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Mamás múltiples: entre el caos, el amor y la pandemia
Carolina y sus cuatrillizos. (Foto Gentileza).
“Para criar a un hijo hace falta una tribu”, reza un conocido proverbio africano, y probablemente no esté lejos de la realidad. Pero, ¿se imagina usted lo que sería criar a ¡trillizos!, o peor aún ¡cuatrillizos!?
Al pensarlo así pareciera que se tratara de una escena que solo puede ser posible en las series, novelas de televisión, o quizás, al otro lado del mundo, pero no. En Paraguay, hay muchas madres que repiten este capítulo a diario y aunque reconocen que es la tarea más difícil que les toca asumir, aseguran que no cambiarían por nada del mundo esta vida “caóticamente hermosa”.
El Nacional, conversó con dos mamis múltiples. Se trata de mamás de cuatrillizos y trillizas, quienes relataron cómo sobrellevan hasta el momento esta atípica crianza. Además, hablaron de los desafíos que deben afrontar para criar a sus pequeños en tiempos de pandemia y crisis.
Carolina Méndez (42) una de las súper mamás, vive con su marido y sus cuatrillizos en la ciudad de San Lorenzo. Recordó que hace varios años, deseaba ser madre. No lograba quedar embarazada, por lo que tanto ella como su pareja Balbino Fernández, decidieron ir al médico. “El médico que me trataba utilizó unos óvulos como tratamiento. No quedé embarazada en seguida y entonces nos dijo que haríamos la inseminación artificial. Pero finalmente funcionó al poco tiempo y en vez de uno vinieron cuatro”, sostuvo entre risas.
Sus campeones son los pequeños Joaquín, José, Julieta y Julián (orden de acuerdo al nacimiento), y en febrero próximo cumplirán ya siete años de edad. “En principio fue difícil la situación. Cuando empezaban a caminar recién recuerdo que teníamos que hacerle una especie de cuadrado en la sala con objetos de la casa. Entonces ellos no salían de ese espacio y les controlábamos mejor”, relató.
Carolina y Balbino pasaron años difíciles. Ella tuvo que dejar el trabajo por la atención que demandaban sus hijos, pero cuando ya pudieron acomodarse quiso volver, y lastimosamente ya le habían sacado el rubro que tenía en Santa Rosa del Aguaray. “Ahora, luego de mucho pelear, conseguí que me contrataran en el Hospital de Calle’i (San Lorenzo). Soy instrumentadora quirúrgica”, comentó. “Cuando voy a trabajar se quedan con mi mamá y una chica que les cuida”, prosiguió.
Una cuestión muy los curiosa que relató la madre, es que los hermanitos hacen todo al mismo tiempo, como si fuese que tuviesen una conexión única. “Ellos desde que nacieron, cuando uno tenía hambre, el otro también, uno dormía los otros la misma cosa y hasta ahora es que cuando uno va al baño el otro va detrás. No pueden estar separados”, expresó. Esto, sin embargo, en muchas cuestiones ayudó a que Julieta y su marido tengan organizadas las rutinas de sus hijos.
Solo hay una cuestión en la que los hermanitos no concuerdan y es que la competencia de clubes en la familia también afectó a los cuatrillizos. Mientras que uno es de Cerro, dos son de Olimpia y Julieta, para no crear conflictos se queda en un término medio.
“Joaquín y Julián son de Olimpia, José es de Cerro. Julieta no quiere que se peleen y entonces se queda en un término medio y no se decide por ningún club. Pasa que su papá es cerrista. La abuela, o sea mi mamá olimpista y de ahí viene esa diferencia”, dijo.
Gastos y pandemia
Ya de por sí es difícil afrontar los gastos de los cuatrillizos, pero con la llegada de la pandemia, los gastos económicos se sienten mucho más, tras los aumentazos que se dieron en productos indispensables de la canasta familiar. “El aumento de los precios se siente un poco más. Entonces siempre tratamos de llenar o compensar cosas que faltan con otra o dejar de usar un poco en la semana. La verdad que se siente mucho más con ellos”, comentó.
Los inicios de la pandemia estuvieron difíciles, había que hacer malabares para que los niños se habitúen a no ir a la casa de la abuelita de visita. “Teníamos una pizarra, les iba copiando las tareas, vocales, le compré ese libro semillitas y empezamos a deletrear. Aprendieron rapidísimo y a la par empezaron a escribir. Este año tenemos dos veces clases presencial y el resto virtual”, contó.
Finalmente, dijo que, aunque tuvieron tiempos muy difíciles, también llegaron los de bonanzas y hoy están muy felices por los logros que ya pudieron obtener con sus niños. “Es difícil, pero no los cambiaría por nada del mundo”, finalizó.
Trillizas
Por otro lado, Lariza Fernández (29), quien es mamá de trillizas de dos años cinco meses, dijo a El Nacional, que detrás de sus princesas “hay una familia detrás con la mochila puesta”. En ese sentido, relató que desde que nacieron Ximena, Zoe y Paula, tanto los abuelos como tíos, unieron fuerzas para que la carga sea más llevadera para la pareja.
“Anteriormente vivíamos en lo de mi suegra y tanto ella como mi mamá me ayudaban todos los días, a la noche, de madrugada, de día. Le pude dar de mamar un tiempo, pero puedo decir que le di hasta la última gota de leche a mis nenas, de lo que me llegó a salir. Estuvimos con ellas internadas 33 días en IPS”, comentó.
Su caso fue bastante particular, ya que Zoe y Paula se gestaron en una misma bolsa, mientras que Ximena estuvo sola. Pero lo que realmente sorprendió a los médicos es que las trillizas llegaron de forma natural, sin ningún tipo de tratamiento. “Nosotros inauguramos la generación múltiple en la familia. No hay nadie más en la familia ni de parte de mi marido, ni de mi parte que tengan el mismo caso y esto le sorprendió a los especialistas”, agregó.
Ingenio
Lariza trabaja en el área de cobranzas en un estudio jurídico, mientras que su marido es abogado. Aunque nunca les faltó nada, reconoció que los gastos no paran y con la pandemia se acrecentaron más.
“Un paquete de pañal ahora me sale del mercado 52.500 y a la semana uso un fardo que trae dos paquetes. Leche yo ahora le doy crecimiento. Antes tomaban leche entera, pero subió de precio con esto de la pandemia y la crisis económica y el de crecimiento me dura más con ellas”, comentó.
Finalmente, Lariza agregó que “ellas emplearon en mi la paciencia, el amor siempre está, pero la paciencia no, todo el día me superan, y ahora se habla mucho de la educación respetuosa y yo me quedo toda afónica, pero a veces no me escuchan y por eso es difícil, pero me están enseñando a ser paciente”.
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