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Humberto Rubin: “Solo le tengo miedo a la mentira”

Humberto Rubín. Foto: Gentileza.

Humberto Rubín. Foto: Gentileza.

Humberto Rubín, uno de los íconos del periodismo paraguayo, murió el lunes a los 87 años en Asunción. Hace casi dos años, El Nacional lo entrevistó en la que fue su segunda casa, radio Ñanduti, el medio que creó y donde formó a varias generaciones de periodistas que este martes lo están despidiendo, junto a familiares y amigos.

Reproducimos aquella entrevista completa para, desde este espacio, rendir un homenaje al “hombre de la radio”.

Humberto Rubín tiene 85 años, 27 más que radio Ñanduti, que celebró su 58° aniversario el 29 de noviembre pasado. Ir a verlo estos días fue como formar parte de una procesión. En la recepción, se congrega una liturgia de periodistas, fotógrafos, una comitiva de los premios Paraná, que le trae una estatuilla de platino, en homenaje a su trayectoria al frente de una radio que se volvió emblemática, y como dueño de una narrativa periodística propia, que lo cuenta entre los últimos especímenes radiofónicos de una generación que marcó la diferencia.

Nacida en 1962, Ñanduti intentó un periodismo independiente, que puso a prueba la tolerancia del régimen, y que finalmente le valió a Humberto un sinnúmero de detenciones arbitrarias y la clausura de la radio 21 años después. “Cuando hablabas te esperaba un patrullero y te llevaban preso; recorrí todas las comisarías del Paraguay, nunca supe un cargo real; no me quiero hacer la víctima, soy un hombre consciente que el periodismo es un oficio dificilísimo y querido, y soy feliz de poder cumplir tantos años, y espero seguir cumpliendo más”, dice hoy Rubín.

Una imagen con historia, un joven Humberto Rubín se dispone a cortar un pastel en el 5° aniversario de Ñanduti, en 1967.

“Para mi estos aniversarios los tomo de la misma manera que cuando comencé, con ganas de informar, hablar con la gente, tomar contacto con la audiencia, que es la dueña de esta radio”, afirma Humberto, que atendió a El Nacional en su eterna oficina, ahora asistido por una de sus hijas, que no lo pierde de vista ni un instante. “Este es un oficio maravilloso, comunicar, hablar con la gente; largos años pasamos con la audiencia, la gente cree en nosotros, y nosotros le entendemos a la gente”, agrega.

Clausura e interferencias

El 9 de julio de 1983, Humberto Rubín, recibió la comunicación de la Administración Nacional de Telecomunicaciones (ANTELCO), que ordenaba la clausura de Ñanduti por treinta días, y el 5 de noviembre, se le prohibió trabajar en su propia radio. Estos fueron los peores días de su vida dice hoy el veterano periodista. “Fue cuando decidí apagar la luz, ya no podía más de la cantidad de veces que me apresaban y me hacían cosas totalmente ofensivas”, señala, y agrega, como una sentencia: “No le tengo miedo a nadie, solamente a la mentira, a los rumores falsos, y detrás de eso luchamos para decir la verdad”.

No fue el único cierre que sufriría su emisora por aquellos años. El 22 de septiembre de 1983, el régimen clausuró su programa llamado “Súper Onda”, y le prohibió a Rubín participar en sus propios espacios radiales hasta el 10 de noviembre de ese año, y en noviembre de 1984, la prohibición en su contra se extendió a todos los programas radiales en general.

En enero de 1984, Rubín fue advertido por el entonces director de la ANTELCO, Ángel Barbosa, de “no transmitir noticias referentes a agrupaciones que no fueran verdaderos partidos políticos autorizados”, pero el 9 de agosto siguiente, el gobierno nuevamente decreta el cierre de la radio, esta vez por 10 días.

“Fueron años muy difíciles, la policía hizo una campaña y exigía explicaciones y la cédula de todas las personas que venían a la radio”, recuerda Humberto, que fue detenido otra vez el 3 de diciembre de 1985, en la Estación Central de la Policía, donde fue amenazado por el entonces director del Departamento de Orden Público, Carlos Schreirer, de cambiar su posición editorial o sería expulsado del país.

“Solo le tengo miedo a la mentira”, afirma Rubín, que dice sentirse con las mismas ganas que cuando empezó. Foto; Gustavo Segovia

Días más tarde, en enero de 1986, Ñanduti fue vuelta a clausurar, por espacio de 15 días, acusada de contribuir a crear “discordia social”. Para entonces, Humberto, su familia, y quienes trabajaban en la radio eran constantemente amenazados de muerte, sin que la Policía se dispusiera a otorgarle protección.

A partir de ahí, la violencia se disparó, y en la madrugada del 30 de abril de ese año, una horda de simpatizantes del régimen atacó a pedradas la fachada del edificio de la radio, disparando al aire armas de fuego y destruyendo casi todas sus vidrieras exteriores. El mes siguiente, otro grupo de  hombres armados y encapuchados asaltó la emisora, destruyendo todo a su paso, e incluso robándose parte de los equipos de transmisión.

Por supuesto que nada de esto, amilanó a Humberto y los suyos; al contrario –dice el veterano periodista-, “nos hizo más fuertes”. Rubín se ríe hoy, cuando repasa muchos de estos hechos del pasado, que en su oportunidad fueron temas muy serios, donde la vida de cada uno de ellos estuvo amenazada.

Los archivos de la radio, atesoran diversos testimonios de aquellos tiempos duros, de amenazas, cárcel y censura, como las grabaciones de las interferencias de la que era objeto la emisora, que paulatinamente fueron haciéndose más fuertes hasta afectar más del 90% de las transmisiones emisiones. Escucharlas hoy es revivir el capítulo más difícil en la vida de radio Ñanduti.

Humberto, dice que pese a todo, y a los múltiples testimonios del horror, el país puede caer de nuevo en manos del totalitarismo. “Puede repetirse, ¿por qué no? La gente tiene un poco de dictador encima, hasta ahora cuando discutimos”, afirma, apuntando como una especie de antídoto que “lo importante es decir la verdad, sin miedo”.

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