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Marcos Pérez Talia: “La Facultad de Derecho necesita menos hurreros colorados y más académicos serios”
En el ámbito académico emergen constantemente profesionales que se dedican al análisis de la situación política del país, pues desde mi óptica, Paraguay es campo fértil e inagotable para ensayos sociales con el fin de poner a prueba teorías que han tenido éxito en otros países.
Pero muchas veces estos experimentos no logran el éxito esperado, quizás porque nuestra vida política se concentra sólo en los periodos gubernamentales, es decir, se inicia con una tábula rasa cada cinco años, puesto que cada gobernante borra los éxitos del anterior. Hasta ahora ha sido así, por lo menos en estos años “democráticos”.
En ese marco, es alentador que existan profesionales analistas de la cultura política del país, y que no estén contamindados por la fuerza político-partidaria. Es esencial leer a estos analistas desde la línea de la investigación y de la ciencia, por lo menos para tener una idea general del caracú de la constelación política del país.
En esa línea, El Nacional ha mantenido una amena charla con el Dr. Marcos Pérez Talia, doctor en Ciencia Política por la Universidad Nacional de Rosario, Argentina (2021). También realizó dos maestrías en España, una en Ciencia Política en la Universidad de Salamanca (2013-14), y otra en Derecho, Economía y Políticas Públicas en el Instituto de Investigación Ortega y Gasset y la Universidad Complutense de Madrid (2006-07).
Pérez Talia es abogado por la Universidad Nacional de Asunción (2005) y actualmente está culminando una estancia de investigación postdoctoral en la Universidad de Valencia, España, a través de la beca BECAL de Paraguay. En cuanto a su carrera como investigador, Pérez Talia es investigador Nivel I del Conacyt de Paraguay. Tiene en su haber múltiples artículos académicos en revistas científicas de América Latina y España.
Tenés una vasta experiencia en ciencia política, ¿es posible orientar a los políticos mediante esta ciencia?
La ciencia política es una disciplina que estudia básicamente el poder. Como hija moderna de las ciencias sociales, utiliza sus métodos y, en muchos casos, sus conceptos y marcos teóricos. La ciencia política moderna, que tiene un desarrollo aproximado de un siglo y medio, ha hecho grandes aportes a la democracia, los sistemas electorales, los partidos políticos, los diseños institucionales, la propia gestión pública. Es imprescindible empezar a crear puentes entre la disciplina y los actores políticos.
Pero incluso si nos remontamos al pasado, podemos encontrar grandes pasajes en la historia del pensamiento político que hicieron aportes importantes a los políticos. Uno de los más conocidos es la literatura de “Espejos de príncipes”, un género literario que buscaba orientar el comportamiento de reyes, príncipes, nobles, etc. El más conocido seguramente es el libro “El Príncipe” de Maquiavelo, pero hay muchos otros. “Educación del príncipe cristiano”, de Erasmo de Róterdam es otra famosa.
El desafío sigue siendo que ambas instancias (la política y la reflexión política) dejen de caminar por separado y empiecen a unificar tareas.
¿En nuestro escenario político actual cuál es el factor que atrasa el desarrollo del país?
Uno de los grandes cientistas políticos del siglo pasado (murió en 2017) fue el italiano Giovani Sartori. Él acuñó una metáfora que decía que no tenemos que mirar sólo a la máquina sino también a los maquinistas. Es decir, no enfocar nuestro análisis unicamente en las instituciones (la máquina) sino también en las personas (los maquinistas). A lo que voy es que identifico al menos dos grandes factores: la falta de institucionalidad (la máquina), y la falta de un gran acuerdo desarrollista entre la élite política y la sociedad (los maquinistas).
La institucionalidad es un atributo esencial de la república y significa, entre otras cosas, el pleno ejercicio de la soberanía política a través del correcto funcionamiento de los poderes del Estado. Sin embargo, cualquier índice internacional de calidad de la democracia resalta, por ejemplo, que en Paraguay el Estado de derecho es sumamente débil. Eso favorece, por ejemplo, el avance del crimen organizado y del narcotráfico, y ahuyenta la inversión extranjera, etc.
Respecto al segundo punto, en mi lectura también falta un gran acuerdo que conlleve a un modelo de desarrollo. No tenemos una política industrial, ni siquiera tenemos un proyecto de desarrollo que se puede generar con Itaipú luego del 2023. Falta una hoja de ruta desarrollista e importantes consensos con la sociedad para su implementación.
Retomando a Sartori, falta un fuerte cambio de timón no solo con la máquina sino, especialmente, con los maquinistas.
Los actuales candidatos con más posibilidades de llegar al sillón presidencial no ensayan nuevos discursos, siempre con la misma cantinela, es más, uno de ellos, recientemente reivindicó la afiliación a un partido para obtener un puesto estatal, ¿cuál es tu reflexión sobre esta problemática?
A mí no me parece que falten propuestas o nuevos discursos. No creo que allí esté el problema. Al contario, abundan discursos. Fíjese el caso de la Concertación. Primero decían que no tenían propuestas, que era un espacio vacío en ideas. A partir de febrero, cuando la Concertación empezó a proponer cada martes sus ejes programáticos, la ANR pasó del “no tienen propuestas” al “no se puede”. Luego, por ejemplo con la propuesta energética, la ANR volvió a girar el discurso hacia “bueno, sí se puede bajar el costo de la energía como propone la Concertación, pero no tanto nomás”.
El problema nunca fue la falta de discursos. Es la falta de acción y, sobre todo, la falta de credibilidad. Cuando un candidato propone que, en caso de ganar, va a luchar contra el narcotráfico y el crimen organizado, ¿es posible creerles?
¿Qué nos podés contar sobre tu experiencia como investigador en prestigiosas universidades españolas?
Tuve la suerte de hacer dos maestrías en España, una en el Instituto de Investigación Ortega y Gasset de Madrid, y otra en la Universidad de Salamanca. La primera en Análisis Económico del Derecho y la segunda en Ciencia Política. Y actualmente estoy culminando una estancia postdoctoral en la Universidad de Valencia.
En las tres ciudades en que me tocó vivir, sentí y admiré el enorme desarrollo académico de sus universidades. Eso obedece a un plan estratégico bien articulado que incluye una adecuada financiación estatal, un sistema de investigación que favorece la labor docente e investigativa del plantel de profesores y una red de universidades que apuestan decididamente al conocimiento científico.
¿Qué diferencias encontrás con el sistema de investigación en España y el nuestro?
La comunidad académica paraguaya es muy pequeña, de hecho de las más pequeñas incluso de la región. Falta mucha inversión en I+D, profesionalizar las universidades, apostar decididamente por la universidad pública y consolidar la red de investigadores. Pronii de Conacyt es una buena práctica, pero hay que seguir alentando su consolidación.
Luego podemos hablar de algunos casos en particular. Yo estudié Derecho en la querida Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Asunción. El espectáculo es lamentable, y no viene de ahora sino ya de un par de décadas atrás. ¿Habrás visto lo que ocurrió con los hurreros de Derecho UNA cuando fue sancionado el representante Jorge Bogarín? Está claro que la facultad necesita menos hurreros colorados y más académicos serios, que investiguen y publiquen sus trabajos en revistas académicas científicas suficientemente indexadas.
En el ámbito de la justicia, recientemente hubo movidas muy importantes: un nuevo fiscal general del Estado y un nuevo miembro de la CSJ, ¿qué análisis ameritan estas movidas?
Que hubo un intento muy fuerte de un grupo político poderoso de interferir en el proceso y ubicar leales con menores méritos en esos puestos claves. Sin embargo, tanto Emiliano Rolón como Gustavo Santander son personas muy formadas y de una conducta intachable. Esperemos que cumplan con las altas expectativas que supieron generar en la ciudadanía.
Has publicado algunos escritos sobre el cambio político en el país, ¿considerás que el modelo bipartidista (ANR vs. PLRA) se está agotando?
Uno de los aportes que hace mi libro que publiqué en noviembre del año pasado (El cambio de los partidos políticos en el gobierno y en la oposición. La ANR y el PLRA entre 2003 y 2018, editorial Intercontinental) justamente es mostrar que los partidos tradicionales paraguayos no están en crisis y, al menos en términos electorales, gozan de buena salud.
A contramarcha de lo que la literatura clásica de la Ciencia Política encuentra en cuanto al alejamiento de los partidos de sus bases electorales, el trabajo corrobora cómo los partidos tradicionales avanzan hacia un creciente arraigo en el electorado. Tanto la ANR como el PLRA han sabido construir organizaciones partidarias con raíces fuertes y estables en la sociedad, amén de que el partido se encuentre en el gobierno o en la oposición.
Una pregunta recurrente que hago siempre a mis entrevistados: ¿cuál es tu opinión sobre la intervención de los EE.UU. en asuntos domésticos del país?
Genera mucha congoja que tengan que venir informaciones y procesos de otros países a señalarnos lo que nuestra justicia -absolutamente ciega para algunos casos- no es capaz de investigar siquiera.
No lo digo yo, lo dice el informe de calidad de la democracia de Freedom House, muy utilizado en el mundo académico. Respecto al Estado de Derecho de Paraguay, su informe del año 2022 señala textualmente lo siguiente:
“El poder judicial es nominalmente independiente, pero los lavadores de dinero, los traficantes de drogas y los políticos corruptos han cooptado a las autoridades judiciales locales… Las garantías constitucionales del debido proceso son deficientes, en gran parte debido a la corrupción que impregna el sistema judicial. Las personas con influencia o acceso a dinero con frecuencia pueden obtener un trato favorable en el sistema de justicia.”
Va el link del informe: https://freedomhouse.org/country/paraguay/freedom-world/2022
Lo paradójico es que en Paraguay esta gente señalada por la justicia de EE. UU. no tiene ninguna mancha. ¿Raro, no? Bueno, leyendo la medición de Freedom House tenemos algunas pistas del porqué.
¿Cómo serían los próximos cinco años con el nuevo gobierno?
En términos de predicción… no soy muy bueno. Básicamente dependería de quién gane el 30 de abril, y solamente existen dos fórmulas con chances: la ANR y la Concertación.
En términos de deseos, pienso rápidamente en tres cosas. Primero, que el nuevo gobierno se desenvuelva con estabilidad política y buen relacionamiento entre el Ejecutivo y el Legislativo. Segundo, un plan estratégico respecto a Itaipú, que perfectamente puede servir como motor de desarrollo de las próximas décadas. Y, tercero, políticas públicas de calidad que impacten en los sectores que quedaron mucho más vulnerables luego de la pandemia. Eso es crucial para mejorar nuestra calidad de la democracia y nuestro sentimiento de aprobación hacia las instituciones políticas.
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