Connect with us

Mundo

Twitter se ha plegado bajo Musk a casi todas las solicitudes de censura por parte de gobiernos autoritarios

La red social ha restringido y retirado contenido crítico con las autoridades de Turquía y la India, entre otros países, incluso durante periodo electoral.

Twitter. Foto: BBC Mundo.

Twitter. Foto: BBC Mundo.

Desde que Elon Musk adquirió Twitter, en una tumultuosa operación de 44.000 millones de dólares completada en octubre, la red social ha rechazado muy pocas solicitudes de restricción o censura de contenidos por parte de países que, como Turquía y la India, han aprobado en los últimos tiempos leyes que limitan la libertad de expresión y de prensa. Aunque el magnate se presenta como un absolutista de la libertad de expresión, la red social se ha plegado a cientos de órdenes gubernamentales en sus seis primeros meses al frente, según los datos proporcionados por la compañía a una auditoría pública que rastrea la presión de los gobiernos o los jueces a las plataformas en línea. El último ejemplo ha sido el bloqueo de cuentas críticas con el presidente Recep Tayyip Erdogan, dos días antes de las elecciones celebradas en Turquía el pasado domingo.

En la India, inmersa en una deriva autocrática que desde hace meses yugula a medios, periodistas y voces críticas, Twitter ha secundado también prohibiciones del Gobierno. Para justificar la anuencia, el propio Musk ha dicho: “Las normas en la India sobre lo que puede aparecer en las redes sociales son bastante estrictas y no podemos ir más allá de las leyes del país” para, subrayó, no poner en riesgo a su personal. La justificación se producía después de que Twitter retirara el contenido relacionado con un documental de la BBC muy crítico con el primer ministro, Narendra Modi, y que fue bloqueado en enero por el Gobierno.

Musk dijo no saber “qué había pasado exactamente”, pero lo cierto es que Nueva Delhi había dado órdenes a Twitter de retirar todas las publicaciones que incluyeran imágenes o enlaces al vídeo del documental, que cuestiona el liderazgo del nacionalista hindú Modi durante los disturbios de Gujarat de 2002, cuando era primer ministro de ese Estado, y que costaron la vida al menos a un millar de musulmanes (2.500, según los activistas). Entre el contenido eliminado por Twitter estaban los comentarios de un parlamentario local.

Según la ONG Reporteros sin Fronteras, la libertad de prensa en el país asiático ha disminuido drásticamente, con una caída en el último año ocho puntos hasta el puesto 150º de la clasificación internacional. Ello ha provocado episodios como el registro de sendas oficinas locales de la BBC, tras el bloqueo del documental, en una redada de las autoridades fiscales. En Turquía, la mayoría de los medios están bajo control gubernamental y la oposición acusa al Ejecutivo de intentar domesticar a las redes sociales, último reducto de las voces críticas y la oposición.

La ayuda de Twitter a regímenes autocráticos o iliberales no es una exageración de los críticos. Los datos, que la citada auditoría ha seguido recibiendo automáticamente, hablan por sí solos. Desde el desembarco del polémico empresario, la compañía ha recibido 971 solicitudes por parte de Gobiernos (frente a sólo 338 en el semestre de octubre de 2021 a abril de 2022), ha accedido en su totalidad a 808, y parcialmente a 154. En el año previo a la entrada de Musk, Twitter satisfizo el 50% de las peticiones, en línea con la tasa de cumplimiento indicada en el último informe de transparencia de la empresa (desde la entrada del magnate no ha vuelto a publicarse ninguno); tras el cambio de titularidad, el porcentaje ha subido al 83%, según el análisis de los datos por parte del portal de información tecnológica Rest of World.

“Por ‘libertad de expresión’, simplemente entiendo lo que encaja con la ley. Estoy en contra de la censura que va más allá de la ley. Si la gente quiere libertad de expresión, debe pedir a su gobierno que apruebe leyes a tal efecto. Por lo tanto, ir más allá de la ley es contrario a la voluntad de la gente”. El silogismo de Musk al denunciar la censura más allá de la ley – dando por buena la establecida- podría dinamitar cualquier razonamiento lógico, pero, hasta ahora, es la formulación más compleja sobre el asunto. También ha dicho que es mejor censurar a unos pocos que cerrar Twitter para todos, reservándose el papel de árbitro cual emperador romano con un gesto del pulgar arriba o abajo. O, en sus propias palabras, “libertad de expresión, sí, pero no de difusión”.

El 12 de mayo, dos días antes de las decisivas elecciones de Turquía, la cuenta de gobernanza global de Twitter anunció que, “en respuesta a un proceso legal y para asegurar que Twitter continúa estando disponible para los turcos, hemos tomado acciones para restringir el acceso a algún contenido” en el país, que siguió siendo visible en el resto del mundo. La publicación no especificaba qué cuentas se bloquearían y por qué motivo. Según los críticos, la medida alcanzó a perfiles que denuncian la corrupción en el entorno de Erdogan y de su partido, algunos prokurdos y otros con comentarios críticos sobre el golpe de Estado de 2016. En movimientos similares a los de Rusia contra las ONG o Hungría con las universidades públicas, Ankara ha instado a los organismos del Estado a luchar contra la influencia extranjera en los medios. En febrero, tras el terremoto que asoló el país, cortó momentáneamente el acceso a Twitter. En el pasado prohibió Wikipedia, aunque la decisión del Gobierno fue revocada más tarde.

“Dada la total falta de transparencia de Twitter, es difícil evitar la conclusión de que las promesas de Musk sobre la libertad de expresión han vuelto a caer”, tuiteó el demócrata Adam B. Schiff, expresidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes. La libertad de expresión parece, en boca de Musk, un eslogan en vez de un principio, aunque sus credenciales están cada vez más claras: desde posturas inicial y remotamente demócratas, Musk llamó a votar en noviembre por los republicanos.

El precedente de Facebook y los mensajes de odio

Twitter se adentra en el viscoso papel de las redes como elementos distorsionadores de la opinión pública, es decir, como vectores de desinformación, algo que el recorte de mecanismos de moderación y control en la red de Musk, por mor de los ajustes, puede contribuir a fomentar. Facebook, opacada hoy por la apuesta del multiverso de Meta, apenas si se ha recuperado del escándalo que supuso la revelación de que, con el único objetivo de crecer, había tolerado mensajes de odio que inflamaron conflictos e incluso campañas de exterminio contra minorías como la rohinyá en Myanmar. El de Facebook es un oscuro precedente de lo que podría ser un Twitter en caída libre, sin mecanismos de moderación y un Musk cada vez más rendido a los republicanos y sus políticas desreguladoras, en un escenario global marcado por la guerra de Ucrania y, en breve, por las próximas elecciones de EE UU, por citar solo dos coyunturas complejas. El hecho de que los mensajes negativos y de odio se multiplicaran tras aterrizar en Twitter es un indicador de nubarrones.

Desde que saltó a la política nacional en 2014 desde el trampolín de Gujarat, Modi, como Erdogan en Turquía, aspira a revalidar mandato en las elecciones del próximo año (sería el tercero para ambos): el denominador común de los autócratas. También lo intentó, por segunda vez pero en vano, Jair Bolsonaro, otro de los supuestamente beneficiados por Twitter. Brasil es el cuarto país más favorecido por la aquiescencia de Twitter, tras Alemania, que sorprende en la lista pero cuya presencia obedece únicamente a una ley aprobada en 2017 para limitar la difusión online de discursos de odios.

Durante meses, el jefe de Twitter ha prometido que la plataforma bajo su mando no “censuraría” en nombre del gobierno de Estados Unidos, algo que, sostiene sin aportar datos, había hecho en el pasado. En noviembre, prometió que “Twitter no censurará la información veraz sobre nada”. Ese mismo mes, pidió una “revolución contra la censura en Internet en EE UU”. En diciembre, sugirió que funcionarios del Gobierno ejercían una “censura estatal oculta que viola directamente la Constitución de EE UU”. En abril, tuiteó cual parábola: “No censuréis, no sea que seáis censurados”.

La cruzada, que duró meses, culminó con la publicación de los llamados archivos de Twitter, un conjunto de documentos internos filtrados que Musk y los críticos conservadores de las redes sociales utilizaron como prueba de que el Gobierno de EE UU pretendía suprimir la libertad de expresión en Internet. Musk aseguró que demostraban que “el Gobierno pagó millones de dólares a Twitter para censurar información del público”, una afirmación que, según los expertos, carece de fundamento y abunda en las teorías conspiranoicas de buena parte de los republicanos.

Que Erdogan será reelegido el próximo 28 de mayo parece fuera de duda, con o sin el concurso del Twitter de Elon Musk, pero las ayuditas que la plataforma presta a Modi en la India no parecen haber dado mucho resultado, al menos inmediato. El Estado de Karnataka, el único bastión en el sur del país en manos del partido de Modi, votó a la alicaída oposición en unas elecciones locales celebradas también el pasado fin de semana. Un dato a tener muy en cuenta ante las elecciones del próximo año y un desaire que sólo augura más censura, con o sin la intervención de Musk.

Fuente: El País.

Click para comentar

Dejá tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Los más leídos

error: Content is protected !!