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Unidos por sangre y profesión: 14 hermanos abrazan la noble labor de la docencia

Los hermanos junto a sus padres. (Gentileza)

Los hermanos junto a sus padres. (Gentileza)

Ni el amor por los niños ni la pasión por el conocimiento, ni el deseo de enseñar: ninguno de estos dones alcanza, por sí solos, para formar buenos maestros y profesores. Pero combinados entre sí delinean el perfil de docentes que hoy necesita formar nuestro país y en el que encaja de sobra la familia Gómez Aguayo, que vive en la zona de Repatriación, departamento de Caaguazú.

Adriano, Idalina, Isidro, Felipe, Avelino, Antonia, Alcides, Edelio, Esmilda, Alejandro, Silvio, Waldis Javier, Luis Alberto y Jorge Denis son 14 hermanos unidos por la sangre y también por una misma vocación: todos ellos abrazan la noble labor de la docencia y, tal vez, marcan una particularidad en nuestro país. “Estamos para los Récord Guinness, no creo que en el mundo haya 14 hermanos y que todos sean maestros”, dijo don Edelio, uno de ellos.

Los hermanos afirman a una sola voz que aman enseñar y que esa es su vocación. Ellos siempre lo supieron. Desde chico, cuando jugaban con sus amigos a ser  maestros. Era el juego preferido de los Gómez Aguayo. Ya entonces se perfilaron en su vocación e hicieron de las aulas de las escuelas de Repatriación, un hogar más. “Lo vocacional está en el placer por la realización de una tarea, y todos nosotros disfrutamos lo que hacemos. Uno puede elegir ser docente porque le gusta y por la posibilidad de trascender en los demás”, sostuvo don Edelio.

Cada 30 de abril, día en que se recuerda el Día del Maestro en Paraguay, los 14 hermanos se reúnen para festejar todos juntos. “Es una gran reunión familiar. Festejamos en casa y también a veces en la Asociación de Educadores de Repatriación. Es un día muy especial. Tenemos otros siete hermanos que también son docentes, pero en el ámbito del derecho, de la odontología, etc.”, expresó.

Sacrificio de sus padres

El docente Edelio Gómez comentó cómo fue que se dio para que, tanto él como sus demás hermanos, se dediquen a una misma profesión. “Ya de chicos teníamos eso de querer enseñar lo que íbamos aprendiendo. Además, la mayoría fuimos catequistas de adolescentes y ahí como vimos que lo nuestro era eso. Teníamos la vocación, pero el punto clave fue la situación económica: era lo que podíamos alcanzar para estudiar en aquel entonces. Pero para nosotros fue lo mejor porque eso era nuestro sueño”, señaló.

Los 14 profesores cuentan que fueron sus padres, quienes no lograron paralizarse ante la adversidad, sino que –juntos– salieron con fortaleza a enfrentar la vida para educar y formar mujeres y hombres de bien. “Todo se lo debemos a nuestros padres, Gregorio (83) y Basilia (77), de ellos heredamos el arte de enseñar y educar. Ambos son nuestros grandes maestros. Ellos se esforzaron el triple para que nosotros podamos culminar la secundaria”, precisó.

“En ese momento, nos pusieron una condición de que, hasta el sexto curso, cuando eso se llamaba así, nos iban a poder ayudar para estudiar, y que después cada uno tenía que ver para acceder a un título universitario. Fue por la situación económica que estábamos pasando. Entonces, uno de nosotros comenzó a enseñar y vimos que todos podíamos llegar a lo mismo y comenzamos a copiarnos uno a uno (la profesión) en diferentes épocas. Fue como que cada uno se vio reflejado en el otro”, explicó.

“En aquella época, te hablo hace más de 25 años, faltaban maestros en la zona y nos profesionalizamos y comenzamos a enseñar en las escuelas. Algunos comenzamos como bachiller, maestro vaka ra’y como se dice, y después sí que nos profesionalizamos. Hoy, siete de nosotros ya están jubilados, pero siguen enseñando en la vida”, expresó.

Enseñar es lo que les apasiona. Gentileza

“Ver que exalumnos ahora son personas preparadas y grandes profesionales nos alegra el corazón”

Los hermanos Gómez Aguayo creen en la palabra como piedra angular de su tarea que desempeñan con entusiasmo y dedicación. “Es la vocación la que en medio de todo lo que pasa empuja a tantos profesores en el país a continuar enseñando y por sobre todo a ayudar”, señaló don Edelio. “Ser docente es dejar puertas abiertas, plantar semillas. Es creer que tus estudiantes pueden siempre. Incluso, cuando toda la sociedad les está diciendo que no”, añadió.

“Todos nosotros nos sentimos orgullosos de ser docentes, una de las profesiones más nobles e importantes, porque todas las demás profesiones pasan por la mano de un docente”, sostuvo. “Lo que más nos orgullece es encontrar a alumnos que ahora ya son profesionales y se acuerden de uno y agradezcan lo que uno humildemente pudo haber hecho en su momento. Umíva la ore py’arorýva (nos alegra). Ver que nuestros exalumnos ahora son personas preparadas y grandes profesionales nos alegra el corazón”, precisó.

“Dicen que la primera vez que pisás un aula y te parás frente a los estudiantes te marca para siempre: los nervios, la expectativa, la incertidumbre. Puede ser que sea así”, expresó. “Ser docente implica ganarte la confianza. Es reconocer que los vínculos se construyen a partir del intercambio, que son un camino de ida y vuelta. Entendí que hay códigos que se nutren en el aula y que no pueden descifrarse con la ayuda de ningún manual”, añadió.

Los Gómez Aguayo. Gentileza

Clases virtuales

Durante el confinamiento impuesto por la pandemia de Covid-19, los hermanos tuvieron que adaptarse también a la modalidad virtual y más aún en la zona donde les toca enseñar. “Fue algo que cambió mucho. Hubo problemas para muchas familias que no estaban en condiciones de hacer el acompañamiento a través de la tecnología porque no tenían internet u otras cuestiones. No había de otra y por eso se utilizó ese sistema. No creo que haya otro sistema mejor que estar en el aula con el maestro frente a la pizarra enseñando”, dijo.

“No obstante, desempeñar la tarea con entusiasmo y dedicación no es suficiente. La vocación docente no debe limitarse al amor por la profesión. Quien tiene verdadera vocación se plantea la excelencia como meta, cree en el perfeccionamiento, reconoce la necesidad de adecuarse a los cambios y elige posicionarse como actor y no como mero espectador en el escenario actual”, destacó.

Celebración

Cada 30 de abril se recuerda el Día del Maestro en Paraguay. Esta fecha fue establecida en un Congreso de Educadores celebrado en el año 1915. En esta fecha se rinde homenaje a los docentes porque gracias a su contribución, capacidad y educación preparan a las futuras generaciones.

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