Nacionales
Historias de paraguayos sobrevivientes de las Torres Gemelas
Miles de personas murieron en los ataques terroristas en la ciudad de Nueva York, Washington y a las afueras de Shanksville, Pensilvania. Foto: BBC
Dicen que el tiempo cura las heridas, pero algunas son más difíciles de sanar, como lo evidencian las historias de don Héctor Jojot y Lourdes Frutos. Desde El Nacional recordamos lo que nos decían estos valientes compatriotas sobre lo que enfrentaron ese 11 de septiembre de 2001, cuando Estados Unidos vivió uno de los peores ataques terroristas de su historia.
En medio de un recuerdo doloroso, algunos comparten los momentos que se vivieron al interior y en las inmediaciones de las Torres Gemelas del World Trade Center, un símbolo del capitalismo que fue el primer blanco de los atentados. En total, cerca de 3.000 personas murieron, no solo en Nueva York, sino también en ataques que ocurrieron el mismo día en Washington y Pensilvania. Sobrevivir al fatídico 11-S ha sido para algunos un renacer.
Don Héctor Jojot, comentó que estuvo en el piso 83 de la Torre Norte de las Torres Gemelas aquel fatídico 11 de setiembre del 2001, cuando un ataque terrorista hizo estrellar dos aviones contra lo que era considerado un emblema edilicio de la ciudad de Nueva York, Estados Unidos. “Yo sobreviví al infierno y estoy aquí para seguir viviendo mis sueños. Pasaron los años y los recuerdos no pasan, se agigantan”, había expresado en una nota para El Nacional.
“Me acuerdo de que era un día soleado, un día normal. Yo salí de Queens, subí al tren que justo me llevaba hasta la torre norte del World Trade Center. Entré al edificio como un día cualquiera para hacer mis labores. Yo trabajaba en el piso 83, tenía que tomar 12 elevadores para llegar hasta ahí. En ese momento yo era director de Tecnología de una pequeña empresa financiera. Estaba encargado de todo lo que era el área de tecnología de esa institución. El edificio tenía 107 pisos, estaba casi en lo más alto de ese lugar. Tenía una vista completa de la ciudad de Nueva York. Las nubes estaban a la altura de nuestros ojos. Estábamos altísimos cuando pasó lo que pasó”, relató.
“Fue tremendo. Eran 83 pisos que teníamos que bajar. Nos llevó más de una hora poder bajar por esas escaleras. Teníamos con nosotros a una persona que estaba herida y quemada. Él tenía quemaduras en gran parte de su cuerpo y teníamos que tratar de bajarles 83 pisos. Comenzamos a bajar cuando una señora muy grande bloqueaba la escalera de salida, le había agarrado un ataque de pánico, estaba en shock. “Oh, mi Dios, aquí vamos a morir todo”, decía y repetía constantemente. Nos acercamos con el muchacho que estaba quemado, le hablamos y le dijimos que mire la cantidad de gente que viene detrás de nosotros, que si no se mueve le van a echar de aquí. Ella se dio cuenta y comenzó a caminar”, expresó.
“Continuamos como podíamos. En algunos pisos habían explotado los chorros de agua para apagar los incendios. Llegamos al Lobby y observamos los escombros que habían quedado de las explosiones. Las imágenes que vimos fueron de terror. Vimos personas desesperadas que se lanzaban de los pisos superiores, es que muchos decidieron entre quemarse vivos o saltar. Fue una locura. Llegamos al sótano y finalmente logramos salir”, señaló.
“Todo esto me ayudó a valorar la vida cada segundo, a disfrutar de los míos”
Otra compatriota sobreviviente fue Lourdes Frutos, quien en su momento también habló con El Nacional y contó parte de su conmovedora experiencia, cuando se encontraba trabajando en el piso 78 de la Torre I.
“Yo estaba trabajando en el Piso 78 de la Torre I donde impactó el primer avión. Mis compañeros y yo pensamos que se trataba de un terremoto por la forma que se movió todo el edificio. Seguimos trabajando como sin nada porque en nuestra oficina funcionaba todo”, recordó.
De un momento para otro, empezaban a ingresar personas heridas y ensangrentadas a la oficina de Lourdes, ya que era la única que contaba con luz, en todo el piso. “La gente entraba quemada en los cabellos, brazos y manos. Querían aventarse por la ventana diciendo que era la única forma de salvarse. Nosotros no dimensionábamos lo que estaba pasando, hasta que después sonó la alarma de incendio y vimos el desastre en el lobby del piso 78, todo destruido”, expresó.
Automáticamente, procedieron todos a bajar las escaleras con calma e incluso con cierta tranquilidad, para bajar de manera lenta los 77 pisos restantes. “A medida que bajábamos, los bomberos subían a auxiliar a las personas que quedaron atrapadas en los pisos superiores. Llegamos al lobby, en el entrepiso 1 y allí vimos el terror. Las personas que se habían lanzado de pisos arriba, estaban sin cabeza, sin brazos, sin piernas. Una escena desgarradora”, agregó.
“Todo esto me ayudó a valorar la vida cada segundo. A disfrutar de los míos y dar gracias a Dios por cada segundo que nos regala la vida, que todo pasa en un tronar de dedos, en un suspiro, y debemos estar preparados. Pido a Dios todos los días por las almas que allí quedaron, sin poder escapar, sin dar el último adiós”, culminó, con su impactante testimonio.
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