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Las hormigas león

Embudo táctico para la captura de presas de la hormiga león. Foto: Lidia Pérez de Molas.

Embudo táctico para la captura de presas de la hormiga león. Foto: Lidia Pérez de Molas.

POR Alberto Yanosky
Biólogo y conservacionista.

Una vez más, motivado por la profesora Lidia Pérez de Molas, comparto algo de información sobre un insecto poco conocido para muchas personas, y si lo conocen realmente desconocen la complejidad de este insecto, una especie, como todas, fascinante y que mientras más investigamos, más preguntas tenemos. Así que gracias a Lidia por la motivación y sus fotos, y las informaciones que tan gentilmente me cedió Bolívar Garcete, siempre tan amables ambos. En las imágenes vemos las trampas que hacen las hormigas león para la cacería. Los “nidos” que parecen embudos y los solemos ver, son las “trampas” que prepara esta hormiga para atrapar a sus presas, y lo llamativo es que cazadora en realidad es una larva. Por ejemplo, observar la imagen de la roca en el bosque, y en la base hay varios embuditos hechos en la arena. Me comenta Lidia que pueden ella ha visto estos embudos tanto a cielo abierto como en el bosque, o en la base de los troncos, rocas, o en las casas y establos, que tengan piso de tierra; las hormigas león están entre nosotros y poco conocemos de ellas. El adulto es totalmente diferente, tiene alas transparentes y un abdomen cilíndrico y largo, y realmente se parece a una libélula. Lidia me comenta que cuando eran niños jugaban con esos embuditos, simulando una presa, para hacer reaccionar a la hormiga león, que ahora sabemos que es una larva.

Presencia de trampas para la captura de insectos. Foto: Lidia Pérez de Molas.

Presencia de trampas para la captura de insectos. Foto: Lidia Pérez de Molas.

Estos fascinantes animales pertenecen a la familia conocida como Myrmeleontidae y si bien los adultos se parecen a las libélulas, las hormigas león tienen antenas visibles y engrosadas en sus extremos. Los Myrmeleontidae es otra familia del grupo de los Neuroptera, así como la familia Chrysopidae, de la que ya habíamos hablado; pero los adultos de Myrmeleontidae son de mayor tamaño, tienen las alas más largas y finas. Las larvas de Myrmeleontidae no están equipadas para una vida libre caminando por la vegetación como lo hacen las larvas de Chrysopidae y así han desarrollado estas increíbles adaptaciones. Sus extremidades (o patitas) son débiles para soportar el peso de su abdomen, que es voluminoso y en forma de trompo. Bolívar nos comenta que vive en lugares con arena suelta, donde fabrican sus nidos-trampa en forma de embudo. La única forma de caminar que tienen es vibrando su abdomen y empujando de a poco en reversa su cuerpo ayudada por las patas, y de esta manera el extremo posterior del abdomen se va abriendo paso entre los granos de arena, mientras la cabeza va tirando el exceso de arena hacia atrás y los lados como si fuera una pala limpiadora. Para fabricar su nido, la larva realiza ese movimiento en forma circular, describiendo una espiral que se va haciendo más profunda en el centro. Cuando el embudo del nido va alcanzando una inclinación precariamente entre lo estable y lo inestable, la larva se entierra en el fondo del embudo, tira unas últimas paladas de arena para alisar las pendientes y abre sus mandíbulas para disponerse a esperar una presa que pase. Aunque la profe Lidia parece que de niña facilitaba este proceso.

Las larvas de la hormiga león sufren metamorfosis completa como la que pasan las orugas para convertirse en mariposas, de manera que cuando la larva ya ha madurado, teje un capullo de seda y arena, dentro del cual se transforma en una pupa casi inmóvil, cuyo cuerpo sufre una reorganización interna en estructuras y funcionamiento, que producirán un individuo adulto, de cuerpo alargado, delicado y gracioso, completamente diferente a la larva que alguna vez fue. Las larvas pueden vivir durante meses antes de convertirse en adultos. La vida de los adultos de Myrmeleontidae es más corta, de pocas semanas, y se centra en descansar escondidos en la vegetación durante el día y volar en busca de pareja durante la noche.

Larva de hormiga león. Foto: Lidia Pérez de Molas.

Larva de hormiga león. Foto: Lidia Pérez de Molas.

Las presas pueden ser insectos pequeños de cualquier tipo, pero como las hormigas son un elemento abundante en cualquier ecosistema, no es raro que ellas sean el alimento principal de la larva de Myrmeleontidae. Cuando la hormiga pisa el borde del embudo, activa una avalancha de granos de arena que le hace perder pie hacia el fondo y despierta a la larva, la cual empieza a tirar paladas de arena que acentúan la avalancha y llevan a la hormiga hacia las mandíbulas de la larva, que se cierran rápidamente al detectar el cuerpo de la hormiga. Este comportamiento seguramente motivó algunas películas que hemos visto, pero basadas en la naturaleza. Las mandíbulas de la larva son acanaladas y se encargan de drenar a la hormiga de los líquidos que contiene. Cada mandíbula es entonces como una combinación entre un gancho de carnicero y una pajita de succión

Myrmeleontidae proviene de las raíces greco-latinas Myrmex (= hormiga) y Leo (=León), más la adjetivación del sustantivo Leo en Leonto y el sufijo -idae, que indica una agrupación en familia. La raíz del nombre (Myrmeleo), que a su vez es el nombre del primer género descrito para esta familia, puede traducirse como “León de hormigas” o “Destructor de hormigas”, una interpretación que se mantiene en idiomas como el inglés, en el que estos insectos reciben el nombre común de Antlions. En términos taxonómicos y de biodiversidad, Myrmeleontidae es una familia con unas 2.000 especies en todo el mundo, principalmente en zonas cálidas. De alguna manera, en español, la simplificación del nombre acabó haciendo que su nombre común en nuestro idioma sea “Hormiga León”, llevando a una interpretación semánticamente inversa para quien escucha este nombre.

Nido-embudo de hormiga león. Foto: Lidia Pérez de Molas.

Nido-embudo de hormiga león. Foto: Lidia Pérez de Molas.

Nos comenta Bolívar que el nombre en español no le hace justicia a la intención original del nombre greco-latino, pero es como han sido llamados estos insectos por los hispanohablantes durante siglo, demostrando que el uso de la lengua y el desarrollo de las palabras de un idioma no siempre siguen reglas correctas o técnicamente precisas.

Gracias a Lidia por las fotos y la motivación y a Bolívar por toda la información compartida.

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