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IPS, un “seguro” para morir
IPS, seguro social plagado de denuncias. Foto: gentileza
Últimamente, las denuncias por falta o mala atención en el Instituto de Previsión Social (IPS) no paran de circular y son constantes, no importa si se trata del Hospital Central, periféricas o filiales de otras ciudades, las denuncias llegan todo el tiempo. Los asegurados no tienen paz, ya que sus denuncias pocas veces tienen eco, mientras sus familiares están en vilo por la vida de sus pacientes.
Los problemas más denunciados son por falta de atención al asegurado o maltrato por parte de trabajadores de la previsional; además de la falta de medicamentos, insumos e inacción de las autoridades o incluso casos de negligencia, como en el de Ramón Samudio, caso viralizado por un supuesto error donde le amputaron ambas piernas.
Las diversas denuncias, igualmente, hablan sobre la corrupción imperante en la previsional, así como también las irregularidades en el sistema de contratación a funcionarios o como la designación de los mismos. Los mencionados constituyen solo algunos de los principales cuestionamientos contra el titular de la institución, Vicente Bataglia. La Cámara de Diputados dio a conocer las preguntas que serán abordadas en la interpelación que se tiene prevista para el presidente de IPS, todavía sin fecha de convocatoria, aprobadas el 20 de julio pasado.
Mientras tanto, declaraciones del presidente Mario Abdo señalan que Bataglia no dejará el cargo.
Muerte sin control
En esta ocasión se trata de un asegurado que cuenta su experiencia vivida en el nosocomio hace un mes, con el fallecimiento de su madre. Germán Ortigoza se encargó de contar la triste y dolorosa situación que atravesó en el Instituto de Previsión Social (IPS) durante casi un mes de internación y cuyo final fue que no lograron sacarla con vida.
Germán inició diciendo que por todo lo que vivieron en ese tiempo se puede decir que en Paraguay se tiene un sistema de salud que no salva vidas, que no previene, “sino que mata gente alevosa y silenciosamente, sin control, sin castigo y en medio de una ola de complicidad e impunidad”, asevera.
“Mi mamá tuvo un accidente cardiovascular (ACV), razón por la cual tuvo que ser intervenida quirúrgicamente en el IPS, el 2 de junio pasado y permaneció en la Sala de Terapia Intermedia. Ciertamente su situación fue grave, tras su operación ella estuvo dormida durante 15 días, episodio totalmente normal en pacientes graves como ella. Trascurrido este tiempo, mamá comenzó a dar señales de vida; empezó a moverse y a reaccionar favorablemente a los estímulos, ella llegó a mover tanto el hemisferio izquierdo y el derecho, generando una gran esperanza en la familia que nos uníamos en oraciones por su recuperación total”, comenta.
En la tercera semana, luego de los 15 días de inmovilidad, su mamá demostró una mejoría sustancial, ya se reía, abría sus ojos, reconocía a sus hijos durante la visita controlada bajo estricto cuidado sanitario. Como familia, tenían gran esperanza de sacarla de terapia y trasladarla a sala común para su rehabilitación. Es más, el médico tratante (por cierto bastante áspero en su trato, dice) nos decía que la parte neurológica ya no era la preocupación en mamá e incluso recomendó su rehabilitación.
El virus intrahospitalario
“Entrando en la cuarta semana, el médico recomendó hacer unos estudios y análisis de nuevo a mamá. El resultado repentinamente se volvió preocupante ya que ella estaba bastante bien dentro de su cuadro de recuperación. Ahí apareció el temido maldito virus intrahospitalario. El domingo 25 de junio tuvieron que sedar de nuevo a mamá por tres días, estábamos expectantes de su situación. El martes 28 de junio, al mediodía, recibimos un nuevo informe médico, que por cierto fue el último, diciéndonos que ella estaba con sedación y dentro de un cuadro estable”, sigue contando Germán.
Sin embargo, más tarde y repentinamente, les avisan que su mamá tuvo un paro y que la estaban reanimando. Luego se vino lo peor… recibieron la triste noticia de que la mujer falleció.
“Como familia quedamos desconcertados, no entendíamos qué pasó. No conseguimos explicación alguna. Fue triste y doloroso por la forma en que falleció. Al margen de todo, durante todo este tiempo tuvimos que lidiar con los malos tratos de la mayoría de los médicos de turno”, denuncia también.
“Estos “profesionales de blanco” en su relacionamiento carecían de sentido humano, sus respuestas rayaban la falta de respeto, no admitían preguntas para saber más de nuestro paciente y entender un poco más para poder ayudar. Ni las más simples preguntas respondían. Le preguntábamos qué medicamentos se le administraban a nuestra paciente, decían “no sé”, ¿tiene fiebre?, “no sé”, pero nos decían que estaban haciendo su trabajo”, desconcertando más aun a la familia que sufría por su paciente.
German dice que no había coordinación ni coherencia para la entrega de los informes diarios, ya que el médico tratante decía una cosa y luego los médicos de turno, los fines de semana (sábados y domingos), les decían otra, haciendo que los familiares quedaran desorientados y perdidos. Y lo peor, no podían hacer preguntas y se movían en un ambiente de incertidumbre respecto a su madre internada.
Albergue solidario
Sin embargo, esa desagradable experiencia confrontaba totalmente con lo que pasaba en el albergue del IPS, donde se resguardan los familiares de los pacientes, ya que allí durante casi un mes han convivido en medio de la solidaridad mutua, el aliento diario y las oraciones de estas personas que más que “extraños” eran como ángeles dispuestos a ayudar dentro de su propia necesidad y a extender sus brazos solidarios para dar aliento y transmitir palabras de fe y esperanza.
“En el albergue llegamos a conocer a casi todos los familiares de los pacientes y con el pasar de los días éramos cada vez menos, porque los internados en Terapia Intermedia iban muriendo a diario, hasta el punto de que los más antiguos en el albergue ya no estaban ahí, no porque sus pacientes salieron de alta sino que salieron sin vida del IPS, por culpa del virus asesino en el IPS que mata a la gente sin control, sin castigo y en medio de tanta impunidad”, indica.
Germán hace este relato en memoria de su mamá que ahora descansa en paz y para que sirva de información a los familiares de pacientes que se encuentran en distintos centros hospitalarios luchando por su salud y que los médicos puedan tener un mejor trato con los familiares “y sobre todo que las autoridades sanitarias tomen precauciones necesarias para evitar que más personas mueran en los hospitales”, alega finalmente.
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