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Mujeres tibetanas, prueba viviente de la evolución humana

El equipo de Beall estudió a 417 mujeres tibetanas en el Alto Mustang para analizar su éxito reproductivo en condiciones de hipoxia. Imagen: Skanda Gautam/ZUMA/picture alliance

El equipo de Beall estudió a 417 mujeres tibetanas en el Alto Mustang para analizar su éxito reproductivo en condiciones de hipoxia. Imagen: Skanda Gautam/ZUMA/picture alliance

En las alturas extremas de la meseta tibetana, donde la mayoría de los seres humanos lucharían por respirar debido a los bajos niveles de oxígeno, las comunidades locales han prosperado por más de 10.000 años. En este entorno extremo, las mujeres no solo han resistido, sino que han adaptado su fisiología de forma que optimiza su éxito reproductivo bajo condiciones de hipoxia, es decir, bajos niveles de oxígeno. ¿Cómo lo han logrado? Un nuevo estudio, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), informa sobre el tema.

Cynthia Beall, antropóloga de la Universidad Case Western Reserve de Estados Unidos, lidera la investigación que estudia cómo ciertos rasgos biológicos, relacionados con el suministro de oxígeno, están asociados a la capacidad reproductiva de estas mujeres. Según Beall, comprender cómo se adaptan las personas a entornos tan extremos nos ofrece una ventana hacia los mecanismos de la evolución humana.

“La adaptación a la hipoxia a gran altitud es fascinante porque el estrés es grave, lo experimentan todos por igual a una altitud determinada y es cuantificable”, explicó Beall a Science Alert. “Es un bello ejemplo de cómo y por qué nuestra especie tiene tanta variación biológica”, agregó.

En su estudio, Beall y un equipo internacional de científicos analizaron a 417 mujeres tibetanas de entre 46 y 86 años que residen a altitudes entre 3.000 y 4.000 metros en el Alto Mustang, Nepal, recopilando datos fisiológicos, muestras de ADN, información sobre la cantidad de hijos que habían tenido y factores socioculturales.

El secreto está en la sangre

Lo más sorprendente del estudio es que las mujeres que tuvieron más hijos (algunas hasta 14) presentaban una combinación única de características. No se trataba de tener más hemoglobina –la molécula que transporta el oxígeno en la sangre–, sino de usarla de manera más eficiente.

Las más exitosas desde el punto de vista reproductivo mostraban niveles de hemoglobina cercanos al promedio, pero con una mayor saturación de oxígeno. Esta combinación resultó ser la clave: permite transportar más oxígeno sin hacer que la sangre se vuelva más espesa, lo que evita sobrecargar el corazón.

Un corazón adaptado a las alturas

El estudio reveló más adaptaciones sorprendentes. Las mujeres con mayor número de hijos también presentaban características cardíacas especiales: un mayor flujo sanguíneo hacia los pulmones y ventrículos cardíacos más anchos.

Parte de esta extraordinaria adaptación tiene raíces antiguas. Los investigadores encontraron que uno de los rasgos estudiados proviene de los denisovanos, una especie humana extinta que vivió en Siberia hace unos 50.000 años. Sus descendientes, que más tarde migraron a la meseta tibetana, portaban una variante especial del gen EPAS1, que hoy es exclusiva de las poblaciones tibetanas y ayuda a regular la concentración de hemoglobina.

No solo es biología

El estudio también consideró factores culturales. Las mujeres que se casaron jóvenes y mantuvieron matrimonios largos tuvieron más oportunidades de tener hijos. Sin embargo, incluso teniendo en cuenta estos factores sociales, las características físicas jugaron un papel crucial. Las mujeres con una fisiología más similar a la que se encuentra en entornos de baja altitud tendían a tener más éxito reproductivo.

“Se trata de un caso de selección natural continua”, explica Beall. “Las mujeres tibetanas han evolucionado de un modo que equilibra las necesidades de oxígeno del cuerpo sin sobrecargar el corazón”.

Esta investigación no solo nos ayuda a entender cómo los humanos pueden adaptarse a condiciones extremas, sino que también ofrece valiosas pistas sobre la evolución humana, mostrando cómo las respuestas adaptativas pueden guiar el desarrollo humano frente a futuros desafíos ambientales y ayudar a entender la patobiología de enfermedades asociadas a la hipoxia en diferentes altitudes.

Fuente: DW.

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