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La pandemia y sus efectos sobre los recursos naturales

Degradación ambiental y menor biodiversidad. Foto: La Biodiversidad

Degradación ambiental y menor biodiversidad. Foto: La Biodiversidad

Durante estos ocho meses hemos sido afectados por la aparición y expansión de un virus que nos ha hecho cambiar nuestro modo de vida y posiblemente no haya una vuelta atrás que nos lleve a la anterior normalidad. De hecho, la normalidad hacia la que vamos no será la normalidad a la que estábamos acostumbrados. Han pasado ocho meses y la sensación es de que no hemos vivido el 2020, y ya nos encontramos al final del año; en poco más de un mes estaremos cerrando este extraño y difícil año.

Se nos ha dicho que esta pandemia le ha dado un respiro a la naturaleza, y permítanme decirles que puede haber lugares en el mundo en los que la naturaleza se ha descomprimido de la presencia humana, por las cuarentenas y la circulación. Pero este no es el caso ni de nuestro país ni de nuestra región. Las necesidades básicas que se suplían con una economía informal se vieron afectadas más aun y esto obligó a muchas personas a “servirse” de la naturaleza. Todas las áreas naturales se han visto más presionadas por los recursos naturales, en la búsqueda de proteínas animales, de materiales vegetales e inclusive de “suplementos y complementos” de aquellos elementos que ya no se pueden comprar por falta de dinero o por la misma carencia de los mismos en el mercado.

En el Parque Nacional Kruger fueron vistos el 15 de abril en Sudáfrica. Foto:@SANParksKNP

Otro de los efectos importantes es que la presencia de actos ilegales como deforestaciones, plantaciones ilegales se han exacerbado y no solo en Paraguay sino que también en los países vecinos. Quizás la misma falta de la presencia de autoridades en el territorio o a la misma falta de gente circulando facilita para que se cometan diferentes actividades que van en detrimento de los recursos naturales. El caso de San Rafael en Itapúa o de Mbaracayú en Canindeyú son apenas dos ejemplos de áreas protegidas o unidades de conservación en las cuales el Estado tiene una responsabilidad adicional por ser parte del acervo natural del país y allí, los delitos ambientales aumentaron y no son delitos ambientales que se cometan por cubrir necesidades básicas insatisfechas. Muy por el contrario, son delitos por personas conscientes que aprovechan las circunstancias críticas por las que pasa el país.

Entonces, no nos dejemos engañar por la aparente y exógena recuperación de la naturaleza, no es nuestro caso. Ni siquiera por animales que comienzan a aparecer, solo ocurre por que estamos más encerrados y menos frecuentamos las calles, y los animales pueden deambular más tranquilamente.

Paraguay tomó la pandemia como una gran amenaza a la ciudadanía y los sistemas nacionales, en particular la salud, y comenzó a implementar políticas sectoriales, para el personal de blanco, para los equipamientos, para los análisis clínicos, para la salud mental y otros, pero se olvidó de los recursos naturales.

Y el mundo sabe de la relación del COVID y la pandemia con los recursos naturales, la gente que está más asociada con los recursos naturales como las comunidades indígenas, de la relación que existe entre la vida silvestre y la gente, la cacería y la cosecha de carne silvestre, inclusive su comercialización. La degradación ecológica aumenta el riesgo general de brotes de enfermedades zoonóticas que tiene relación con la fauna. El mundo reconoce hoy las cuestiones que tienen que ver con la naturaleza, los modos de vida y la salud en general, incluyendo la salud humana y también la salud animal. Tímidamente destinamos recursos para hacer investigación que responda a nuestras necesidades básicas de conocimiento para la toma de decisiones políticas que nos afectan colectivamente.

Y estamos en una historia particular que tiene que ver con la reacomodación de la economía y un desarrollo que esperamos sea diferente, al que algunos han dado en llamar “recuperación verde” con el fin de ser más sostenibles, sirviéndonos de los recursos naturales para nuestro bienestar, pero haciéndolo de tal manera que no pongamos a la naturaleza en una situación que busque recuperarse del daño que le causamos y esta recuperación signifique para nosotros riesgos e impactos que atenten con este tan buscado bienestar.

 

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