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Incidentes en pleno tránsito, termómetro de cómo está la salud mental

Imagen ilustrativa. Foto: IP

Imagen ilustrativa. Foto: IP

“Incidentes en el tránsito”, se veía hace una semana en redes sociales y medios de comunicación, mostrando varios vídeos de hechos de violencia en plena calle entre conductores de vehículos y en días consecutivos. Avenida Eusebio Ayala, Palma y Yegros (Asunción), así como Zavalas Cue y 11 de Setiembre (Fernando de la Mora), fueron los puntos donde se captaron esas imágenes de descontrol y nervios traducidos en golpes de puño y patadas, así como persecuciones, que incluso llegaron a requerir intervención policial.

“Que lo que pasa todo!!”, posteaba una persona en Twitter con la reproducción de uno de los vídeos mencionados, como buscando una explicación a ese aparente brote desconocido de ira en las calles por el simple hecho de no haber cedido el paso o no moverse rápido el cambio de luces en un semáforo.

Sin embargo, episodios como los descritos no son ni nuevos ni desconocidos y responden a varios factores sicosociales, según las consultas hechas por El Nacional a un especialista en salud mental.

Y el encierro obligado impuesto por la pandemia del Covid-19, no hizo más que ahondar los problemas relacionados a las relaciones interpersonales y la conflictividad en el tránsito.

Agustín Barúa, médico siquiatra y antroplólogo, con un extenso trabajo en el campo de la salud mental comunitaria, señaló que los incidentes entre conductores en las calles, al igual que otros fenómenos sociales, responden a una variedad de factores, entre ellos la pandemia y el encierro al que llevó a la sociedad.

“Lo vial, dentro del espacio público, es un espacio de cercanía física extrema. Es difícil que funcione sin colaboración. Pone a prueba como estamos emocionalmente y con nuestra vida: es muy fácil de que sea un lugar donde emerjan nuestras frustraciones, malestares y angustias, a veces con particular violencia. Es una especie de testeo de como estoy con mi salud mental”, explicó en un punto y aseguró que los incidentes en el tránsito no se registran solo ahora por la pandemia, sino desde antes.

Sostuvo que existe además un modelo hasta civilizatorio donde hay dos valores muy centrales que, también, en lo vial se juegan de manera muy conflictiva: competitividad y apuro. “Ambos potencian un lugar individualista, excluyente y depredador. A la vez esto se suma con un consumismo voraz donde se compite por el tamaño de las camionetas (justificado a veces con que “los caminos /calles están en muy mal estado” pero sin aparecer iniciativas para exigir la resolución de estos problemas) y como en muchos aspectos se impone una lógica de fuerza contra otros sujetos viales (peatones, bicicletas)”, añadió para profundizar en los factores desencadenantes.

Y enfatizó que esto se ve por ejemplo en que no se tienen prácticamente respuestas colectivas efectivas a los problemas viales. “Ni tren, ni Metrobus, se logran concretar. Sabido es que lo que prima en el transporte llamado público son los intereses económicos de cierto empresariado transportista (con alguna excepción) más que el derecho a un transporte eficaz, barato y ecosensible”, aseguró.

Solo desde lo autoritario

Barúa preguntó también ¿cómo suele abordarse el tema de la accidentalidad vial desde las instituciones?. Y la respuesta es que no es raro que se aborde desde lo autoritario solamente. “Recuerdo que hace unos años el entonces director del hospital de traumas puso frente a la fachada un gigante arbolito con una frase “Usa casco carajo”. ¿Cuánto autoritarismo nos queda sin pensar cuando pensamos que podemos “carajear” así nomas a la gente?, ¿Cómo podemos complejizar nuestra mirada del porque mucha gente no usa casco más allá del dato que usar casco es necesario?”, se preguntó para dejar en claro cuanta complejidad encierra el reaccionar violentamente contra otro en plena calle, en medio del tráfico.

Amplio espectro

Ante la consulta de qué otros signos se podría ver en lo sicosocial, ahora que el encierro por la pandemia parece estarse relajando, el profesional sostuvo que se ha pasado por varios momentos y es muy difícil predecir qué pasará. “La pandemia sí ha tensionado solidaridades y privilegios de una manera aun más intensa de lo tremendo que venía siendo. Desde las ollas populares al genérico “quédate en casa” sin que importe en qué condiciones de vida existís como ser humano, el espectro de situaciones ha sido amplio y por ello las manifestaciones pueden serlo también”.

Números reveladores

Las estadísticas que se tienen en el Ministerio de Salud, respecto a las consultas por salud mental, son bastante reveladoras del escenario a nivel país respecto a cómo está la población en éste aspecto del cuidado sanitario en general.

Trastornos esquizofrénicos, del humor o afectivos, por consumo de sustancias psicoactivas o por estrés, forman parte de la lista con mayor número de pacientes que han consultado en los servicios de salud mental del sistema público no solo éste año a propósito de la pandemia, sino también en 2019.

En cuanto al primer ítem, trastornos esquizofrénicos, se registraron más de 16 mil consultas entre enero y octubre de 2020. En lo referente a trastornos del humor o afectivos, la cantidad de pacientes que consultaron supera los 23 mil.

Por otro lado, más de 11 mil personas acudieron a consulta con sicólogos y/o siquiatras por trastornos debido al uso de sustancias psicoactivas. Y por estrés y trastornos asociados, el número de pacientes que recibieron atención entre enero y octubre supera los 29 mil.

Si se miran los números, es fácil notar que la cantidad de atenciones en salud mental por trastornos del humor o personalidad asociados al estrés, es mucho mayor que el resto de las patologías descritas.

Estos datos están consignados en los cuadros estadísticos de la Dirección General de Información Estratégica en Salud (DIGIES). Estos registros indican que en conjunto, las patologías arriba descritas llevaron a consulta a más de 80 mil personas en lo que va del 2020, sobre todo a partir de marzo, cuando se establecieron todos los cierres y restricciones debido a la pandemia del COVID-19.

Otro dato revelador es que en todo el 2019, un número superior a las 166 mil personas ya pasaron por consultorios de salud mental por las mismas patologías. Esto muestra que los problemas de salud relacionados a la mente ya tenían una alta demanda en cuanto a atención integral a nivel local incluso desde mucho antes de la pandemia.

El 154

Desde la Dirección General de Salud mental, informaron a El Nacional que desde la habilitación del 154 para consultas relacionadas a la contingencia por el coronavirus, se han recibido por ésta vía cientos de llamadas relacionadas a ansiedad, angustia y estrés debido al encierro, tanto de parte de adultos como niños y adolescentes.

“A éstas consultas telemáticas hemos atendido con escucha activa por sobre todo, tratando de brindar la contención requerida a la persona por profesionales en psicología”, dijo al respecto la licenciada Elvira Ríos Valiente.

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