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Nacionales

Lo autóctono nos ayuda a mantener el patrimonio natural

Flamencos en el territorio del Chaco Paraguayo. Foto IP.

Flamencos en el territorio del Chaco Paraguayo. Foto IP.

En ecología hablamos de algo autóctono cuando es propio del lugar, algo que naturalmente existe allí. Se contrapone a alóctono, algo que no es propio del lugar, son algo así como nativo y exótico, endógeno y exógeno.

Y esta terminología no solo se refiere al país, como algo que es nativo o autóctono de Paraguay como podría ser el ka’a he’ẽ o también conocida como Stevia, o la yerba mate, pero también para regiones, nadie esperaría encontrar yerba mate en las zonas de los médanos del Chaco. Esto quiere decir que, dentro del mismo país o región, uno puede tratar de poner una planta o un animal que no pertenece naturalmente a dicho sitio. También hay una cuestión temporal ya que la vegetación y la fauna van evolucionando y lo que hoy está en un lugar, podría no haber estado antes. Por ejemplo, entre una comadreja o mykure y un yaguareté, el mykure es mucho más nativo que el felino, ya que hace mucho más tiempo que habita el territorio nacional.

Todo esto dicho para que no nos encasillemos en cuestiones estrictamente conceptuales que nos fijan a un tiempo y un espacio, cuando la naturaleza es dinámica y experimenta cambios. Los paisajes cambian, y si no vemos los deslizamientos de tierra, los deslaves, los procesos erosivos por viento o agua, por citar unos pocos.

Sin embargo, nosotros los seres humanos, si bien somos parte de esta intrincada red de la naturaleza ya que evolucionamos en ella y no somos exógenos, inducimos cambios tan drásticos que no le permitimos a la naturaleza adaptarse y tener el tiempo “ecológico y evolutivo” para poder mutar, cambiar y adecuarse a las nuevas condiciones. Y esos cambios tienen que ver con la estructura de la vegetación y toda la vida asociada a ella, plantas, animales, hongos y entre ellos bacterias, virus, y ya sabemos las consecuencias de estas alteraciones.

Asunción y el área metropolitana albergan una riqueza de biodiversidad altamente destacable, en particular de aves. La ciudad con mayor cantidad de especies de aves es Singapur con 368 especies de las cuales 347 son especies nativas y 21 exóticas, mientras que en Asunción solo dos de las 355 especies son exóticas, dejando a Asunción con 352 especies de aves, superando a ciudades como La Paz (Bolivia), Melbourne (Australia) y Porto Alegre (Brasil).

Podemos decir que Asunción y su Área Metropolitana albergan la mayor cantidad de aves nativas o autóctonas; sin embargo, esto solo se da por la diversidad de ambientes (y naturales ya que modificados no estarían contando para lo nativo) y la vegetación nativa. Las plantas que evolucionaron aquí tienen una fauna asociada característica que nunca tendrá una especie exótica (o sea traída de otros lugares). Por ello es fundamental mantener la vegetación nativa, si vienen parches, tratar de hacerlo asegurando la calidad para que además puedan reproducirse y no solo pensar en los árboles, ya que los pastizales son extremadamente importantes.

Los parches de ambientes naturales, de bosques, bosquecillos y pastizales son claves para mantener y mejorar la diversidad biológica urbana.

Un guacamayo en medio de la ciudad. Foto: Yanosky

Estos ambientes naturales nos permitirán seguir teniendo a nuestra fauna nativa como los cardenales, los choqüi, y otras muchas aves, pero además permitiendo que existan plantas epífitas que embellecen nuestras arboledas. Parece un sinsentido que estemos plantando árboles y además exóticos o alóctonos sobre lo que tradicionalmente fue un pastizal o campo (el típico caso de Ñu Guasu), en ese afán que tenemos lo humanos de lo que evolucionó como bosque lo cambiamos a pastos o similares (sacamos el bosque para poner soja, maíz y otros cultivos) y donde hubo pastizales lo cambiamos para ponerle plantaciones, por ejemplo, de Eucaliptos.

Lo cierto es que todas las tendencias hablan de que para hacer frente a los cambios climáticos que tenemos y los que vendrán, tendremos que adaptarnos y cuando más estas adaptaciones sean basadas en los ambientes en los que vivimos, menos artificiales serán dichas adaptaciones.

Y cuando busquemos las soluciones a las que nos enfrentamos, estas soluciones tienen que estar basadas en la naturaleza. Parece que estos últimos tiempos comenzamos a reconocer la importancia de la naturaleza y darle el crédito a su “sabiduría” de formas y elementos que por alguna razón han evolucionado y se han adaptado. Solo falta que nosotros aprendamos a hacer lo mismo.

 

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