ocupaba una parte del atrio de los gentiles, vasta explanada de unos 500 por 300 metros. Lo que Jesús realizó fue un gesto profético, al estilo de Jeremías, tumbando algunos puestos y mostradores, condenando el negocio practicado en los accesos al santuario y que anuncia, a modo de castigo, su supresión en aras de un culto universal.En san Juan habla de la destrucción del Templo, simbólicamente, para dar entrada a un nuevo culto que el afirma será “en espíritu y en verdad”. Ya los profetas como Jeremías, Malaquías y otros hablaban de la necesidad de ajustes a la religión judía para retornar a la auténtica voluntad de Dios. Isaías, en el primer capítulo, hace una fuerte crítica al culto del Templo en la que se mezcla el formalismo ritual con la hipocresía, el crimen y la injusticia. Según este profeta, en la base del culto verdadero, debe imperar el derecho y la justicia. Malaquías habla de la venida de un mensajero divino que “purificará a los hijos de Leví (sacerdotes) y los depurará como el oro y la plata” (Mal 3,3).

Se sabe por los escritos judíos que la administración del Templo estaba en manos de los sumos sacerdotes que, mediante terceros, administraban ciertos productos, y que determinados miembros de la corporación poseían tiendas. De hecho, la Toseftá afirma que el “amor al dinero y el odio mutuo provocaron la deportación de los judíos tras la ruina del Templo”. La Toseftá es un compendio jurídico rabínico, complemento de la Mishná. En la escena descrita por el evangelio se percibe la voluntad reformadora que no se opone al Templo y a su culto sino que exige que ese culto se realice de una manera pura y desinteresada. Al prohibir el mercadeo de productos, Jesús confirma su preocupación por aumentar el respeto al Santuario. Marcos 11,18 escribe que la noticia del incidente “llegó a oídos de los sumos sacerdotes y de los escribas”, y eso les incitó a buscar el medio de hacer morir a Jesús. De hecho, el tema del incidente del templo estará presente en el expediente de Jesús en el proceso. Esto supone que el gesto, lejos de ser un acto aislado, y de alcance momentáneo, se inserta en una concepción de conjunto sobre el culto en el Templo. De este modo es como pudo contribuir al arresto de Jesús.

En tercer lugar, se puede citar la crítica a la Ley o Toráh. Estrictamente, sin embargo, no se trata de una crítica a la Ley sino a su interpretación. Jesús se presenta como el verdadero hermeneuta, el auténtico intérprete. “A ustedes se les dijo”, dice; “pero yo les digo”. No obstante, había acusaciones de trasgredir deliberadamente la Ley o Toráh. Una de las transgresiones se refiere a la violación del shabat, día de precepto, en el que estaban prohibidas ciertas actividades y limitaba el movimiento. Como él hacía milagro en shabat o comía espigas del campo y decía que el shabat está en función del hombre y no al revés, lo acusaron de violar ese precepto.Más atrevida es la toma de posición en lo referente a la pureza ritual, pues declaró puro todos los alimentos (Mc 7,19b) y emitió una sentencia magistral de que “nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda hacerlo impuro; sino lo que sale del hombre, eso es lo que hace impuro al hombre” (Mc 7,15). También está la acusación de blasfemia que será el argumento central del Sumo sacerdote para la condena, delito sancionado con la lapidación hasta la muerte. Esta acusación no versa tanto respecto a una oposición a la Toráh sino a una pretensión de carácter distinto. Se le acusa a Jesús de pretender ser el Mesías y de situarse por encima de todos, en el mismo nivel y rango de Dios, lo cual para los judíos era intolerable.

De todos modos, se acusa a Jesús de practicar una exégesis aventurada de la Toráh, mantener puntos de vistas reformadores sobre su aplicación, proceder a una halakáh excesivamente personal. Son razones para que Jesús haya sido considerado un peligro, un revolucionario; y su posición haya creado inquietud en la aristocracia templaria que regenteaba el poder político. Los judíos no tenían un sistema dogmático que regulaba la interpretación de la Toráh, pues había oposición entre fariseos y saduceos, por ejemplo, sobre el tema de la resurrección; pero el asunto era considerado un peligro cuando los temas religiosos tenían incidencia política. De hecho, ante estas interpretaciones, Jesús debía ser sometido ante un bētdîn, o tribunal rabínico compuesto por expertos en normativas jurídicas; y quizá la sanción no hubiese pasado de los 39 latigazos previstos en la Toráh y en la Mishna, como la que se aplicó al hereje Pablo de Tarso (5 veces) según 2 Cor 11,24. Así, Jesús no hubiese sido crucificado en manos de los romanos. Por eso, era necesario que la denuncia tuviera conexión con una amenaza sobre el orden público, un desorden en el seno de la población, y esto en plena peregrinación pascual.

2. El proceso judío

 Se trata del juicio puesto en marcha por el Sanedrín o Consejo supremo de la nación: Juicio ante las autoridades judías. En efecto, hecho preso Jesús, por la tropa, según Mateo (26,57) y Lucas (22,54) fue llevado a casa del sumo sacerdote Joshif  bar Caiafás (Caifás). Según Juan, los guardias conducen primero a Jesús a casa de Anás, suegro de Caifás, antes de conducirle en casa de este último. Apenas llegado Jesús al palacio pontificio, se reúne el sanedrín y tiene lugar la sesión del tribunal en el que es juzgado Jesús y condenado a muerte. Esta sesión va seguida de una escena de ultrajes a la que sucede la negación de Pedro. El conjunto se desarrolla durante la noche. Por la mañana tiene lugar la reunión del sanedrín, al cabo de la cual es enviado Jesús a Pilato. Según Lucas, Jesús estuvo custodiado toda la noche en la residencia del sumo sacerdote por uno esbirro que le propinaba maltrato. Durante este tiempo, Pedro reniega del maestro. Juan pasa casi por alto la sesión judicial ante el sanedrín. Según él, Jesús fue llevado a casa de Anás y después ante Caifas sin que se sepa lo que ha sucedido; y de allí lo llevan ante Pilato.

2.1. Sesión ante el Sanedrín en los Sinópticos (Marcos, Mateo y Lucas)

 Se señala la presencia de testigos que refieren las palabras de Jesús respecto al Templo. Pero en el texto se dice que no había coincidencia en los testimonios, tras lo cual interviene el sumo sacerdote interrogando a Jesús y requiriéndole por qué no respondía nada. Como había contradicción, el factor testimonial es nulo. Luego viene la requisitoria del Sumo sacerdote que le pide a Jesús que confiese si es el Mesías: “¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?”, le pregunta. Jesús responde afirmativamente y apela al texto de Daniel 7,13 respecto a la venida del Hijo del hombre, con un matiz escatológico. Y como consecuencia sobreviene la acusación de blasfemia: atentar contra el honor debido a Dios y pretender ponerse en el mismo sitial de Dios, hacerse igual a él.

 2.2. Jesús ante Anás (según san Juan)

 El Sumo sacerdote en ejercicio era Caifás y el cargaba con la responsabilidad del acto. Pero, no es extraño, sin embargo que se condujera a Jesús ante Anás porque este último, aunque jubilado, seguía ejerciendo un poder moral sobre el conjunto de la hierocracia o aristocracia sacerdotal. Podría haber sido él el que desencadenara todo el operativo con acuerdo de su yerno Caifás. Al menos cabe suponerlo.Con todo, nada obliga legalmente a llevarle a Jesús, y hablar a este respecto de “interrogatorio preliminar” porque no corresponde a ningún tipo de procedimiento judicial judío. La comparecencia tuvo lugar en casa de Anás, es decir, en su residencia (Jn 18,13).

2.3. Consejo matinal del Sanedrín

¿Dónde se realizó el juicio? ¿En el Templo? ¿En el palacio Pontificio? ¿En la Sala del Consejo? No hay certeza; pero la Mishná (cuerpo exegético de leyes judías que consolida la tradición oral) sitúa el Salón del Consejo en un local llamado “Lishkat ha-gazît” (literalmente.: “sala de las piedras talladas”), situado al sur del patio de los sacerdotes. ¿Qué sucedió esa mañana? No hay documentos al respecto. Solo el resultado: el prisionero debe ser llevado a Pilato para el juicio romano. ¿Por qué? Por la Ius Gladii o “derecho de la espada” por la cual estaba restringido a los judíos ejecutar la pena capital.

3. El proceso romano

El interrogatorio se realizó ante el procurador romano Poncio Pilato, un militar de la orden ecuestre, durante el principado de Tiberio. Lugar de la audiencia: el pretorio: residencia del procurador. En principio era la tienda del Comandante romano en un campamento.

3.1. El interrogatorio

El tema de la blasfemia y del mesianismo no era un argumento de interés para los romanos; era un asunto religioso, propio de los judíos. Es posible que la palabra “malhechor” que presenta san Juan (y que pone en boca de los sumos sacerdotes) a Pilato no le interesaba y entonces les planteó que lo juzguen “ustedes según su ley”. Pero como la sentencia era de muerte (por blasfemia) ellos no podían aplicar la sanción por “el derecho de la espada”. Por eso plantean el tema de la pretensión de la realeza y el tema del pago del impuesto, argumentos que eran de interés romano.El pago del tributo era fundamental para el mantenimiento de todo el aparato del gobierno ocupacional. Por eso, incluso pagaban el “fiscusiudaicos” que era para mantener el Templo. No pagar impuestos trasgredía la lex romana: Iuspecuniae.

El pretender ser rey, como se le proclamó en la entrada a Jerusalén, entrada de los ramos, es un “crimen maiestatis populi romani” que implicaba la pena capital. Es el crimen de lesa majestad porque está animado de un propósito hostil contra la República o Imperio romano, o contra su príncipe o emperador, el César. Pero la pregunta sobre si era rey, en los sinópticos, Jesús no responde. En san Juan habla de que, efectivamente, es rey pero que su reinado no era de este mundo. Entonces a Pilato no le interesó y juzgó que no había delito en él. Propuso que se le propine latigazos y se le suelte. Pero el pueblo, a instancias de los sumos sacerdotes pidió la crucifixión, pena romana y no judía. Con todo, Jesús no dijo que su reino no estaba en el mundo, sino que “no era de este mundo” en el sentido que era un reino con una axiología o sistema de valores diferentes a los reinados mundanos. Luego Jesús asocia su realeza con el testimonio de la verdad. Pilato pregunta sobre el tema de la verdad y Jesús no responde. Hay conceptos cruzados sobre la verdad para el pensamiento greco-romano y el pensamiento bíblico-hebreo. Entonces, de nuevo Pilato proclamó que no ha encontrado delito en él.

3.2. La condena capital

Tres veces dice Pilato que no encuentra falta o delito en Jesús. ¿Por qué lo condena, entonces? Por presión de la autoridad judía que le amenaza al procurador recurrir al César. Las autoridades religiosas hebreas plantean a Poncio Pilato la siguiente disyuntiva: Si no le condenas no eres amigo del César porque Jesús se tiene por rey y nuestro rey es el César. Y ellos – los jefes judíos – que detestan a los paganos, insinúan que se encargarán de hacer llegar la información al emperador. Después de la opción del indulto de un preso, facultad del procurador, entre Jesús Barrabás y Jesús de Nazaret, la gente grita que se libere a Barrabás. No obstante, Pilato insistía en que Jesús era inocente. Pero cuando el vocerío de la multitud señalaba que el único rey era César y si no le condenaba se oponía al Emperador, ahí Pilato decide entregar a Jesús para que lo crucificaran.

Después de los azotes, el escarnio y la burla, lo coronaron de espinas emulando a un rey, le pusieron una capa roja, y un cetro como símbolos de su supuesto poder.En la cruz pusieron una inscripción en las tres lenguas (hebreo, griego y latín): “Jesús Nazareno rey de los judíos” (Jn 19,19-20). Los sumos sacerdotes dijeron a Pilato: “No escribas: el Rey de los judíos” sino “este ha dicho: Yo soy rey de los judíos”. Pilato respondió: “Lo que he escrito, escrito está” (Jn 19,21-22).

 

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