Nacionales
Seguimos con los nidos de las temibles avispas
Kava alazan en techo. Foto: Lidia Pérez de Molas.
En esta ocasión vamos a continuar con nuestro aporte sobre los nidos de avispas, temibles seres que están en nuestro entorno, pero ya sabemos que la vida en el planeta sería diferente sin ellas en la naturaleza. Y seguimos este tema por las fotos de nidos de avispas que tomara la Profesora Lidia Pérez de Molas y el acompañamiento técnico del apreciado Bolívar Garcete, ambos me animan a profundizar el tema, y sencillamente comparto con los lectores, lo que Bolívar nos enseña, y por supuesto la motivación de las fotos que tomara la Profesora Lidia en sus tareas de campo. Ya vimos en una nota del 2021 las generalidades y el anterior domingo sobre el kavichu’i así que ahora vamos a hablar de otras especies con las que nos podemos encontrar, como es el caso de la avispa de papel (Polistes versicolor) conocida en guaraní como kava revipara, con un nombre que nos puede causar gracia, pero como siempre el guaraní es muy expresivo así que ese nombre alude a su parte trasera (culo), que es de colores variados, y ya su nombre científico también lo afirma, es versicolor. Estas avispas tienen nidos que albergan no muchos individuos, unas pocas decenas, contrariamente a otras avispas como las Polybia que tienen cientos de miembros. También este caso nos obliga a hablar de la reina, ya que no toleran más de una, solo una líder en la cúspide de la escala social y única reproductora.
Bolívar comenta que entre estas avispas, la escala social se impone a mordiscos, pisotones y empujones; la hembra dominante se encarga de reproducirse, y a fuerza de demostraciones de fuerza les hace trabajar a las demás, las cuales invierten gran energía buscando comida y materiales de construcción, construyendo nuevas celdas y alimentando a sus hermanas. Y parece ser que este efecto colateral de gastar mucha energía en esas actividades, no les permiten que se desarrollen los ovarios, de manera que mientras más trabaja una Polistes, menos chance tiene de reproducirse y más sumisa se vuelve en la escala social. ¿Interesante esta visión y conocimiento; habrán ya hecho algún paralelismo con nosotros los humanos? Al igual que los nidos de kavichu’i, los de Polistes están hechos con papel de fibra de madera, pero con fibras largas, por lo que el material es más suave y flexible. Tanto el kavichu’i como la kava-revipara son avispas sociales, especies que viven en un grupo colaborativo donde hay una separación en castas definida por la capacidad reproductiva y el rol que cumplen en su nido.
Nuevamente quiero mencionar que estas especies sociales se muestran agresivas ante otras especies como el ser humano y demás vertebrados. Pero esta agresividad siempre está ligada a la proximidad del nido. Sólo son agresivas para defender el nido, y si están lejos del nido su reacción va a ser escapar, como cualquier otro insecto, usando en ese caso su aguijón únicamente en defensa propia cuando alguien las ha atrapado.
Esto nos lleva a los nidos de barro de algunas avispas. En Paraguay, ninguna avispa social usa barro para hacer sus nidos, por lo tanto, cuando encuentres un nido de barro es de alguna avispa solitaria. Las avispas solitarias no son agresivas ni lejos ni cerca del nido y cada hembra hace su nido en forma solitaria, con poca o nada de colaboración de otras hembras. En estos nidos hay una acumulación de años y años de nidos de Sceliphron asiaticum, una avispa solitaria que también se la conoce con el nombre de avispa de cintura de hilo, y a pesar de su nombre “asiática”, es originaria de Sudamérica tropical. Siempre con los comentarios de Bolívar, en esta especie una hembra sola hace un nido de una a una docena de celdas que amontona hasta que el nido adquiere la forma de un pan de molde. En cada celda acumula arañas que caza una por una, luego deposita un huevo y cierra la celda definitivamente con un tapón de barro. Luego de completado el nido, la madre desaparece y se dedica a hacer otros nidos.
La avispa conocida como kava alazan científicamente lleva el nombre de Polistes cavapyta, llevando un nombre que hace referencia a su color en idioma guaraní (kava: avispa; pytã: rojo, naranja), el nombre a esta especie lo colocó un científico alemán mirando lo que estaba escrito en la etiqueta del espécimen colectado. Y quizás “alazán” sea más pertinente que rojo, si bien más usado para caballos para referirse a esa coloración naranja o marrón. Esta especie es una de las que ha logrado conquistar los ambientes urbanos, en particular Asunción.
Y quizás uno de los nidos más llamativos es el de la káva tatu o guitarrón, científicamente conocida como Synoeca cyanea. El nido es un panal único adherido a lo largo del tronco, y está cubierto con un envoltorio con arrugas que le hacen parecer el caparazón de un armadillo o tatú, de ahí el nombre. La forma de reproducirse es muy similar a la del kavichu’i que ya mencionáramos, pudiendo tener más de una reina y éstas son poco diferenciadas. Cazan orugas para alimentarse, pero también pueden comer frutas. Son avispas grandes, negras, y con reflejos metálicos que van del azul al verde, y tienen la zona de la boca de color rojo. Como toda avispa social, defiende su nido, y en el caso de esta especie, antes de atacar zumban muy fuerte, haciendo resonar todo el nido, por eso el nombre de guitarrón. Así avisan antes de lanzarse a atacar a quien haya golpeado su nido o permanecido demasiado tiempo a muy corta distancia, dentro del territorio del nido.
Finalmente, es muy llamativa la forma en la que nos avisan del ataque inminente. Mientras las kavichu’i antes de atacar empiezan a salir del nido y se van colocando sobre el envoltorio de este, levantando sus abdómenes al aire y moviendo las alas, la señal previa al ataque en Polistes es que levantan la parte anterior del cuerpo, elevando sus patas delanteras al aire y sacudiéndolas rítmicamente. En caso de que ello no fuese suficiente, empiezan a mover el abdomen y a sacudir las alas, y lo próximo ya es el ataque al invasor del territorio del nido.
¿No estarían ustedes honrados de tener profesionales como Lidia Pérez y Bolívar Garcete? Las enseñanzas de ambos no tienen valor, así que inmensamente agradecido a sus contribuciones y acompañarme tan comprometidas para dar a conocer nuestra rica biodiversidad.
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