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Nacionales

Un buitre majestuoso y mensajero

Sarcoramphus papa en vuelo. Foto: Luis Doldán

Sarcoramphus papa en vuelo. Foto: Luis Doldán

POR Alberto Yanosky
Director EIISA (Estructura Interdisciplinaria de Investigación Integral Socio-Ambiental) – UNAE.

Los buitres o yryvu (en guaraní) y también conocidos como jotes, son aves rapaces que han evolucionado para alimentarse de carroña, de animales muertos, aunque suelen cazar algunos animales vivos. Si bien los yryvu o buitres están esparcidos por casi todo el mundo, los que tenemos en el continente americano y en Paraguay pertenecen a una familia que se la conoce como catártidos. Los buitres del viejo mundo pertenecen a otra familia, pero sus hábitos y el rol que cumplen en el ecosistema, limpiando de cadáveres y despejando la muerte, la decadencia del cuerpo y de la carne, ha hecho que estas aves converjan evolutivamente y ocupen un rol muy particular, ese rol que conocemos como el nicho ecológico. En el campo vemos a estos jotes alimentándose también de cadáveres de animales domésticos como el ganado, y es aquí donde encontramos algunos de los problemas que estamos enfrentando, al alimentarse de carne en decadencia que tiene medicamentos (como los antiparasitarios, hormonas, antibióticos, entre otros) y afectando así las poblaciones de estos “limpiadores de cadáveres”. Solo imaginarnos un ambiente en donde no existan los carroñeros como los buitres, esto significaría que muchos cadáveres estarían contaminando el ambiente en el que vivimos. Estas aves en algunos casos se acercan a los asentamientos humanos, no solo por la muerte de algunos animales domésticos, sino también por la basura que genera.

Los buitres tienen una característica que llama la atención, tienen su cabeza pelada, sin plumas, con la piel expuesta. Y hasta parecería lógico que un animal que mete su cabeza en los cadáveres y come carroña, sus plumas se mancharían con sangre, fluidos y otras sustancias que le generarían problemas y difícilmente se las podrían limpiar, acicalar. Si bien se piensa que tienen garras poderosas, esto no es cierto, tienen pies para moverse sobre la tierra, caminar y correr, pero no para cazar y matar. Si bien el olfato parece tener un rol por su anatomía y comportamiento, la vista es la capacidad más destacada con la cual detectan los animales enfermos y cadáveres.

Sarcoramphus papa. Foto: Luis Doldán.

Uno de los yryvu más conocido es el cóndor, que no existe en Paraguay, a menos de unos limitados registros. Sin embargo, la majestuosidad del cóndor puede compararse con otra especie, el que conocemos como jote real o yryvu ruvicha (terminología muy acertada en guaraní). Existen otras tres especies, el jote negro, el jote de cabeza colorada y el jote de cabeza roja, pero me quiero enfocar en el yryvu ruvicha (Sarcoramphus papa). Es el buitre más grande que existe en Paraguay (con casi 2 metros de envergadura y más de 4 kg de peso). Blanco con una colorida cabeza y un cuello de vivos colores anaranjados, rojos, azules y púrpuras. Se lo encuentra posado en árboles altos o sobrevolando bosques y sabanas, en casi todo el territorio paraguayo.

Sarcoramphus papa_Rebeca Irala.

Para varios pueblos indígenas del Paraguay, este buitre representa sabiduría y valentía, como también se le considera anunciador de sucesos futuros significativos para la comunidad en la que se lo avista, por la capacidad de volar muy alto y tener una visión panorámica del paisaje. Luego de un fructífero taller sobre conocimientos ecológicos de pueblos indígenas, los representantes de cinco etnias eligieron al yryvu ruvicha como imagen de la Red de Rescate de Conocimientos Ecológicos de Pueblos Indígenas (RECEP), por ser una especie conocida por todos ellos y por el significado que conlleva en cada cultura.

Esta ave que tiene un rol tan importante en el ambiente y es grande y vistoso, podría estar vinculado estrechamente con varias culturas y su extensa área de distribución desde México hasta el norte de la Argentina. A veces es retratado como un dios con cuerpo humano y una cabeza de ave, y se lo considera por algunas culturas en la zona norte de su distribución como el mensajero entre los humanos y los dioses.

Se agradece a Rebeca Irala y Luis Doldán por el apoyo técnico y las excelentes fotos.

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