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Brasil busca adeptos para aplicar impuesto a los superricos

Los superricos podrían contribuir más a la justicia social. Imagen: Jens Kalaene/dpa/picture alliance

Los superricos podrían contribuir más a la justicia social. Imagen: Jens Kalaene/dpa/picture alliance

En un encuentro celebrado en Río de Janeiro, los ministros de Finanzas del G20 expresaron la semana pasada su disposición a cooperar para gravar a los multimillonarios. “Respetando plenamente la soberanía fiscal, nos esforzaremos por cooperar para asegurar que las personas ultrarricas sean efectivamente gravadas”, señalaron en una declaración.

Brasil, que ocupa actualmente la presidencia del G20, había impulsado la idea de gravar las fortunas de los multimillonarios con un 2 por ciento anual. Eso reportaría ingresos adicionales de entre 200 y 250 mil millones de dólares, que podrían emplearse para combatir la pobreza y el cambio climático.

La propuesta brasileña de un impuesto mínimo para los superricos fue elaborada por el economista francés Gabriel Zucman, quien contó que la idea de presentarla en el G20 surgió en febrero. En el Foro Económico Mundial de Davos hubo demandas similares, formuladas en parte por algunos multimillonarios. Brasil quiso ahora poner sobre la mesa un aporte para una cooperación internacional más estrecha en materia tributaria, explicó a DW el economista y fundador de Tax Observatory de la UE, en París.

Mayor fortuna = menos impuestos

Los superricos a los que se refiere Zucman conforman un grupo relativamente reducido de unos 3.000 multimillonarios que hasta ahora pagan impuestos inferiores al promedio, en comparación con sus posibilidades: aproximadamente solo un 0,3 por ciento de sus fortunas.

Si se considera toda la carga tributaria, uno de estos superricos llega a pagar cerca de un 20 por ciento. En cambio, la carga tributaria de la clase media en Alemania o Francia se cifra entre un 40 y un 50 por ciento.

“Esa es una injusticia fundamental: los más ricos, que podrían aportar más, tienen la menor carga tributaria efectiva”, afirma Zucman. “Mi propuesta de un impuesto a la renta mínimo individual para multimillonarios, del dos por ciento de sus fortunas, habría de garantizar que no paguen menos que sus choferes, empleadas domésticas o que el resto de la población. A nadie puede parecerle bien que los multimillonarios paguen menos que el resto de nosotros”, dice.

Sostiene que la tasación de las fortunas sería, en la mayoría de los casos, relativamente simple. Cerca de la mitad de la riqueza de los multimillonarios del mundo se invierte en acciones de empresas que cotizan en bolsa, mientras que la otra mitad está principalmente en participaciones en empresas privadas que pueden valorarse. “No digo que vayamos a tener una valoración absolutamente perfecta. Siempre habrá casos excepcionales como el de Trump, en los que es difícil. Pero podemos llegar a un punto de referencia razonable”, indica el economista.

“Masa crítica”

Zucman cree que la idea tiene adeptos en todo el mundo. Pero no sería necesario que todos los países la secundaran. “Solo necesitaríamos una masa crítica de países, como grandes países europeos que, junto con Brasil y Sudáfrica, gravaran a sus multimillonarios. Y que además aplicaran el impuesto a multimillonarios de otros países que pagan demasiado poco en su patria y a cuyas fortunas se tiene acceso en el exterior”.

Brasil se propone concretar la propuesta en la cumbre del G20 de noviembre, en Río de Janeiro. En el caso del impuesto mínimo global a las empresas, los preparativos tomaron cerca de diez años. Zucman espera que la experiencia sirva para agilizar la adopción de un impuesto a los superricos. “No tenemos que volver a inventar la rueda, sino solo adaptar los procesos” al caso de los superricos, dice.

Nelson Marconi, de la Fundación Getúlio Vargas, de São Paulo, considera que la propuesta de Zucman no es una utopía, pero será difícil de llevar a la práctica en el escenario global. A su juicio, lo importante sería que algunos países grandes tomaran la delantera. Un acuerdo en el marco del G20 crearía presión sobre el resto del mundo para introducir paso a paso ese impuesto, señala el economista en conversación con DW.

En opinión de Marconi, el éxito de esta iniciativa sería para Brasil un gran paso para posicionarse como actor global en procura de justicia social. “Impulsar este debate es muy importante para la imagen progresista que el gobierno de Brasil quiere difundir en el exterior”.

Fuente: DW.

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