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La historia jamás contada de Isabel Díaz Ayuso en tres actos: así llegó al poder la nueva lideresa del PP

Perfil de la dirigente popular y presidenta de la Comunidad en tres momentos claves que han marcado su futuro. La nueva lideresa consolida su poder con su primera mayoría absoluta.

Isabel Díaz Ayuso. Foto: Infobae.

Isabel Díaz Ayuso. Foto: Infobae.

Acto primero: 11 de enero de 2019. Pablo Casado lleva seis meses como presidente nacional. Ese día, debe hacer público quien será el candidato o candidata del PP para la Comunidad de Madrid en las elecciones que se celebrarán en mayo. El PP pasa por sus peores momentos, una especie de travesía del desierto político. Viene de un año convulso: dimisión de Cristina Cifuentes por un máster falso y el robo cutre de unas cremas en un supermercado, moción de censura contra Mariano Rajoy por la sentencia del caso Gürtel, primarias internas para elegir nuevo líder nacional que han descosido al partido…

Por eso la decisión que debe tomar Casado no es nada fácil. Cuando el PP llegó al poder en Madrid por primera vez en 1995, Miguel Indurain ganaba su quinto Tour y las tropas serbias perpetraban la matanza de Srebrenica. Tras 24 años gobernando la Comunidad de Madrid ininterrumpidamente, el PP es consciente de que puede perder la ‘joya de la corona’. Esa misma semana de enero de 2019, las encuestas le daban al PP solo 22 diputados en el Parlamento madrileño, el peor dato de su historia.

Nadie en el PP quiere ser el responsable de la debacle, de echar la persiana en Madrid. Casado y su equipo han sondeado a unas 15 personas para el puesto, entre los que hay exministros, altos dirigentes y algún perfil independiente como Cayetana Álvarez de Toledo, Daniel Lacalle, Javier Maroto, Adolfo Suárez Illana, Isabel García Tejerina, Jaime Mayor Oreja, María San Gil, Soraya Sáenz de Santamaría, Antonio González Terol, Ángel Garrido… El problema era que en las encuestas internas dentro del PP ningún nombre destacaba por encima del resto. Y muchos se autodescartaron porque veían que pintaban bastos. Con los resultados que manejan en el PP quedan cuartos, por detrás de PSOE, Ciudadanos y Más Madrid.

Ese 11 de enero, Isabel Díaz Ayuso, que lleva 15 años en el partido y es amiga personal de Pablo Casado, tiene esperanzas de ser ella la elegida. Esa tarde está en contacto telefónico con Miguel Ángel Rodríguez, con el que ha establecido cierta amistad. Todo el ecosistema político de este país conoce a MAR. Con tan solo 23 años, en 1987, Aznar le fichó como jefe de prensa del Gobierno de Castilla y León. Cuando Aznar llegó a la presidencia de Alianza Popular (antes de ser el PP), MAR lo acompañó como director de comunicación y cambió radicalmente toda la imagen del partido, incluso de los mítines. En 1996 Aznar ganó sus primeras elecciones generales y MAR lo siguió de nuevo, convirtiéndose en secretario de Estado de Comunicación y portavoz del Gobierno.

Se transformó en un personaje tan popular que incluso tenía un guiñol en el famoso programa de Canal Plus. Acumuló demasiado poder. Tanto que acabó quemándose y salió del Ejecutivo en 1998 porque su estilo bronco en las ruedas de prensa dejó de gustar. Desde entonces hizo de todo: escribir novelas, presentar programas de televisión, ser tertuliano en varios medios con un estilo bastante desatado (con condena judicial incluida por injurias), empresario, consultor político, presidente de la multinacional Carat España… Ha ostentado más de 40 cargos en 20 empresas.

MAR le dice a Isabel sobre las 19.30 horas de ese 11 de enero de 2019 que se vaya para casa. Que si Casado ya no la había llamado que se olvidara. Pero Casado llamó pasadas las 20 horas a su amiga Ayuso. “Vente para Génova que quiero decirte una cosa”, le explicó el presidente nacional. Ella pensaba que Casado le iba a ofrecer ser la candidata al Ayuntamiento de Madrid, para dar “la batalla cultural” a Manuela Carmena, pero cuando llegó el líder del PP le ofreció la candidatura de la Comunidad.

En esos momentos, dadas las encuestas, retener el Gobierno de la Comunidad era una utopía. Así que si el destino era perder, lo mejor era perder con una buena amiga al lado que no diera problemas y que pudiera negociar posibles pactos con otros partidos y, sobre todo, que fuera fácilmente sustituible si se daba el caso. Los principales barones del PP en ese momento, Alberto Nuñez Feijóo en Galicia y Juanma Moreno en Andalucía, no habían apoyado a Casado en las primarias de 2018. Lo más inteligente entonces era tener a uno de los tuyos en el bastión de Madrid.

Casado lo apostaba todo al potencial perfil mediático de Ayuso (estaba despuntando en algunas tertulias nacionales como portavoz nacional) y a su lealtad inquebrantable. Desde Génova se pensó también que el nuevo discurso agresivo que había empezado a encarnar quizá frenara la sangría de votos hacia Vox. Pero una vez elegida candidata, muchos en el partido se llevaron las manos a la cabeza. No la veían preparada y la prensa empezó a hacer reportajes sobre sus “ayusadas”. Manuel Jabois escribió en El País que al conocer su nombramiento, un exministro de Rajoy dijo que “nos hemos tirado la vida con las etiquetas de partido serio, responsable, predecible y sensato y ahora vamos a competir por ver quién da más espectáculo y dice la mayor burrada”.

“Ayuso estaba muy verde. Era un riego en nuestra confrontación con Ciudadanos, porque una de nuestras señas de identidad era la experiencia, la capacidad de gestión. Y ella no tenía”, asegura un dirigente popular que también estuvo en las quinielas por ocupar su puesto. Otro dirigente asegura que “tenía un verbo de bachiller” para ridiculizar su oratoria.

En abril, antes de las autonómicas de mayo, llegaron las elecciones generales, adelantadas por Pedro Sánchez. Fueron las primeras en las que se presentó Casado, y el batacazo fue descomunal. El PP bajó de 137 a 66 diputados. Así que la presión aumentó sobre Ayuso, que se lo jugaba todo un mes después. En mayo se cumplieron los vaticinios, cuando la candidatura que lideraba obtuvo el peor resultado de la historia del PP en la comunidad de Madrid. Solo 30 escaños.

Los socialistas ganaron las elecciones autonómicas con 37 diputados, pero la consolidación de Ciudadanos (26 parlamentarios) y la irrupción de Vox (con 12) preveían una aritmética favorable para Ayuso. Gobernaría con sus apoyos. Ayuso, aunque perdió, ganó. Ciudadanos y Vox la hicieron presidenta. A la política a la que nadie tomaba en serio, carne de cañón de meme. La formación naranja entró en el Gobierno presidido por Ayuso y la ultraderecha le dio su apoyo desde el Parlamento.

Acto segundo: 10 de marzo de 2021. Ayuso lleva casi dos años gobernando con Ciudadanos. El periodista Carlos Herrera anuncia a las 6 de la mañana que PSOE y Ciudadanos quieren presentar una moción en Murcia para desbancar de ese Ejecutivo autonómico al PP. Horas antes, casi a medianoche, Casado ya había llamado a Ayuso para advertirle de lo que se fraguaba en Murcia. Ayuso vio la oportunidad que tanto anhelaba. Llevaba meses deseando convocar elecciones adelantadas en Madrid para quitarse de encima a su socio de Ejecutivo, Ciudadanos. Su relación con su vicepresidene Ignacio Aguado era mala, tirando a inexistente.

Para Ayuso el intento de moción en Murcia es la excusa ideal. No pudo convocar elecciones al principio de su mandato (como quería) porque era poco estético después de que le costara varios meses llegar a un acuerdo de gobierno con Ciudadanos y convencer a Vox para su investidura. Luego llegó la pandemia del coronavirus y Casado no la dejó. Por ley no podía disolver en el último año de legislatura. Así que solo le quedaba 2021. Lo de Murcia se lo puso a tiro.

Ese miércoles 10 de marzo de 2021 hay Consejo de Gobierno y Ayuso incluye a última hora un último punto del día. Muchos se temen lo que va a pasar. La presidenta toma la palabra: “Bueno, quiero deciros una cosa”, anuncia ante el silencio de los presentes. “Creo que hace falta estabilidad en el Gobierno y voy a convocar elecciones”. Aguado y sus consejeros se quedan pálidos, pero el reglamento del Consejo obliga a que haya una deliberación de ese último punto. “Es una irresponsabilidad. Habéis roto el pacto”, le reprocha Aguado. “Nos han jodido”, es el lamento que se escucha entre las filas naranjas, sabedores de que sus expectativas electorales son malas.

El primer Gobierno de coalición en Madrid fue un experimento fallido, si se analiza su actividad legislativa. De las doce comunidades autónomas que habían celebrado elecciones dos años antes, en mayo de 2019, el Ejecutivo madrileño tuvo el honor de ostentar dos récords políticos: fue el que menos proyectos de ley llevó a la Asamblea madrileña y fue el único que nunca presentó Presupuestos. La producción del Gobierno de Ayuso se limitó a la aprobación de dos proyectos de ley, ambos por lectura rápida y tramitación urgente.

Ayuso convocó entonces elecciones adelantadas para el 4 de mayo de 2021. Barre. Ha pasado de 30 a 65 diputados (dos de ellos dos tránsfugas de Ciudadanos que fueron incluidos en la lista popular como gratitud por algunos servicios prestados). Ha ganado con un simple lema de una sola palabra: Libertad. Ayuso no ha alcanzado la mayoría absoluta, pero casi, logrando más escaños que los tres partidos de la izquierda juntos. “Me gusta cuando los planes salen bien”, escribió aquella noche MAR en su cuenta de Twitter, que se convirtió en enero de 2020 en jefe de gabinete de Ayuso, su mano derecha, su gurú político.

Para entender la dimensión de lo que acaba de pasar en la política madrileña (y, por ende, en la española) hay que recordar que en abril de 2018 muchas encuestas daban como ganador a Ciudadanos en Madrid y tres años después los ‘naranjas’ han desaparecido electoralmente del mapa. Para entender lo que pasó en 2021 hay que tener en cuenta que Pablo Iglesias, vicepresidente del Gobierno, renunció al cargo para presentarse a las elecciones madrileñas y dar batalla a una Ayuso en alza, elevada a icono pop de la derecha. Ayuso, que en la campaña dijo que España le debía una por sacar a Iglesias del Palacio de la Moncloa, ‘escupió’ sobre el cadáver del ex líder de Podemos cuando este anunció su retirada de la política tras los malos resultados del 4-M: “Ahora España me debe dos”, diría gozosa.

Acto tercero: 28 de mayo de 2023. Su amigo y mentor Pablo Casado ya es historia. Una cruenta guerra civil dentro del PP que tuvo momentos oscuros y surrealistas ha dejado a Isabel Díaz Ayuso como la dirigente popular más importante del país (con permiso de Aberto Nuñez Feijóo). Ayuso es también presidenta del PP de Madrid y ordena y manda a su antojo. Una entrevista que concedió hace tiempo al diario ABC revela cómo se las gasta la nueva lideresa.

-Pregunta: Fue Pablo Casado quien confió en usted para que fuera candidata. ¿No le da pena que se haya acabado así su amistad?

-Respuesta: “Ya no me planteo estas preguntas. Hace cuatro meses, sí, pero ahora ya ni siquiera lo pienso. Mi madre me ha enseñado que no debo dejarme llevar ni por las grandes pasiones ni por las grandes decepciones, sino por la responsabilidad. Todos los días tengo Consejo de Gobierno, gestión, dificultades, problemas… e intento tener el corazón y la cabeza tranquilos para tomar buenas decisiones sin dejarme llevar ni por la relajación ni por el conformismo ni por los triunfos ni por las tristezas ni por las decepciones. Procuro ser la de siempre, creo que en eso no he cambiado nada, pero, en su lugar, intento tener el corazón de piedra”.

Su corazón de piedra ha logrado lo impensable. El ‘ayusismo’ ya es un movimiento imparable. Si en 2019 la gente se reía de sus ‘ayusadas’, la nueva ‘lady Madrid’ ha sido capaz desde entonces de destruir a Ciudadanos; frenar el crecimiento de Vox; echar de la política a Pablo Iglesias; reducir al PSOE madrileño a su mínima esencia; y matar ‘políticamente’ a Pablo Casado, la persona que la ayudó como nadie en su carrera política. Y es que ya se sabe. En política todos los amigos son falsos, y todos los enemigos, verdaderos. Su triunfo de este 28 de mayo es incontestable. Consigue su primera mayoría absoluta y ya no hay límites para su futuro político. Tiene por escribir el cuarto acto.

Fuente: Infobae.

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