Opinión
¡De vuelta a clases! La educación como clave del crecimiento económico
La semana pasada muchos niños y niñas regresaron a las aulas, enfrentando este año el desafío de aprender en medio de una pandemia. Algunos van de manera presencial, otros siguen haciéndolo de forma virtual y otros de manera mixta. Más allá de la modalidad, la educación se constituye como un factor clave para el crecimiento económico y es deber de todos custodiar y acompañar este proceso.
El estudio del crecimiento económico estipulaba que la acumulación de capital y la productividad del trabajo hacían crecer a los países. Por lo que se esperaba que al transcurrir del tiempo los capitales fluyan hacían países menos desarrollados, pero con mayores retornos. La evidencia marcaba otra cosa, es decir el flujo de capitales no acompañaba este pensamiento. El premio nobel de Economía Robert Lucas se preguntaba por qué sucedía esto y encuentra que la respuesta se halla en el diferencial del capital humano. Lucas mencionó que los beneficios de la acumulación de capital humano (medidos por la tasa de escolaridad) permiten 2 efectos. Por un lado, un efecto interno que corresponde al beneficio sobre el aumento de productividad de la persona y, por otro lado, un efecto externo que guarda relación con el aporte a la mejora de productividad en los demás factores de producción.
Otros académicos siguieron estudiando en la misma línea, así pues Mankiw, Romer y Weis (1992) confirmaron la importancia del Capital Humano para explicar las diferencias en el crecimiento económico de los países; por su parte, Hall y Jones (1999) se hicieron la pregunta de ¿por qué en algunos países los trabajadores producen más que en otros?, la respuesta de su investigación fue que esto se debe principalmente a diferencias en el nivel educativo. Mencionan puntualmente a que la diferencia de producto por trabajador entre Estados Unidos y Niger es de 35 veces a favor del primero, y que esto explicado con mayor fuerza por diferencias en el nivel educativo incluso por encima de la intensidad de uso de capital.
Aterrizando las evidencias a Paraguay, se encuentra que trabajadores formales ganan más que trabajadores informales. Esto resulta bastante lógico, pero al explorar las características se encuentran algunas similitudes en el promedio como ser los años experiencias y la edad de trabajadores, la gran diferencia es denotada por los años de educación. Trabajadores formales poseen en promedio 13,3 años de estudio mientras que trabajadores informales tienen 9 años.
Siguiendo con el caso de Paraguay, datos del índice de capital humano[1], muestran que el país ha avanzado considerablemente en este indicador, es decir el rendimiento de la educación y los años de escolarización promedio de las personas han ido en aumento (ver gráfica 1)
La importancia de la educación como factor clave para el desarrollo de Capital Humano es clara; sin embargo, ante la necesidad de realizar transformación en la calidad educativa de Paraguay y ante los siempre limitados recursos, surge el cuestionamiento ¿dónde priorizamos la educación? ¿la educación primaria, secundaria o la universitaria?
Para responder preguntas de este calibre y tomar decisiones de políticas públicas, es más que necesario recurrir a la evidencia y en ese sentido, Psacharopoulos y Patrinos (2018) nos ilustra que en general el mayor retorno de la educación se genera por la inversión en la formación primaria. Psacharopoulos et al (1994) realiza el cálculo para Paraguay y encuentra que la tasa de retorno de la formación primaria es del 20% mientras que el de la universitaria es del 11%. Con estos datos, no debemos dudar que la educación temprana es hacia donde debemos centrar los esfuerzos.
Reforzando la idea de invertir en educación primaria, el también ganador del premio Nobel de Economía James Heckman indica que la inversión en Capital Humano, como componentes de salud y educación, tienen mayores retornos en inversiones con niños de edades tempranas (ver gráfico 2)
Por último, quisiera mencionar que desde hace algunos años se ha asentado la necesidad de invertir 7% del Producto Interno Bruto en la educación, considerando esto básicamente como una receta de éxito. Sin embargo, la evidencia sugiere que países con mejores resultados en Test PISA no necesariamente llegan a ese valor de inversión (ver gráfico 3), la cuestión va más bien por el lado de en qué estamos gastando, al menos como primer elemento de análisis.
Debemos impulsar un pacto social por la educación, priorizando a formación primaria. Y por otra parte, en materia educativa, nos queda por responder ¿en qué estamos invirtiendo? O dicho de otra manera ¿Cómo es que tenemos una inversión de alrededor del 4,5% del PIB en educación y aún no vemos resultados sustanciales? Es necesario que generemos el debate sobre este punto de modo a que nuestros esfuerzos impacten con los mejores resultados posibles.
(*) Investigación para el Desarrollo
Twitter: @gari_py
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