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Violencia contra las mujeres, una “pandemia” en el mundo

Una mujer en una protesta contra las violencias contra las mujeres en Roma.Imagen: Luca Bruno/AP Photo/picture alliance

Una mujer en una protesta contra las violencias contra las mujeres en Roma.Imagen: Luca Bruno/AP Photo/picture alliance

Los diferentes tipos de violencia siguen afectando a las mujeres en toda América Latina, y los feminicidios no cesan. Un análisis sobre la situación actual.

La violencia contra la mujer en América Latina ha experimentado picos altos en los últimos cuatro años. Al menos 7 mujeres mueren víctimas del machismo cada día, y mientras en este continente la violencia en contra de ellas subía desde el brote del coronavirus, en Europa bajaba en los mismos años, según datos de ONU Mujeres.

Entre 2020 y 2023, alrededor de 15.000 mujeres fueron víctimas de feminicidio en 26 países de América Latina y el Caribe, según datos del Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe de la CEPAL. Las tasas más altas per cápita se registraron en Honduras, República Dominicana, El Salvador, Uruguay y Bolivia. Mientras que Brasil cerraba solo el año pasado con más de 1.400 feminicidios.

“La violencia contra la mujer es una pandemia que vive la sociedad y el mundo”, dijo en entrevista exclusiva para DW, la ecuatoriana Gloria Camacho, presidenta del Comité de Expertas del Mesecvi, mecanismo a cargo del seguimiento de la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer, más conocida como la “Convención de Belém Do Pará”, que el 9 de junio de 2024 cumple 30 años de haber sido adoptada por 32 Estados americanos.

Camacho añadió que incluso la Organización Mundial de la Salud consideró la violencia contra la mujer como un grave problema de salud pública, porque las mujeres enferman y mueren, lo que, además de ser un flagelo, aumenta el gasto de los países, que deberían invertir en campañas de prevención para erradicar la violencia de género.

Erradicar la violencia contra la mujer, una deuda política y social

Colombia, que junto con Argentina, México y Brasil, suscribió la “Convención de Belém do Para” hace tres décadas, fue sacudida en los cinco primeros meses de este año por al menos 109 feminicidios, según la Fundación Justicia para Todas, mientras que en México se perpetran en promedio dos feminicidios por día, y Brasil sobrepasa las estadísticas de toda la región, a un ritmo de 4 mujeres asesinadas cada día solo por el hecho de ser mujeres.

Pero pese a las desalentadoras cifras y lo mucho que todavía queda por hacer para proteger los derechos de las mujeres, las niñas y los niños, la Experta del Mesecvi Gloria Camacho comenta a DW que sí se ha avanzado en estas tres décadas a fin de reconocer los derechos humanos y las violencias en contra de la mujer, y eso se ha dado en el marco del compromiso y las contribuciones que hace el mecanismo de monitoreo del cumplimiento de la Convención.

Dicha Convención “marcó un hito en la lucha a favor de las mujeres en América Latina y fue la primera aprobada en torno a la violencia contra las mujeres en el mundo”, subrayó Camacho en entrevista con DW.

La presidenta del Comité de Expertas destacó, además, que en el marco de estos 30 años se han logrado visibilizar otras formas de violencia contra la mujer, como lo es la violencia económica, la obstétrica, la simbólica, la violencia en el ámbito público y político, y más recientemente, aquella que se ejerce a través de las nuevas tecnologías.

Cambios legislativos a favor de las mujeres

La experta ecuatoriana también destacó que a lo largo de estas tres décadas se lograron establecer estándares jurídicos, se empezaron a hacer planes nacionales, y a crear servicios e instancias de atención para las mujeres. Y lo más importante: se reconoció el feminicidio como un delito en varios países, lo que según considera Camacho, es un avance muy significativo, también para las minorías y las mujeres en condición de discapacidad.

“Antes del 94, en Ecuador y otros países, no se podía denunciar la violencia por parte de la pareja, había una restricción legislativa que impedía la denuncia entre cónyuges por preservar la familia”, explica a DW la presidenta del Comité de Expertas del Mesecvi, quien afirmó asimismo que el solo hecho de poder ya denunciar la violencia intrafamiliar, que antes era un asunto privado, en el que el Estado no podía intervenir, hoy es un gran avance en favor de esa protección de los derechos y libertades de las mujeres.

Sin embargo, dice Camacho, los avances en busca de erradicar la violencia contra la mujer se han visto amenazados por cambios gubernamentales, en donde en algunos países, como en Argentina o Ecuador, se quiere eliminar el Ministerio de la Mujer, lo que podría representar retrocesos.

Ver el vaso medio lleno y medio vacío

Para Milena Páramo, coordinadora regional del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (Cladem), se tiene que ver el vaso medio lleno y también medio vacío en esta lucha por los derechos de las mujeres en Latinoamérica.

Asegura que hay que reconocer que hace 30 años, sin la “Convención Belém do Pará”, las mujeres no teníamos nada, y el hecho de que los 32 países firmantes de esta Convención reconocieran que las mujeres tenemos derechos como sujetos, y haberlos puesto en la obligación de reconocer la violencia estructural contra la mujer, así como la necesidad de ofrecerles protección, se reconoce como una base.

Pero, a pesar de que existen leyes y normas en varios países latinoamericanos que permiten garantizar para todas las mujeres una vida libre de violencias, como la Ley 1257 de 2008 en Colombia, destaca María Cristina Hurtado, coautora de esa Ley y defensora de los derechos humanos de mujeres y niños en el país suramericano, no se le están garantizando a las mujeres estructuras institucionales idóneas, con equipos interdisciplinarios completos, formados en violencias basadas en género, que cuenten con los servicios y las herramientas necesarias que permitan, desde las Comisarías de Familia, privar de la libertad al agresor intrafamiliar para evitar un potencial feminicidio cuando existe esa evaluación de riesgo.

“En Colombia estamos viviendo una crónica de muerte anunciada por incapacidad del Estado”, recalca Hurtado, y muchos crímenes feminicidas se pudieron haber evitado si se priva de la libertad a los agresores intrafamiliares, porque la antesala del feminicidio es la violencia intrafamiliar, y esa violencia es un delito en la legislación colombiana, remarcó Hurtado a DW.

Normalización de la violencia contra las mujeres y los niños

Por su parte, Milena Páramo, de Cladem, opina que la normalización de la violencia contra las mujeres es uno de los grandes nudos para transformar la cultura latinoamericana, y que hay un machismo estructural en el corazón judicial que carga de estereotipos a las mujeres y no permite ver la violencia en contra de ellas para alcanzar justicia.

“Hay mucho trabajo por hacer desde los colegios, las familias y la sociedad para cambiar las formas de pensar desde las relaciones sociales”, aseveró Páramo, quien además finalizó planteando: “¿Cómo pensar una nueva relación entre hombres y mujeres?”, una pregunta que aún está en deuda.

Fuente: DW.

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