Opinión
Martina Cárdenas: una mujer empoderada fuera de serie
Archivo. ABC Color
En la historia de la educación paraguaya están registradas muchas mujeres, maestras con vocación de alma, quienes han formado a miles de personas ilustres, patriotas y buenos ciudadanos, quienes, a su vez, han forjado al país para salir adelante.
Durante mi tiempo de estudiante de magisterio, he tenido muchas profesoras con vocación y alma gemela de Jesús. Entre ellas, destaco la figura de la Dra. Martina Cárdenas, fundadora del Instituto Superior de Educación (ISE), hoy Instituto Nacional de Educación Superior (INAES). La Dra. Cárdenas ocupó la dirección de tan renombrada institución, rectora de la educación, por veinte años. Actualmente, en el patio central de la institución se erige un busto en honor a tan hacendosa docente.
La Dra. Cárdenas, era la Margaret Thatcher de la institución, la dama de hierro que dirigía con férreo pulso, convicción, temperamento y diligencia su cargo. Muchos la temían, pues en esa época, el no saber algo, alguna lección, no haber hecho la tarea, era imperdonable; el escarnio y amonestación eran dinamita pura para cambiar el temperamento de la directora. A pesar de tener un carácter de hierro, era también bondadosa y buena consejera como cualquier maestra de vocación.
Su férreo control de las salas, de los pasillos, del patio y de toda la institución hacía que el estudiantado esté preparado para encontrarla en cualquier momento, y debía estar preparado para todo. Dios te libre si llegaba a entrar a la sala de clase donde accidentalmente estabas teniendo clases.
Impecable
Con el saludo de rigor militar, “todos de pie”, y el saludo en coro, incluso la profesora que fortuitamente le tocó estar en esa hora y en ese día debía estar impecablemente vestida y con la pizarra llena de contenido. Interrogaba a cualquier estudiante, si qué estaba aprendiendo, si hizo la tarea, si comió o no comió, su origen y otras preguntas generales que luego terminaban en un chiste en el dulce idioma guaraní. Ella podía reprender tan bien en castellano o en guaraní, que la zurra te llegaba hasta los tuétanos y te hacia recordar hasta de la pobre abuelita que no tenía nada que ver en la historia. Así, no era miedo lo que generaba, sino una especie de mística, una leyenda, una eminencia con todas las letras.
Recuerdo que teníamos un día cultural una vez por semana, en ese espacio democrático los estudiantes practicaban la competencia oral de nuestras lenguas: el guaraní y el castellano. A cualquiera le podía tocar dirigir el himno, recitar una poesía, cantar alguna canción o bailar. Ella misma se encargaba de mirar a la tropa y elegir quien iría al cadalso; escenario aleccionador.
Una vez, le tocó a una compañera mía; me salvé, por lo menos ese día. Le dijo secamente:
-Nde, héë, nde. Eju ko´ape, ejupi ko´ape (A ver Ud., sí, Ud. venga, súbase al escenario)
La compañera se quedó helada y pálida al no saber qué hacer, se quedó muda y sin fuerzas para subirse al escenario.
–Ejupímapa (¿Ya se ha subido?)
Se la oyó a la Dra. Cárdenas, ya con un tono no tan amable. La ayudé a mi compañera a subirse al escenario para cumplir con el encargo y con la rutina de la práctica de la lengua.
Le pide que se presente y mencione algunos datos personales. La compañera en cuestión no podía hablar correctamente en castellano, pues era oriunda del interior. No tuvo más remedio que explotar toda la sapiencia acumulada en su interior en el dulce idioma guaraní.
Arma oculta
La Dra. Cárdenas la abrazo y la presentó como modelo de mujer empoderada con un arma oculta: el dulce idioma guaraní. Ante el aplauso de los demás compañeros, la compañera de la historia se convirtió en un ejemplo para todos en el uso del idioma guaraní.
Esta anécdota la vinculo con el hecho recientemente ocurrido en Curuguaty, departamento de Canindeyú, de nuestro país, donde una mujer de origen brasileño, prohibió a sus trabajadores hablar en el idioma guaraní. No tardó mucho tiempo para que se viralice este hecho, unos autoconvocados enfrente de la residencia de la mujer con papel higiénico, bombas y, lo interesante, amenizaban con canciones folclóricas y bailes tradicionales.
Me vino a la memoria esos bailes de los tantos actos culturales en la época de la Dra. Cárdenas, en los cuales rendíamos homenaje a nuestras lenguas, una de ellas: el dulce idioma guaraní.
Dra. Martina Cárdenas, kuña mbarete.
*Doctor en Lingüística, Lenguas, Filosofía, Educación y Didáctica. Universidad de Kiel, Alemania.
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Gladys Stella Domnguez Peralta
11 de marzo de 2021 at 23:36
No permito que hablen en mi nombre yo soy Gladys pueblo y no estoy de acuerdo con el vandálico hecho de gentes que atropellaron y destruyeron nuestra casa de los Colorados , la ANR.No se puede quebrar la Institucionalidad de la República, por fanatismo de los socialistas copiando a Venezuela, no van a venir a instalar aquí su rebeldía, su mala Educación patoteros sin juicios.