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Represión sistemática de la prensa en El Salvador

El Salvador ha experimentado una erosión de la libertad de prensa bajo la presidencia de Nayib Bukele. Foto: DW.

El Salvador ha experimentado una erosión de la libertad de prensa bajo la presidencia de Nayib Bukele. Foto: DW.

La desacreditación sistemática de la prensa se ha convertido en parte del guion político del presidente Nayib Bukele. El renombrado periódico digital El Faro hasta tuvo que cambiar sus oficinas a Costa Rica.

La Asociación de Periodistas de El Salvador (APES) registró al menos 54 casos de vulneraciones contra la prensa en el primer trimestre de 2023, según dijo el pasado miércoles el relator para la Libertad de Expresión de la organización, Gabriel Labrador. “Estadísticamente, si continuamos con el nivel de agresiones que hemos recibido en estos 3 meses, probablemente vamos a superar los niveles de agresiones de 2022 y de 2021”, apuntó.

Con motivo del Día Internacional de la Libertad de Prensa, la APES presentó el resumen de casos de 2022, que da cuenta de 161 periodistas afectados, incluidos 11 que tuvieron que salir del país como medida preventiva. Del total de denuncias recabadas por el Centro de Monitoreo de Agresiones de la APES, en el 49 por ciento se identificó como supuestos agresores a funcionarios del Gobierno del presidente Nayib Bukele.

Entre las agresiones registradas por la APES se encuentran ataques digitales (23), restricciones al ejercicio periodístico (23), declaraciones estigmatizantes (29), acoso digital (11), acoso laboral (10), amenazas (6), vigilancia y seguimiento (9), entre otros. “2022 fue un año crítico para la prensa salvadoreña: espionaje, exilio, criminalización a la prensa y discursos de odio son los principales problemas”, afirmo Angélica Cárcamo, presidenta de APES, en Twitter al compartir el informe.

En guerra con los medios y periodistas independientes

El mismo presidente ataca y desacredita a periodistas que se atreven a criticarle. La semana pasada, Bukele formuló otro ataque por Twitter: “En todos los países de Latinoamérica hay medios y ‘periodistas’ pagados por Soros. Pero en realidad no son periodistas, son activistas políticos con una agenda mundial definida y perversa.”

El filántropo y multimillonario George Soros es desde hace tiempo una figura detestada por los autócratas y la derecha internacional, debido a su apoyo proyectos que fomentan la democracia, la libertad y los derechos humanos. Entre sus acérrimos oponentes figuran los presidentes Vladimir Putin (Rusia), Victor Orbán (Hungría) y Recep Tayyip Erdogan (Turquía).

Medio prestigioso en la mira

Uno de los enemigos favoritos de Bukele es el medio digital “El Faro”. Es uno de los medios más reconocidos de El Salvador y ha desempeñado un papel importante en los últimos años al denunciar la corrupción, las violaciones a los derechos humanos y otros abusos. Sin embargo, debido a su cobertura crítica sobre el gobierno del presidente y su administración, el portal está bajo una creciente presión. En Abril, El Faro” se vio obligado atrasladarse de San Salvador a San José en Costa Rica por razones de seguridad.

Los periodistas de “El Faro” han recibido incontables amenazas e intentos de intimidación. También su jefe de Redacción, Óscar Martínez, ganador del Premio a la Libertad de Expresión 2023 de DW. Martínez ya tuvo que abandonar el país en una ocasión por amenazas de muerte.

Democracia de fachada

Con su estilo de gobernar, Bukele se ha convertido en un gran modelo a seguir en la región, no sólo entre otros gobiernos, sino también en amplios círculos de la población, afirma Günther Maihold, politólogo y subdirector de la Fundación Ciencia y Política (SWP), en Berlín, en entrevista con DW: “Debido a que no hubo especial resistencia a la restricción de la libertad de prensa, la libertad de expresión y la separación de poderes, y a que también fueron aceptadas por la población, Bukele se ha convertido en un modelo a seguir, que a la gente le gusta copiar porque mantiene la apariencia de una democracia formal debido a los altos índices de aprobación. ”

Según Maihold, se trata de un modelo muy atractivo para todos aquellos que se sienten tentados por la autocracia. “Este es el patrón que hemos visto antes: democracias de fachada que dan la impresión de estar legitimadas democráticamente, pero que no lo son”.

Fuente: DW.

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