Nacionales
Las mujeres paraguayas; constructoras del ser nacional
Enterrando a sus hijos. Grabado. Harper's Weekly, abril de 1870. Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.
Escribe: Elvio Venega
Abogado y comunicador institucional
El 24 de febrero es una fecha de singular importancia en el calendario nacional. Es una ocasión propicia para poner en el altar de la historia y reivindicar a las mujeres paraguayas por el cotidiano sacrificio hacia el anhelado horizonte de igualdad con los hombres de esta patria.
El Paraguay conmemora hoy “el Día de la Mujer Paraguaya” en homenaje y recordación de la primera Asamblea de Mujeres Americanas, realizada en Asunción, una fecha como hoy, pero de 1867. Fue instituida el 6 de diciembre de 1974 a iniciativa de Carmen Casco de Lara Castro, quien dio impulso en el Congreso Nacional a una idea de la historiadora Idalia Flores de Zarza.
En aquella ocasión, en tiempos de enormes sacrificios en defensa de la heredad ultrajada, varias mujeres paraguayas se sumaron a los esfuerzos de la república para solventar los ingentes gastos de la guerra, llevada adelante por la Triple Alianza (Argentina, Brasil y Uruguay) contra el Paraguay, entre los años 1865-1870.
Esas mujeres, a las abnegaciones que la conflagración en sí misma ya les obligaba, sumaron la entrega de sus pertenencias a fin de colaborar con la defensa de la patria. La idea de despojarse del único elemento de libertad que poseían -sus joyas-, pues eran lo que podían comprar o vender sin autorización del padre o del marido, surge de la iniciativa de doña Escolástica Barrios de Gill.
La historiadora Ana Barreto ilustra la figura de esta valiente mujer que “pone al frente y de alguna manera presta su casa para las primeras manifestaciones”. En su libro Escolástica Barrios de Gill. Las joyas para la defensa, resalta más allá del hecho de la donación de las joyas, la conexión de la familia Barrios de Gill con el mariscal Francisco Solano López, y agrega que la familia de la mujer se remonta a los periodos de las intendencias en el Paraguay.
Las contribuciones de aquellas mujeres fueron registradas en tres tomos, conocido como el Libro de Registros de las manifestaciones de joyas y alhajas de las ciudadanas paraguayas para aumentar los elementos de la defensa de la patria, que luego, con el tiempo, fueron resumidas en una denominación un poco más corta. Considerado por largos años un mito, en la actualidad es conocido como el Libro de Oro. Se trata de una importante reliquia que se encuentra resguardada en el Archivo Nacional de Asunción.
Protagonistas de la construcción nacional
La historia del Paraguay está llena de acontecimientos heroicos y hechos destacables de mujeres que merecen ser recordadas y tenidas como motivo de permanente homenaje. Desde los orígenes de la conformación de la identidad nacional, e incluso antes de la independencia, durante la colonia, la mujer paraguaya ha jugado significativos roles.
Señala el destacado jurista y diplomático Juan José Soler, que la mujer paraguaya tiene un lugar común en la historia americana, principalmente por la labor desplegada en la reconstrucción nacional después de la hecatombe de la gran guerra, igual que su participación, en la retaguardia, durante la guerra del Chaco. Agrega que la personalidad de la mujer paraguaya tiene un factor gravitante en la formación de nuestra nacionalidad, que arranca desde los guaraníes y se manifiesta airosamente durante la colonia.
“La mujer guaraní, en efecto, era conocida por su decisión y carácter independiente, así como por su dedicación a las labores agrícolas y de industria doméstica. Más de una revuelta de los indios contra los conquistadores se vio alentada por las mujeres, vencidas al fin, pero no por la fuerza, sino por el amor”. Y tocante a la colonia, nada tan convincente como la participación femenina en la revolución de los comuneros. Recuérdese, entre otros episodios, el caso de Rosa María Mena, hija del aguacil mayor Juan de Mena y esposa del bravo oficial y caudillo comunero Ramón de las Llamas. Estaba esta insigne matrona bajo la pena de la muerte de su esposo, ocurrida en la resistencia a las tropas de Soroeta, cuando recibió la noticia de la muerte de su ilustre padre, ejecutado con Antequera en Lima. Pero lejos de abatirse, según refiere el deán Funes, se vistió de gala para dar a conocer que su aflicción se había perdido en el regocijo que le causaba una muerte tan gloriosa para la patria. Es que Rosa, antes que esposa e hija, era una comunera, tal como lo entendían las heroicas mujeres de su tiempo”, expresa Soler evocando el papel de la mujer en el periodo colonial.
Por su lado, el gran escritor colombiano, Germán Arciniegas, en una serie de publicaciones realizadas en el diario El Tiempo de Bogotá, allá por 1948, bajo el título de “Estampas del Paraguay”, destaca las bellezas de las mujeres paraguayas, su arte incomparable para tejer encajes finos y delicados, conocidos como ñanduti y su heroísmo en la guerra.
“La mujer es mucho más de media vida del Paraguay. Ya se sabe que después de la guerra de la triple alianza, no quedaron vivos en el Paraguay sino doscientas mil mujeres y dieciocho mil varones, muchos de ellos niños. Y aquello todavía fue un milagro, porque las mujeres, las residentas, peleaban a la par de los hombres. Y así (…), como en toda la vida del Paraguay, las mujeres aparecen en primer plano, son las más expresivas, las que toman la ofensiva, las que aguijonean el entusiasmo…”, escribe Arciniegas en uno de sus artículos, publicado en Bogotá.
La residentas, arquetipo de la mujer paraguaya
La historiadora Ana Barreto Valinotti en su libro Las mujeres, donde describe la realidad de las mujeres durante la época de la gran contienda contra la triple alianza, arroja una interesante descripción de la figura de la mujer residenta. Refiere que dicha figura “llegó a convertirse con el tiempo en el arquetipo de la mujer paraguaya, sus valores, sus cualidades: heroicidad hasta la ferocidad para defender lo propio (…) pero también abnegación, sacrificio y acompañamiento al varón (marido, padre o hijo) en las ocasiones de máximo sufrimiento.”
Agrega que la historiografía tradicional paraguaya siempre recuerda a aquellas que donaron sus joyas durante el año 1867 para contribuir a la defensa de la patria, y este hecho es resaltado como el de mayor entrega, “por ello el Día de la Mujer Paraguaya -24 de febrero- se evoca desde esos actos”.
Pero debemos ser justos en este breve repaso a modo de homenaje, que el protagonismo de las mujeres en la historia paraguaya no se reduce únicamente al acontecimiento de la donación de joyas, ya que más allá de ese significativo hecho, existen otros momentos importantes que merecen ser destacados, aunque sea someramente.
Así, por ejemplo, por citar algunos momentos, en 1890, emerge la figura de las hermanas Adela y Celsa Speratti, convocadas por el gobierno para encargarse de la instrucción pública de las mujeres en el país. En otro momento, en 1902, Ramona Ferreira funda y dirige el periódico La Voz del Siglo, de pensamiento anticlerical. Y en 1907, Serafina Dávalos se convierte en la primera mujer egresada en Derecho de la Universidad Nacional de Asunción, con un claro pensamiento feminista.
En el ámbito de la comunicación podemos mencionar la labor de la escritora Josefina Pla, quien, en 1929 se convierte en la primera mujer locutora en la historia de la radio paraguaya. En materia política, un paso importante en favor de la mujer fue lo dado por el Paraguay, en 1948, con la firma de la Convención Interamericana sobre Concesión de los Derechos Políticos a la Mujer en Bogotá, uno de los primeros documentos que reconoce que las mujeres tienen “los mismos derechos políticos que los hombres”.
En definitiva, sin citar todos, podemos afirmar que han sido muchas las conquistas logradas por las mujeres paraguayas. Quizás falten otros logros más importantes, o allanar caminos hacia la igualdad de oportunidades, la plena vigencia de sus derechos y valores, así como el respeto mutuo.
Cualquiera sea el caso, el 24 de febrero es una fecha que merece ser celebrada en su justa dimensión otorgando el espacio y el reconocimiento a la “gloriosa mujer paraguaya”, tal como la definiera el papa Francisco.
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