Nacionales
Cuando es causa nacional, somos uno
Este fin de semana un medio local publicó acerca de la reactivación del programa de uranio en Formosa, Argentina. Inmediatamente a la publicación, José Luís Chilavert, el mejor arquero del mundo, expresó su protesta en un tuit en el que urgía al gobierno paraguayo a tomar medidas en el asunto y protestar. Chilavert inició así una campaña juntando cientos de firmas en una petición al gobierno para que accione con mecanismos internacionales pertinentes para evitar que a solo unos kilómetros de Paraguay se esté tratando con este tipo de material. Quedó cierta duda al respecto de qué exactamente era el programa nuclear y cuál era la postura del gobierno.
En una investigación periodística, Alfredo Guachiré, también solidarizado con la iniciativa de Chilavert, aclaró ciertos puntos, como el tratamiento del uranio. Según ciertos informes, los procedimientos eran seguros (como también me imagino que los habrán sido los de Chernóbil). Lo cierto es que la planta tuvo que instalarse en Formosa, ya que en Córdoba la ciudadanía hizo tal protesta que no pudo permanecer en esa zona, ni tampoco instalarse en La Rioja ni Salta.
Sobre si el gobierno paraguayo tiene o no algo que decir sobre ello: por supuesto que puede decir algo al respecto. En términos más simples, si mi vecino hace algo que me resulta molesto, no siempre es necesaria una acción judicial. Muchas veces todo lo que hace falta es expresar el descontento y hacer un pedido amable en honor al bienestar de la convivencia. De hecho, si el caso se hubiese dado a la inversa, si a nosotros se nos hubiese ocurrido manosear uranio, tanto Argentina como Brasil no tendrían el más mínimo problema de amablemente pedirnos que no lo hagamos en la frontera.
El tema es que durante todo el fin de semana la cruzada de Chilavert se ha vuelto tendencia en las redes sociales; sin embargo, curiosamente la prensa asalariada no hizo mención del hecho. También brillaron por su ausencia los políticos y grupos ecologistas, que tanto alardean por la cuestión del medio ambiente, pero que, llegada la hora de tomar acciones, no se los vio ni cerca del horizonte.
Oposición en el Paraguay
Actualmente, en el Paraguay, después de que se haya llevado a cabo la ‘Operación Cicatriz’, la oposición quedó básicamente nula, salvo las protestas del Sen. Sergio Godoy y de un grupo más ortodoxo del cartismo (especialmente del IRPE), ya casi nadie protesta sobre las acciones del gobierno. En parte, la Pandemia vino a discapacitar y desalentar enormemente cualquier manifestación popular o escrache que se venía haciendo antes del encierro. Por otra parte, está el desánimo y el cansancio del pueblo, que, al no ver resultados, pierde bastante su fuerza.
Fue el pueblo el que se movilizó para detener la traición a la Patria con el acta entreguista de Itaipú. Sí, por un lado, se detuvo el golpe contra el Paraguay, pero no la traición. Hoy, sus protagonistas están todos nuevamente ocupando puestos de relevancia en el mismo gobierno (el único que falta es Josélo). Con el impulso y la iniciativa de Goli Stroessner, se detuvo la venta de La Patria. El pueblo nuevamente se manifestó en las redes y obligó al gobierno a desistir del plan de malvender la estancia la Patria, que es un patrimonio del pueblo. De hecho, ni Euclides Acevedo, que en algún tiempo fue febrerista, dijo nada al respecto, y de no haber sido por el pueblo, hubiéramos perdido otra parte de la ‘cosa pública’.
Al final, el pueblo viene manifestándose para detener los golpes de corrupción de este gobierno que vienen dándose sin descanso. Pero el pueblo también necesita trabajar y vivir tranquilo en su rutina diaria; además, tantos esfuerzos que viene haciendo el pueblo, solo para que los mismos protagonistas queden en puestos diferentes, en la calecita de la corrupción. Nunca nadie fue despedido a pesar de la alevosa corrupción. Después de dos años, eso cansaría a cualquiera y lo dejaría pusilánime. Así, con el cartismo a media luz, y la supuesta oposición en completa complicidad, no queda casi oposición. De Lugo y Efraín no puede esperarse prácticamente nada y, de hecho, en dos años, no han hecho ninguna oposición, sino que más bien han gobernado con el gobierno anticolorado de Marito.
Los únicos caudillos fuera del esquema político que tienen un poder de convocatoria significativo son José Luís Chilavert, Goli Stroessner y Payo Cubas. Tres personajes bastante distintos, tres figuras conocidísimas en nuestro país, tres personalidades claramente fuertes… Pero ninguno de ellos cuenta con el apoyo de la prensa asalariada, e incluso, muchas veces la misma prensa los achaca.
José Luís Chilavert, el caudillo Chilavert es mundialmente conocido por ser el mejor arquero del mundo. Pero su figura ha resultado bastante polémica y controversial justamente por su patriotismo y por nunca achicarse frente a los que querían humillarlo por el hecho de ser el mejor, pecado que a un paraguayo, “cabecita negra”, no se le permite. Sin embargo, Chilavert tuvo siempre la firmeza de poner a la gente en su lugar.
Me viene a la memoria una anécdota que se hizo bien famosa en los 80. Se trataba del legendario Humberto Domínguez Dipp (HDD), de quien se cuenta (entre tantas historias) que una vez estando en Buenos Aires con su Rolls Royce, un argentino lo insultó desde su sobrio Ford Falcon, diciendo: “todos los paraguayos son unos indios”, a lo que inmediatamente, saliendo de su auto y a gritos, HDD le respondió: “Sí, todos indios, pero todos caciques”.
Chilavert tuvo en cierta forma ese tipo de ventura, de poner a quienes querían humillarlo como paraguayo bien en su lugar. Era el mejor, y él se hacía notar. Altanero, arrogante, orgulloso…, etc., eran solo el comienzo de cómo lo describían (y quizás muchas veces con razón), pero cuando se es grande, se es grande; y fue quizás, bajo esos mecanismos de defensa psicológicas, que él pudo sobrevivir en un mundo bastante hostil y racista.
Está también la otra parte de Chilavert, la que se conoce solo a medias, que es la parte del Chilavert muy humano y caritativo. Cuando el genio literario de Roa Bastos cayó en una desgracia hospitalaria, fue él quien cubrió sus gastos sin que nadie se lo pida. Conocidas también son sus obras caritativas hacia los niños, y mientras que algunos políticos roban las meriendas escolares de niños pobres, y son amparados por políticos aún más corruptos, Chilavert, por iniciativa privada, ha ayudado a tantos.
El candidato
Hace poco, Chilavert, lanzó su intención de ser candidato para el 2023. Poco o nada se sabe de su proyecto político. Lo único que se sabe es que no tiene una estructura política para poder enfrentar tanto a la ANR o al PLRA si es que decide correr contra ellos y no dentro de uno de esos partidos. Pero no son las únicas opciones que se tiene. No hay que olvidar que Lino O., con la extraordinaria estructura que le organizó Juan Alberto Ramírez Díaz de Espada, pudo correr y luego abrir un partido paralelo al de la ANR, con caudillos de base alrededor de todo el país, convirtiéndose al inicio en una potencia electoral imparable. Sin embargo, el verdadero problema de Chilavert es su plataforma política. De hecho, el mismo Chilavert cometió un error en este mismo campo, al apoyar a un personaje funesto como Fernando Lugo, un outsider que prometía el cambio, pero que terminó con un gobierno fracasado y corrupto.
El paraguayo ya está cansado de aventurarse con candidatos cuya única virtud sea hacer la contra al gobierno de turno, para que al final, cuando sube al poder el candidato, el ciudadano se encuentre, en el mejor de los casos, sin ningún plan de gobierno, y en el peor, con una ideología nefasta. A Goli Stroessner se lo conoce por representar la ortodoxia del coloradismo; a Payo se lo conoce por su anarquismo; pero de Chilavert se sabe muy poco en cuanto a su ideología política, y eso en el Paraguay de hoy genera mucha inquietud y sospecha.
Creo que Chilavert tiene el campo libre si es que decide candidatarse como senador.
Personalmente lo votaría como senador sin dudarlo, simplemente por su trayectoria como ser humano y su protagonismo como patriota. De hecho, eso incluso le daría espacio para hacerse conocer como político y prepararse para el siguiente período. Pero, por otro lado, todavía estamos a tiempo para que él pueda proyectar sus ideas políticas (a mí de cualquier manera, me encantaría verlo en la arena política en el siguiente periodo).
Una cosita más: Una de las cosas que ya sí tendría que hacer como aspirante político es desbloquear a las cuentas de tuiter que había bloqueado. Como celebridad ya estaba expuesto a la vida pública, pero en política es diferente. Es cierto que hay muchos cobardes que insultan con cosas muy feas y merecen ser bloqueados, pero no todas las críticas son insultos imperdonables.
Triunfo de la mediocridad
Una película que siempre me ha fascinado, es sin duda, Amadeus (1984). El genio de Mozart acabado por el campeón de los mediocres: Antonio Salieri. Es, en definitiva, una película que dice muchas cosas sobre nuestro tiempo.
Hace alrededor de cinco años atrás, un amigo mío, director de una compañía de ballet muy prestigiosa en New York, me invitó a que lo acompañara a una audiencia, para elegir a los bailarines para la siguiente producción. Uno de los mejores bailarines dio su actuación y luego le siguió otro que era superlativamente brillante. Al final mi amigo terminó eligiendo al que bailaba bien, y no al mejor.
Yo quedé tan intrigado por ese hecho que tuve que preguntarle casi inmediatamente el porqué. Él me contestó con un tono muy práctico, que el primer bailarín bailaba bien siempre, en cambio el otro, que también a su criterio era muchísimo mejor, tenía sus días. La gente paga muy caro y viene a ver un buen show, pero a ellos no les interesa si justo el bailarín no está en uno de sus días de genialidad.
Recuerdo que una crítica semejante se daba en los 80 al pianista Wilhelm Kempff. Kempff era un genio al piano, pero tenía sus días y la gente estaba conforme con ello, porque mientras que rogaban que sea un día bueno, reconocían que era un genio al piano. Pero quizás esa fue la década de los últimos grandes pianistas: Vladimir Horowitz, Arthur Rubinstein, Claudio Arrau, Glenn Gould…
Hoy tenemos un problema mucho más grave. Hay como una especie de guerra contra lo bueno y eso hace que triunfen los mediocres.
En el campo político eso se proyecta hacia los caudillos. Generalmente los caudillos son figuras ‘alfas’, carismáticas, que no tienen miedo de presentar sus posturas y arremeter contra todos si fuere necesario. Eso los vuelve muchas veces radicales, y al final resulta que, aunque pueden ganar unas internas, no pueden sumar para establecerse sólidamente. Lo triste es que, de este modo, siempre se termina dando espacio al más mediocre, justamente porque no representa una amenaza para nadie. En Paraguay tenemos ya a varios que representan esos figurines mediocres. Es fácil reconocerlos. No se juegan realmente por nada y últimamente vienen ocupando los espacios más importantes.
El País de los caciques
Poco se ha estudiado o se sabe, pero los guaraníes no tenían figuras políticas como nos lo imaginamos ahora. De hecho, a los primeros exploradores les resultaba muy difícil reconocer quién era el jefe, pues según la ocasión a veces eran ancianos los que decidían y otras veces eran jóvenes guerreros. Como decía el legendario HDD: “somos todos indios, pero todos caciques”. Esa frase lleva consigo mucho de nobleza, pero también su propia maldición, ya que nos hace desconfiados.
Personalmente me llamó mucho la atención ver cómo muy pocas figuras representantes de nuestra política se han sumado a la iniciativa de Chilavert; algunos incluso decidieron ir a tocar su propio bombo en lugar de apoyar a una sola orquesta.
Tenemos que abandonar esa manera maniquea de ver el mundo blanco o negro, rechazando toda una gama de colores. El hecho de que yo apoye a Chilavert en una causa no quiere decir que yo sea chilaverista. Pero constantemente nos quieren hacer creer, especialmente los colectivistas de mentes limitadas, que si apoyamos a la causa de alguien ya somo “ista” de esa persona.
Lo mismo está en entender que si elogio a Maradona, quizás como el mejor jugador, no quiere decir que elogie los abusos que tuvo en su vida personal ni el uso de drogas. Lo mismo ocurre al elogiar una buena obra de un gobierno. Solo la gente ruin quiere hacernos creer en esa visión extremista y limitada.
Al Paraguay le tocan tiempos difícil. Este gobierno no da descansos en materia de corrupción y escándalos. Se tendrá que negociar Itaipú con una cáfila de traidores en los que ya nadie, con justa razón, confía. Y eso que el pueblo ni siquiera cuenta con mecanismos constitucionales como el Plebiscito Solidario para defenderse del gobierno y de los malos tratados. El pueblo debería dar la última palabra. Está muy bien que cada uno tenga la camiseta de su club, pero cuando es causa nacional debemos ser solo uno. Debemos tener la camiseta nacional por encima a la de cualquier club, y no solo es necesario usar la camiseta, sino también sudar con ella.
Ojalá elijamos a aquellos con quienes sudamos más, pero también aprendamos a jugar en equipo.
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